Ecologistas en Acción de Navarra, sobre la ubicación de la estación de tren en Tudela, denuncia que el debate no debe centrarse sobre dónde la ubicamos, sino sobre qué modelo de tren necesitamos.
A este respecto, la entidad ecologista reitera su defensa del tren convencional y critica duramente el modelo de la alta velocidad, como un modelo destructor, elitista y devorador de energía.
El nuevo debate surge como un globo sonda, sin proyecto y sin datos económicos. Un debate, a juicio de Ecologistas en Acción de Navarra endiablado, porque los defensores de la alta velocidad y de la estación en las afueras de la ciudad ya están acusando a quienes se nieguen que serán los culpables del retraso económico de la Ribera si esta estación no sale fuera y de que Tudela vaya a quedar encerrada entre dos infraestructuras, la vía convencional y la de alta velocidad. Cuando es precisamente al contrario, es el nuevo planteamiento de la alta velocidad el que nos va a llevar a la ruina y va a encerrar a Tudela. Ya lo dijimos hace años, Tudela corre el riesgo muy serio de quedarse encerrada entre estas dos infraestructuras, porque alguien se cree que van a sacar las vías del tren convencional cuando lo están dejando morir. Aquí, otra vez, solo interesa la obra nueva, y no resolver los problemas del medio ambiente o de la mayoría.
En este debate de nuevo se cumple la máxima del divide y vencerás, donde la alta velocidad se plantea como múltiples soluciones a diferentes problemas:
Sacar la estación fuera de la ciudad cumpliría los anhelos de un sector desarrollista de la ciudad, que durante años nos ha vendido el mantra de que la ciudad está colapsada y que necesita otro eje, además de la Avenida Zaragoza. Desde Ecologistas en Acción de Navarra tenemos muy claro que lo que colapsa la ciudad son los coches, y que reduciendo su número y uso se solucionaría este y otros problemas, como la elevada emisión de gases de efecto invernadero y la alta ocupación del espacio público.
Aún hoy hay personas influyentes que siguen repitiendo que el tren de alta velocidad puede llevar mercancías, definiendo a este tren como de altas prestaciones. Es cierto que necesitamos urgentemente derivar el transporte por carretera al ferrocarril. Pero la alta velocidad no está concebida para llevar mercancías, ya que ni está preparada y su mantenimiento sería mucho mayor. No hay experiencias a nivel mundial de combinar ambos modelos, pasajeros y mercancías en alta velocidad, lo cual ya es significativo de que si no se hace es por algo.
La alta velocidad se ha planteado también en Tudela manteniendo la estación en el centro en su ubicación actual a través de un soterramiento o como en este último caso por medio de un by pass.
Estos tres aspectos dividen a la sociedad tudelana y muy especialmente a los que podrían ser más contrarios al modelo de la alta velocidad. Por suerte en Ecologistas en Acción de Navarra lo tenemos muy claro, e insistimos, no es dónde colocamos la estación, sino qué modelo de tren necesitamos. No necesitamos un tren de alta velocidad para unos pocos, caro y elitista, que no vertebra el territorio, sino que aparta de un manotazo a gran parte de las poblaciones, haciendo que seamos más dependientes del vehículo privado.
Finalmente, la alta velocidad consume muchísima energía. ¿De dónde va a venir esta electricidad? ¿Quemando más gas en las centrales térmicas de Castejón? ¿De más parques eólicos y solares en la Ribera? Nuestra tierra está siendo asolada por infinitud de polígonos eólicos y solares, lo que está destruyendo el paisaje, el territorio, la biodiversidad y tierras de cultivo. Este planteamiento de crecimiento ilimitado es suicida.
El tren convencional vertebra y une a las poblaciones, es más barato y no consume tanta energía como la alta velocidad. Además, contar con la estación en el centro es más accesible que si esta estuviera fuera de la ciudad o fuese periurbana, como se está planteando ahora. Ni el medioambiente, ni la sociedad tudelana en su mayoría necesitan la alta velocidad. La alta velocidad llegará a Tudela por una política de hechos consumados, y, a su vez, el olvido y falta de inversión en el tren convencional, pero no con nuestro apoyo.