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Tras la COP28, una reflexiones para negacionistas interesados, pusilánimes y pazguatos, por Blas V. J. Simón Navajas

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“La Emergencia Climática no destruirá la Tierra, sino a los seres vivos que vivimos en ella o como mínimo nuestra forma de vida”
“La Tierra nos la han dejado nuestros padres y se la debemos a nuestros hijos”

El boato que rodea a las Cumbre sobre el Clima (COPs) a ésta última y las anteriores, emiten una señal extraña a la ciudadanía, se parecen más una reunión de altos mandatarios o ejecutivos de empresas, con algunas voces de grupos disidentes, alejada de la sencillez y austeridad que la gravedad de la Emergencia Climática requeriría.
Esto contribuye a que la mayor parte de los ciudadanos muestren desafección y falta de interés, por los debates, las causas del problema y por los acuerdos a medio y largo plazo que se han alcanzado, que nos caen lejos en el tiempo y se ha hecho lo suficiente como para hacer que no nos van a afectar a nuestro modo de vida.

No hay que perder más tiempo, hay que pasar a la acción

En 1970, a petición de la petrolera Shell, se realizó un informe sobre la incidencia en el clima del uso de combustibles fósiles, parece ser que fue ignorado por todo el mundo. En 2023 se han encontrado nuevas informaciones que no transcendieron al público https://www.climatefiles.com/shell/new-shell-oil-documents-dirty-pearls-investigation-2023/.

Sabemos suficiente y hemos de ser conscientes de que no hay otra solución que reducir las emisiones, decrecer y garantizarnos una transición justa.

Como el consumo de Energía, es la base de nuestro sistema de vida, los problemas vendrán porque vamos a disponer de menos energía, como ya lo advierten muchos expertos y como consecuencia se encarecerá.

Otras posibles fuentes de energía descarbonizada a las que miramos ahora, tampoco parecen ofrecer garantías para mantener los niveles de consumo actuales.
La nuclear con problemas de abastecimiento de combustibles a medio plazo y sin resolver qué hacer con los residuos y los riesgos de accidentes.

Las llamadas renovables, con carencias de materias primas y tecnología para una producción durable, la desmaterialización no existe, hacen falta materiales y energía para producirlas.
La competición por los recursos comenzó hace ya varias décadas, con el posicionamiento de élites y grupos de países, para preservar su estatus.

Mientras tanto va pasando el tiempo, habrá seguramente nuevas COP, seguimos distraídos con polémicas estériles, sin aplicar como mínimo el principio de precaución, parar y acordar.

Se nos cuenta que en el futuro en vez de tener un coche de gasolina, será eléctrico pero eso no va a suceder.

Se pide que se solucione una carencia de agua, que no hay o está contaminada, por nuestra forma de producir.

Los climoptimistas, piensan que se descubrirá algo que solucionará todo, otros que como no se podrá solucionar, es mejor no hacer nada.

Es un mensaje difícil de vender a los ciudadanos (votantes), sobre los que se hace recaer un peso si no reciclamos suficientemente bien o no hacemos pequeños gestos de cara a la sostenibilidad.

Unas notas para aclarar la situación

De jóvenes nos enseñaron que la química orgánica es la del CARBONO (C) con sus cuatro valencias. Los vegetales verdes terrestres y acuáticos, son capaces por medio de la fotosíntesis de fijar el carbono atmosférico que está en forma de Dióxido de Carbono (CO2), para sintetizar sus hidratos de carbono, proteínas, grasas y otros componentes necesarios para vivir, crecer y reproducirse, éste proceso es el origen de casi toda la materia orgánica del mundo.

Cuando los seres vivos respiramos, tomamos el Oxígeno (O2) del aire, oxidando esos compuestos con carbono y produciendo de vuelta Dióxido de Carbono (CO2) Vapor de Agua (H2O) y Energía fundamentalmente. La respiración es en definitiva una combustión, similar a la que se produce cuando quemamos materia orgánica.

Los seres vivos que no podemos realizar la fotosíntesis, sólo podemos obtener esos compuestos con Carbono, a través de la cadena trófica por la ingestión de materia vegetal u otros seres vivos, que previamente han consumido vegetales. Somos pues también depósitos de carbono.

Los llamados combustibles fósiles, en general los hidrocarburos (petróleos y gas natural) y los diferentes tipos de carbones, son grandes depósitos de vegetales terrestres o acuáticos, enterrados hace millones de años y transformados por las fuerzas geológicas. Esos yacimientos son enormes depósitos de Carbono fijado mediante la fotosíntesis, a partir del dióxido de Carbono que había entonces en la atmósfera.

Otros almacenes de Carbono son los suelos, productos de origen vegetal y vegetales vivos plurianuales (como árboles, arbustos y pastos). En éstos casos los periodos de almacenamiento del Carbono, son de unos pocos años o incluso menos de un año, como las semillas comestibles y los alimentos frescos.

