El escritor y poeta Pepe Alfaro- Infancia
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En este sucio mundo de guerras, de conflictos y eternos desencuentros, donde la ideología, prima del forofismo más rancio y sin sentido, nos marca soluciones para que no pensemos, bueno es que lleguen fechas en las que confluyamos, enfundando las armas de nuestras diferencias.

Llega la primavera, con su explosión de Vida, y con ella el anuncio: “FIESTAS DE LA VERDURA”. Y, así, en nuestra Ribera Navarra coincidimos, sin que haya un previo acuerdo, en exaltar lo nuestro con diferentes actos que alimentan los cuerpos, sin olvidar las almas, pues somos cuerpo y alma, por más que los teóricos intenten separar las dos realidades que siempre van unidas mientras late la Vida.

Verduras que la tierra y el agua generosa acunan y amamantan para ofrecernos una explosión de sentidos tantas veces ocultos, desde la verde vista, el oído festivo, el tacto siempre amable, el olor de fogones y el gusto que semeja, en nuestros paladares, ambrosía de dioses.

Sería interminable desgranar letanías con los distintos nombres de todas las verduras que los encintos campos nos regalan a diario en cualquier estación, por no hablar de los dones e infinitas virtudes que brindan de continuo a quien a comulgarlas se acerca en los distintos platos que las cocinas elaboran al ritmo creativo y amable de la imaginación.
Bienvenidas VERDURAS y gracias, muchas gracias, por el vital mensaje que nos escribís siempre en la página en blanco de la carne que somos, poniendo un argumento de unidad y armonía que nos sirva de ejemplo en el intenso viaje que nos dicta la Vida, con el rico equipaje de nuestras emociones.