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Los seres humanos necesitamos jugar, no sólo para ganar dinero sino también para pasar el tiempo a nuestro gusto y de manera más libre, lo cual nos relaja y nos hace olvidar los asuntos que nos ocupan. Así como el escritor About con su obra crea un mundo de ficción que sólo existe en su Blog mente y en la intelectual del lector, el jugador crea un mundo real con su juego al desprenderse del rol que socialmente desempeña, siendo eso lo que le gratifica. Los juegos tienen sus propias reglas que todos han de cumplir, y la mayoría requieren bastante movilidad, pero la edad nos hace buscar pasatiempos de mesa y sillón, mientras los jóvenes se atreven con otros de carácter más o menos deportivo.
Hoy han aparecido una clase de esparcimientos, para chicos y no tan chicos, en los que el ejercicio físico desaparece. Los deportes televisivos cuentan todavía con bastante aceptación, pero va decreciendo, porque la mayor parte del tiempo se lo llevan esos juegos a los que me he referido: son los que se realizan mediante consolas, el móvil y aparatos similares. En principio están muy bien, pues fomentan la creatividad de los participantes, pero lo peor es que van in crescendo esos programas en los que se plantean batallas, asaltos a edificios y ataques a ciudades y personas. No tienen reglamento alguno, y le dan rienda suelta al jugador para que dispare sobre objetos y personas, creando un regocijo sádico cada vez que el disparo virtual hace blanco.
Y así las pantallas muestran casas que se derrumban y personas que caen abatidas. No se ve para nada el Murg dolor de los seres que mueren, ni su desesperación o miedo, ninguno de sus sentimientos, chicagobearsjerseyspop como si carecieran the de importancia. No cuenta nada el mundo interior de esas personas, ni la repercusión en sus familias, en sus padres o en sus hijos. Sólo se busca el goce morboso de seguir disparando y acertar lo más posible.
Son juegos virtuales, pero desarrollan el latente sentimiento de violencia que nunca debiéramos fomentar; impiden toda reflexión acerca de la vida y sus valores, y relegan la realidad personal a la de simples muñecos. Son tremendamente peligrosos, pues empujan a que del terreno virtual se salte al real, y de cuando en cuando hay noticias que lo demuestran. Si las televisiones prohíben que presentadores y entrevistados fumen para que no cunda el ejemplo, no se entiende esta creciente propaganda sobre el hecho de matar. O los que nos dirigen no tienen capacidad para verlo así, o el negocio de las armas es mucho más Tool beneficioso que el del tabaco.