Isabel Jiménez Malo, directora de Transformados Ruiz, reconocía que le concesión del premio “me ha hecho volver a los infiernos más profundos para poder explicar de dónde vengo y como pasó”. En un emotivo discurso resultó inevitable el recuerdo a su esposo, Juan Carlos Ruiz, fundador de la empresa, cuyo fallecimiento le llevó a estar al frente de la empresa. “Los primeros que se ofrecieron a ayudarme fueron los de AER, Juan Carlos era vocal de la asociación y se volcaron. Buscaba un gerente para la empresa y recuerdo al antiguo presidente Idefonso Ibero decirme que yo era una buena opción, que no necesitaba contratar a nadie porque me veía con muy buena cabeza. Yo le pregunté si el contrataría a una excamarera y ama de casa para dirigir su empresa. Dejamos zanjado el tema”, recordó.
Transcurrido el tiempo necesario para curar heridas y formarse, en 2009 asumió el mando de Transformados Ruiz. Diversificó el mercado y apostó por las personas. “Nos preparamos internamente y salimos a luchar”, recuerda. En 2011 inició un plan de inversiones que ha mantenido hasta 2017 y que le ha permitido cambiar una producción orientada a la construcción a otro tipo de mercados muchos más especializados. “El tiempo dirá si fui una visionaria o una loca, que todo puede ser”, bromeó.
Isabel tuvo sinceras palabras de agradecimiento para sus padres, su hermana Marisa, su marido Oscar, y sus hijos. “Estoy orgullosa de todos ellos, hemos pasado momento jodidos, pero los superamos estando juntos” y concluyó describiendo que para ella, el éxito, “es haber llegado viva hasta aquí gracias a mi equipo, mi gente y todos los que llevamos Transformados Ruiz en las venas”.