Es decir cuando consumimos vegetales o animales y respiramos, liberamos un CO2 que estaba en la atmósfera hace unos pocos años o meses, si quemamos madera o un bosque liberamos CO2 que estaba libre hace unas decenas o centenas de años, pero cuando quemamos combustibles fósiles liberamos a la atmósfera CO2 que estaba en la atmósfera hace millones de años.

El primero está pues en un ciclo corto de intercambio y los vegetales actuales son capaces de reciclarlo. El segundo grupo es algo más complejo, ya que hay un depósito a medio plazo de Carbono en las plantas plurianuales y suelos, con entradas, salidas y almacenamiento intermedio, de ahí la importancia de detener la deforestación masiva de las zonas tropicales, ya que se libera más CO2 del que se es capaz de fijar. El tercero, por el contrario causa un incremento continuo de CO2 en la atmósfera, proporcional al uso de los combustibles, que los vegetales actuales son incapaces de fijar.

Los dos primeros, serían más sostenibles pues liberarían el CO2 que son capaces de reciclar, sino se altera el almacén intermedio con las deforestaciones masivas, pero el tercero no.

Ese CO2 en la atmósfera, es el responsable del “efecto invernadero” impidiendo que el calor del sol que calienta la tierra, sea eliminado fuera de la atmósfera, produciendo el aumento progresivo de temperatura o “calentamiento global”.
La tierra no desaparecerá, los seres vivos ….

Hay suficientes evidencias científicas de que el CO2 atmosférico, comenzó a aumentar a partir de la mitad del siglo XIX, comienzo de la revolución industrial, pero de forma mucho más rápida a partir de la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con el empleo masivo de combustibles fósiles. En ese periodo la cantidad de CO2 en la atmósfera se ha duplicado, estando actualmente algo por encima de 400 ppm (partes por millón).
El consumo de combustibles fósiles, está en el fundamento de nuestra sociedad actual y tanto la producción de alimentos, la disponibilidad de servicios y bienes, donde y como vivimos, no serían posibles en el estado actual sin ellos. “Mira las cosas como son, no es economía solo es transformación de energía” Vaclav Smil 2024.

Los negacionistas afirman que ésos cambios climáticos ya han ocurrido antes y aquí estamos, como si el hombre hubiera estado habitando la tierra desde su formación, hace 3.500 Millones de años.

El homo sapiens, nuestra especie, data de aproximadamente 200.000 años, si la historia de la Tierra fuera una trayecto de 17,5 Km, nosotros apareceríamos en el último metro.
Durante la existencia de nuestro planeta, se han conocido Cinco Extinciones Masivas de Especies, todas ellas debidas a fenómenos naturales, como catástrofes geológicas, cambios en la composición de la atmósfera por aumento de CO2 y SO2 motivados por la actividad volcánica, glaciaciones y aumentos de calor. La más conocida es la última, debida al impacto de un meteorito que supuso la extinción de los dinosaurios, hace 65 Millones de años.

Todas ellas alteraron el clima y supusieron la desaparición entre el 70 y 90 % de las especies de animales y vegetales del momento. En ninguno de esos eventos estuvo presente el homo sapiens.

Los científicos, hablan ahora de una Sexta Extinción Masiva en ciernes, la única que estaría provocada por la actividad humana, consecuencia de los cambios en el clima por el calentamiento global.

Si el aumento de CO2 atmosférico es la causa del Efecto Invernadero y éste se ha producido fundamentalmente por el consumo de combustibles fósiles, no hay que darle muchas más vueltas.

Conclusiones

Sabemos que la vida es un compromiso entre muchos factores que interactúan y que cuando alteramos uno, los otros se reajustan con consecuencias positivas y negativas.
Si el aumento de temperatura, no fuera suficientemente grave, sus consecuencias son desconocidas y sólo las podemos imaginar a través de las observaciones y estudios predictivos de modelos climáticos.

Por ejemplo como se están derritiendo los casquetes árticos, para los optimistas climáticos se abren nuevas vías más cortas de navegación, pero al mismo tiempo al aumentar la cantidad de agua dulce en el mar se inundarían las zonas de costa, se afectan la velocidad y dirección de las corrientes marinas y los vientos que condicionan el clima que tenemos, los movimientos y la reproducción de las especies que pescamos, etc.

Al derretirse la tierra helada de la tundra (permafrost) se libera metano a la atmósfera (otro gas con efecto invernadero) y hay temor a que aparezcan microorganismos que han estado congelados durante milenios, para los que nuestro sistema inmunitario no está preparado.

Estos serían unos ejemplos entre otros, sin hablar de los conflictos bélicos que han sido provocados por el control de los combustibles y los recursos mineros, los movimientos migratorios y la desigualdad.

Debemos exigir a las formaciones y representantes políticos, acciones y políticas claras y basadas en la ciencia. La implicación de la Unión Europea en los recientes conflictos armados, no sólo nos está afectando económicamente, sino que está retrasando la adopción de medidas, olvidándose del diálogo con los sectores que las debieran implementar, para evitar resistencias y atender sus reivindicaciones.

Por el contrario se nos sigue incentivando al sobreconsumo, bajo la tiranía del Producto Interior Bruto.