Manuel era un niño de 9 años que estaba obsesionado con Harry Potter. En el cole le llamaban Manu Potter porque además se parecían. Le gustaba muchísimo la magia.
Un día Iba paseando por la montaña y de repente se encontró una piedra con forma de rayo. Le pareció muy bonita, la cogió y misteriosamente apareció en un lugar desconocido. Hacía mucho frío, todo estaba nevado y cerca vio un animal extraño. Se acercó un poco y se dio cuenta de que era un reno.
– Hola – dijo Manu
– ¿Quién eres? – contestó el reno.
Manuel se sorprendió porque el reno hablaba y además estaban en el Polo Norte.
– ¿Sabes dónde vive Papá? – preguntó Manu.
– Sí, claro, ¡sube que te llevo! Pero hay ventisca, ¡agárrate y no te asustes! – respondió el reno.
Cuando llegaron, Papá Noel estaba en la parte de atrás cortando madera. Muy cerca había una nave gigante llena de regalos, con un montón de elfos trabajando. Manu observó que todos hacían muy bien su trabajo, excepto uno de ellos: ¡estaba tirando los regalos a un contenedor! ¿Pretendía fastidiar la Navidad?
Manu no estaba dispuesto a permitirlo y pensó que debía actuar. Se acercó a él, le ofreció un mazapán y se lo comió sin pensarlo. De repente, el reno desapareció y apareció en un desierto completamente solo.
Mientras todo esto sucedía, los padres de Manuel estaban muy preocupados porque no lo encontraban. Papá Noel estaba muy agradecido con Manu y le dio una piedra mágica. Manuel la frotó haciéndola brillar y apareció de nuevo en la montaña. Habían pasado nueve horas, era casi de noche, y rápidamente echó a correr a su casa. Cuando llegó abrazó a sus padres y les contó la fantástica aventura que había vivido.
Alumnos de 4ºA
Espiando a Papá Noel
Una fría noche del mes de diciembre, la clase de 4ºB del colegio Elvira España fue a visitar el montaje de la casa de Papá Noel a la Plaza Nueva de Tudela. De repente encontraron una puerta de salto espacial que llevaba al Polo Norte. Fue un viaje rápido y los niños y niñas sentían mucho frío. A lo lejos vieron una fábrica, se fueron acercando sigilosamente.
Pepito, que era muy curioso, se asomó por una ventana y vio a Papá Noel durmiendo mientras los elfos trabajaban un montón en cadena organizando los juguetes para los niños.
De repente, Papá Noel despertó, miró hacia la ventana y Pepito se tuvo que agachar rápidamente para que no le viera.
Cuando el niño se volvió a asomar despacio, se sorprendió porque todo estaba parado, entraban unos camiones, bajaban unos señores y cogían los juguetes en cajas y también Subían al camión los elfos. Papá Noel había desaparecido.
Pepito tenía la sensación de tener a alguien por detrás, pero no se atrevía a girarse porque le daba miedo. Le tocaron el hombro y tembló. AL darse la vuelta descubrió que era ¡Papá Noel! Y le preguntó: “¿Cómo has llegado hasta aquí?”.
Entonces descubrió que había un montón de niños más y dos profesoras, así que les enseñó la fábrica y les invitó a un chocolate calentito con churros. Después, les ofreció su trineo y sus renos para llevarlos de vuelta a Tudela. Fue una experiencia inolvidable
Alumnos de 4ºB.
El mejor regalo
Papá Noel estaba todavía en su casa descansando con sus elfos. Se preparaba para la larga noche de Navidad.
Cuando ya faltaba poco para repartir los regalos, Santa se dirigió a por el trineo, preparado con los renos, pero descubrió que Rudolf, el reno guía, no estaba.
Papá Noel y sus elfos salieron a buscarlo, pero la niebla no les dejaba ver nada. Caminaban y gritaban su nombre, pero chocaban continuamente unos con otros. El intenso frío les paralizaba, así que regresaron a casa para calentarse.
Algo extraño sucedía y a través de la ventana, por entre la niebla, se vislumbraba una tenue luz rojiza, acompañada de un resplandor verde. Volvieron a salir con linternas y descubrieron las huellas de Rudolf y al lado otras muy extrañas.
Fueron acercándose y encontraron al reno atado a un abeto con una larga cuerda verde. También descubrieron una extraña casa con forma de cueva, en la que habitaba una rara criatura verde que les gritaba: ¡Fuera, no voy a dejar que repartáis los regalos a los niños y niñas!
Era el Grinch, furioso y enfadado porque él nunca había recibido regalos en Navidad y no quería que nadie los recibiese.
Papá Noel tuvo una idea para convencerle, le propuso pasar las navidades con él, sus elfos y los renos. Primero había que repartir los regalos, porque los niños y niñas los estaban esperando con mucha emoción, para ello el Grinch tendría que ayudar a Rudolf como guía del trineo y después todos juntos comerían chocolate calentito y todos los dulces que les dejaban las familias en todas las casas.
El Grinch aceptó y comprendió que el mejor regalo es tener amigos y poder disfrutar de las Navidades juntos.
Alumnos de 4ºC