[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8,9″ ihc_mb_template=»2″ ]
Tudela rindió el pasado domingo un merecido y necesario homenaje póstumo al músico y compositor Tomás Asiáin Magaña (Tudela, 28 de junio de 1922 – 21 de enero de 1989). Y lo hizo por partida doble, primero con la iniciativa impulsada y organizada por la Asociación Navarjota que llenó de público la Catedral de Tudela para escuchar la Misa Navarra que Asiáin compuso en 1982 para «Navarra Canta», «Campanas del Alba» y, posteriormente, con el homenaje institucional que le brindó el ayuntamiento de Tudela en el salón de plenos al que asistieron los hijos del compositor, Ana, Jesús y Tomás.
El alcalde, Alejandro Toquero, reconoció como un honor poder reconocer en nombre de la ciudad «a un hombre excepcional que ha dejado un legado extenso y sobre todo precioso. Un hombre de los que dejan huella allá por donde pasaba. En cada ciudad, cuartel, coro, o banda de música, dejó una huella musical y personal».
Toquero invitó a toda la ciudadanía a descubrir el legado musical de Asiáin. «Solo así uno puede darse cuenta de lo que nos ha dejado a todos. Una música preciosa y unas composiciones emocionantes que merecen el reconocimiento de la ciudad que lo vio nacer, que lo vio de niño por sus calles cantando las jotas de sus abuelos, de joven trabajar en la conservera, y muchos años después dar clases de música en Lestonnac, recibir premios, dirigir coros, bandas, o emocionar a un Rey y a todo un país con adaptación para marcha militar de «La muerte no es el final. Hace unos años Tudela puso su nombre a una calle, pero hoy queremos seguir reconociendo todo esto porque estamos muy orgullosos de que un hombre tan excepcional fuera tudelano de nacimiento».
En nombre de la familia, Tomás agradeció al ayuntamiento el reconocimiento y, especialmente a Mª Ángeles González y Laly Jausoro, de la Asociación Navarjota, el espectáculo que cientos de personas pudieron disfrutar en la Catedral. «Sois unas mujeres que con empuje sois capaces de conseguir cualquier cosa. No dudo de que cuando mi padre compuso la jota «Navarra siempre pa’lante» pensaba en mujeres como vosotras», destacó.
Tomás también quiso compartir con todas las personas que asistieron al reconocimiento en el salón de plenos, las palabras que su padre escribió al Ayuntamiento de Tudela en octubre de 1979 y que cobran plena vigencia en nuestros días, aseguró el hijo del compositor. «Por encima del odio que en nuestros días separa a los hombres vive la expresión sublime en el arte, en el verso, en el color y en el sonido. La música es uno de los vínculos más directos que une a los hombres, es el único verdadero idioma universal de la humanidad. Que los responsable de apoyar y fomentar la cultura en nuestro pueblo, sepan inculcar una gran sed de belleza y un insaciable anhelo del saber».
La hija del compositor, Ana, recordó que ninguno de los hermanos es tudelano de nacimiento, «pero os aseguro que gracias a mi padre nos sentimos más tudelanos que algunos que viven aquí y que a Santa Ana la llevamos todos en el corazón».
Por último, Jesús recordó a su madre, Mª Antonia Riancho, que no pudo asistir a los actos. «Es muy mayor y no ha podido venir, pero este homenaje forma también parte de ella», comentó.
150 joteros entonaron «Campanas del Alba»
Más de 150 joteros entre voces e instrumentos, volvieron a hacer sonar los acordes y la composiciones de «Campanas del Alba«, obra que Asiáin realizó para el grupo Navarra Canta.
Componentes de esta formación, junto a integrantes las escuelas de jotas de Tudela, Castejón, Fitero, Fustiñana, Corella, Ribaforada, Cintruénigo, Arguedas, Alfaro, Calahorra, Murchante, Buñuel, Hermanas Flamarique de Tafalla y la Escuela de jotas Irabia de Pamplona ofrecieron todo un espectáculo que siguieron cientos de personas en la catedral de Tudela.
La dirección artística corrió a cargo de Mikel Roncal, profesor de música y director de coros, y Maribel Muñoz, directora de la escuela de jotas de Castejón, componente de Navarra Canta que lleva más de 20 años interpretando esta misa.
Tomás Asiáin
El acalde, Alejandro Toquero, fue el encargado de repasar la trayectoria de Asiáin y compartir con los asistentes al homenaje su semblanza.
La vida de Asiáin estuvo marcada por la música desde la infancia. Nació en una familia humilde y trabajadora y de niño iba por las calles cantando jotas, algo que llamó la atención del entonces director de la Banda de Música de Tudela, Luis Gil Lasheras, que le impartirá sus primeras clases particulares de música y que le permitieron tocar el clarinete con 15 años en la Banda Municipal despertando su entusiasmo por la música.
Terminada la Guerra Civil acude a la Academia Militar de Zaragoza como educando de clarinete, formación que completa con clases particulares que pagaba a cambio del tabaco de su cartilla de racionamiento. Realizó las oposiciones a Sargento Músico y fue el numero 1 en las oposiciones a Brigada. En el Real Conservatorio de Madrid obtiene el titulo de composición y de director de orquesta y banda.
En esta época conoce a su mujer, María Antonia Riancho, gran apoyo en su carrera y en su vida.
Es destinado a Vitoria, donde conoce a la gran figura de la generación de los maestros, Jesús Guridi, con quien colabora en sus zarzuelas. Luego es destinado a Jaca, donde pasa 12 años como director de la banda del regimiento de montaña y donde desarrolla su etapa más prolífica y profunda, dejando un legado aún en activo, el Orfeon Jacetano y el Festival Internacional de Jaca.
Coincide con Fernando Remacha, con el que estudia armonía contemporánea y con quien compartirá la inquietud de que Tudela no tuviera Conservatorio así como las gestiones por hacerlo posible.
Tras ser destinado a Pamplona pasa a la reserva. En esta época organiza el festival de música militar de Pamplona, y adapta «La muerte no es el final» al paso de la marcha militar. El resultado de su trabajo fue tan emocionante e impresionante que se extiende rápidamente por todos los regimientos de España y el ejército español lo adapta como himno a los caídos por España.
[/ihc-hide-content]