Así está el mundo: en una continua e insoportable tensión que no sabemos por dónde ni cuándo va a estallar. Tensión que se siente tanto en pequeños como en grandes grupos sociales. La solidaridad, es cierto, reina cuando ocurren desgracias naturales. Lo hemos vivido recientemente con terremotos, incendios y riadas en diferentes zonas del mundo. Es algo encomiable. Y en casi todas las sociedades existen grupos solidarios que tratan de paliar las desigualdades. Pero, al parecer y por desgracia, la especie humana es adicta a crear conflictos cuando la Paz es duradera.
Tras el paréntesis de la pandemia, que nos tuvo “distraídos” de una manera global, al tratarse de un enemigo común, hemos vuelto al entretenimiento que nunca nos puede faltar: montar guerras. Por supuesto, siempre al servicio de los grandes capitales. Está claro que no se puede estar fabricando tanto material bélico en los llamados “tiempos de Paz” si luego no se va a utilizar para sacar un buen rendimiento.
Nada es nuevo. Todas estas tensiones, previas al estallido de los conflictos, vienen heredadas, a veces desde siglos, y nunca acaban de resolverse. Religiones, etnias, lenguas y otras diferencias prevalecen sobre las cosas que nos unen y provocan continuos desentendimientos que conducen a las guerras de todo tipo. Y, aunque la Paz, tarde o temprano, se alcance, el odio latente entre vencedores y vencidos permanece enquistado hasta una próxima ocasión, porque los acuerdos alcanzados acostumbran a ser injustos y son más producto de la intimidación que del convencimiento.
A veces, elucubramos tratando de diseñar caminos que conduzcan a la paz; pero, como decía Mahatma Gandhi, “no hay camino para la Paz, la Paz es el camino”. Algo demasiado sencillo para entenderlo, porque las ideologías acostumbran a ser dogmáticas, sin concesiones y, por lo tanto, impermeables al entendimiento. Por eso, acuñamos los términos de “buenos” o “malos” con absoluta radicalidad, sin conceder un mínimo de bondad o maldad al contrario. De ahí que en las manifestaciones son a favor o en contra de una bandera.
Bueno sería que hubiese alguna manifestación con la bandera blanca de la Paz entre las dos banderas en conflicto, en una clara llamada a deponer las armas y a buscar una solución consensuada y definitiva.