Soy profesora de música en el colegio de Murchante. Siempre he defendido y educado a mis alumnos/as en la igualdad de derechos de los géneros y de todos los colectivos.
Les voy a contar algo que ha está sucediendo a tenor de los ensayos para el festival de
Navidad.
Todo empieza con la elección de canciones para bailar. Los niños y las niñas me sugieren
diferentes canciones. Algunas de ellas con letras denigrantes que yo, como adulta, detecto en seguida. Les comento que no vamos a bailar esa canción.
-¿Por qué? – Me preguntan.
Oportunidad de oro que me brinda mi asignatura para seleccionar una o dos frases de la
canción y analizarlas.
¿Y si el cantante se estuviera dirigiendo a tu madre? ¿O a tu hermana?
(Caras de cabreo entre los niños).
¿Por qué te duelen esas frases que el cantante (empieza por ma y acaba por luma) dirige a tu hermana?
-Porque no quiero que le hagan eso.
– Porque la tratan mal
– (y un largo etcétera de reflexiones espontáneas a su nivel de razonamiento).
– Entonces… ¿la descartamos?
– ¡Siii! – Gritan niños y niñas.
Seguimos buscando, esta vez con otra mirada. Actividad del tercer eje. ¿Me la convalidan?
Día 2 de ensayos. En un momento dado les pido que muevan un poco más la cadera. Un niño me dice:
-Es que yo no puedo
– ¿No puedes? ¿No tienes cadera? -pregunto perpleja.
– Si, pero no la muevo.
– ¿Te imaginas andar sin moverla? O peor, ¿Sentarte sin moverla? (Ahora queridos lectores imagínense a la profesora haciendo el paripé dirigiéndose a la mesa sin mover las
articulaciones e intentando sentarse en la mesa sin doblar la cadera. Épico).
– Si pero…- sigue el niño después de un ataque de risa- las chicas la mueven mejor porque son buenas bailando. Las chicas bailan mejor y los chicos somos mejores en fútbol y eso. Agradezco al cielo esta otra oportunidad y le digo:
-¿Ese es tu mundo? ¿Los chicos son buenos en deportes y las chicas bailando?
-Y el mío-responde otro niño
-¿Crees que por ser chico estás limitado a no bailar?
Empiezan a surgir los primeros defensores de la igualdad: pues mi tía es futbolista, pues yo soy chica y juego a fútbol bien, pues yo soy chico y sé bailar …
Me levanto y pongo vídeos: Michael Jackson, Bruno Mars, entre otros. La selección española de fútbol femenino.
-¿Te parece que esos hombres no saben bailar? Tu cuerpo es igual (salvo un evidente detalle) que el de las chicas. ¿Crees de verdad que los hombres no pueden bailar?
Hago un inciso, señores del departamento. Sí, estoy empoderando a un niño. Porque lo
necesita. Porque se cree menos por nacer masculino. Me gustaría comentar que algunas de sus actividades empoderan a la mujer pero poco menos que criminalizando al hombre. Eso no es igualdad tampoco. Seguimos con el ensayo. Y los niños bailaron. ¡Vaya que si! Si he de ser sincera, movieron las caderas bastante más aunque aún estaban rígidos. Sus cuerpos reflejaban 10 años de rigidez mental, y esos nudos cuestan deshacerlos. Me dirijo a él y le digo en voz baja:
– No vuelvas a limitarte a tí mismo por el hecho de ser niño. Puedes hacer lo que quieras, igual que las niñas. Ya lo has visto.
Tenían que ver su sonrisa. A mí se me ha quedado grabada.
Actividad del primer eje: autopercepción. (¿Me la convalidan?)
Por eso PIDO A QUIEN COMPETA:
– Por favor sean flexibles. Las oportunidades para trabajar la igualdad surgen a diario. No me obliguen a meter actividades ya prediseñadas fuera de contexto. Quedan como pegotes. Los niños aprenden mejor si la situación es natural y el aprendizaje viene al caso. El aprendizaje es real sólo si surge de la necesidad y de una motivación real (lean un poco sobre neuroeducación, si es posible. Pueden comenzar por Francisco Mora).
– No nos obliguen a hacer un número fijo de actividades. En mi caso 12 actividades suponen 12 clases de música. A una clase por semana (ya hablaremos otro día de la vergüenza de una sesión de música semanal), son TRES MESES DE TRABAJO. Tres meses sin dar materia de música. ¿Como cumplo con el currículo?
– Confíen en sus maestros/as. No nos obliguen a hacer las actividades propuestas (que a veces a mi juicio son superficiales y que me gustaría reflexionar con ustedes sobre ellas bajo una perspectiva pedagógica. Repetir un mantra con niños de tres años del tipo «dinosaurio pegón, no pegues más» les aseguro que no deja impronta ninguna). Déjenos elegir según la casuística del centro y del grupo. No tiene sentido meter con calzador, insisto, actividades fuera de contexto para «cumplir el expediente».
Por favor, escúchennos. Skolae podría ser una buena opción si nos dejaran autonomía en los centros para decidir cómo y cuándo en función de las necesidades reales del contexto. Gracias.