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Vencedores, por Pepe Alfaro

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Vivimos momentos de decadencia. Sobre todo, de decadencia moral. Se ha perdido la Ética, el respeto, la amabilidad, la compasión, la elegancia. Y, lo peor de todo, es que se hace gala de esa decadencia moral.

En este sucio mundo, únicamente vale el triunfo. Aquello que nos decían “lo importante es participar” es cochina mentira. Hay que ganar. Como sea. A toda costa. Lo decía un forofo futbolero “aunque sea de penalti injusto en el último minuto”. ¿Adónde van con aquella trasnochada Filosofía de que  “lo importante no es el fin sino los medios”? ¿Estamos tontos o qué? Pero es que no sólo hay que congratularse por el triunfo, sino que hay que hacer ostentación de él y, sobre todo, humillar al perdedor. Burlarse y, si es posible,  machacarlo hasta destruirlo. Hablar de Ética deportiva es un oxímoron. El  fair play, o dicho en román paladino, el “respeto por la reglas de juego”, en los tiempos actuales, se ha convertido en una manifiesta estupidez.

A pesar de todo, aún hay gente pusilánime que defiende el “Honor”,  esa palabra tan cursi y sin sentido que no da dinero ni votos ni laureles. No lo entiendo. Así no se va a ninguna parte. Con Honor y con Honradez no puede funcionar la Economía. No digamos ya si añadimos Solidaridad. ¿Es que no entienden que ni el Honor ni la Honradez ni la Solidaridad  producen beneficios?

Ahí tenemos como ejemplo a los dirigentes del Banco de España. Esos sí que son un modelo de vencedores. Mientras ven con buenos ojos el despido de miles de trabajadores y el cierre de sucursales, mantendrán su política de subida de sus ya de por sí descomunales retribuciones. El señor Goirigolzarri, Presidente de Caixabank, percibirá 1,65 millones de euros anuales, más del triple de lo que cobraba al frente de Bankia. ¡Ahí es nada! Aplausos. Por supuesto, podrá optar, además, a una retribución variable que podría elevarse hasta 200.000 euros si cumpliera una serie de objetivos, además de un incentivo a largo plazo que también es de carácter variable y que estaría retribuido en acciones de la entidad. Es lógico que con lo que cobran entre sueldos, bonus, opacidades, prerrogativas y otras trampas, estén en contra de subir los salarios mínimos de los trabajadores y alienten los despidos. Y encima se erigen en Autoridad para “recomendar” al Estado lo que debe hacer. Por supuesto, ni palabra sobre la devolución de los 60.000 millones de euros que recibieron en concepto de ayudas públicas para el rescate.

Lo grave del caso es que estos vencedores no necesitan ni jugar los partidos. Y es que el resultado está cantado de antemano, ya que son jueces y parte en todas las cuestiones económicas. De ahí que agradezcan las crisis y las pandemias, pues de las desgracias de los perdedores siempre sacan suculentos beneficios.

Pues eso, gloria a los sempiternos e inmorales vencedores. Amén