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Sí. República, por Begoña Alfaro, Marisa de Simón, Olga Risueño y Sofía Pérez

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Apostamos por la república. La monarquía es una herencia medieval. A pesar de ir evolucionando a lo largo de la historia y de que haya países monárquicos que son tan democráticos o autoritarios como otros republicanos, el hecho es que la monarquía es una institución hereditaria. No es elegida por la población y, constitucionalmente, en nuestro país la figura del Rey es inviolable y no está sometida a responsabilidad.

La transición de la dictadura a la democracia fue el resultado de la correlación de fuerzas del momento entre los herederos del Régimen y las fuerzas democráticas.En aquellos años hubo una generación de jóvenes altruistas, que hicimos de la reivindicación de los derechos sociales y la lucha contra la dictadura una forma de vivir, dándolo todo y sin pedir a cambio otra cosa que la democracia, la libertad. Soñábamos con instaurar la república, pero la realidad nos mostró que no había la fuerza necesaria ni el apoyo social suficiente para lograrlo. No en vano el dictador murió ostentando todos los poderes hasta su último aliento.

Las cosas llegaron hasta donde pudo ser y los pactos para pasar la página de la dictadura dieron como resultado la monarquía constitucional que abrió las puertas a la democracia que hoy vivimos. Valoramos nuestra democracia, pero también sabemos que arrastra un lastre considerable heredado del viejo orden en asuntos tan importantes como el ejército, fuerzas de seguridad, la judicatura, las grandes fortunas o la memoria histórica.

La monarquía fue una institución mayoritariamente aceptada por quiénes gestionaron la transición, pero actualmenteno solo es una institución prescindible, sino también cuestionable por todos los avatares que hemos ido conociendo. El deterioro de la imagen de Juan Carlos con los escándalos de corrupción aceleró la degradación de la institución monárquica. Las altas instancias del Estado se vieron obligadas a precipitar la abdicación de Juan Carlos I en 2014 para dar paso a su hijo. Pese al cortafuegos que realmente supuso esta maniobra como última baza para apuntalar el edificio agrietado de la Corona, crece entre las nuevas generaciones el rechazo y crítica a la pervivencia de este poder opaco sin justificación presente y menos aun futura.

Las encuestas mensuales del CIS, que son sensibles a múltiples temas de preocupación social y política, no preguntan sobre el grado de aceptación o rechazo de la monarquía desde hace más de 6 años pese a la demanda existente. Una muestra clara del temor que tienen desde las altas instancias del aparato de Estado a que los datos puedan suscitar un debate democrático sobre el tema, que contribuya a desestabilizar la institución.

Para tratar de subsanar esta carencia, el pasado mes de Setiembre se llevó a cabo la mayor y más rigurosa encuesta realizada hasta el presentepor 16 periódicos constituidos en “Plataforma de Medios Independientes”.La información recogida concluye que, si se celebrase un referéndum acerca de la forma de Estado, un 40,9% votaría a favor de una república, frente a un 34,9% que preferiría una monarquía,un 4,9% votaría en blanco, un 6,4% no iría a votar y un 12,9% se muestra indeciso. Son datos elocuentes que muestran la fragilidad en la que se asienta el poder de quien ejerce de jefe del Estado, pero al mismo tiempo no conviene ignorar que todavía dispone de considerable apoyo, especialmente en el ámbito de la derecha y en las edades más avanzadas.

La representación política actual no es ajena a esta percepción. En la cortes generales el PSOE, pese a considerarse a si mismo republicano, paradójicamente apoya y sostiene al actual monarca en base a la premisa de defensa de la actual Constitución. En la mencionada encuesta, se recoge que el 55% de los votantes del PSOE se proclaman republicanos frente al 29,9% que apoya la monarquía. Por otra parte, no conviene olvidar que cualquier reforma constitucional requiere al menos del apoyo de 2/3 de ambas cámaras y a día de hoy apenas alcanza a 1/5 de los y las representantes que realmente estarían por la labor.

“El futuro es República”. Cierto. Pero ¿Cuánto tardaremos en llegar a ella? ¿Qué camino habremos de tomar para avanzar en esta dirección? Quienes nos sentimos republicanas y republicanos tenemos una ardua tarea por delante. Es necesario proclamar la república siempre que sea posible y en especial el 14 de Abril, pero no es suficiente.

Hemos de emitir un mensaje sostenido que cuestione la monarquía en sus aspectos más evidentes, falta de democracia, privilegios, falta de transparencia, corrupción, utilización del poder para beneficio propio, carácter hereditario, discursos conservadores…Todo ello frente al empeño de quienes minimizan y ocultan las irregularidades y escándalos que genera la institución monárquica. Pero también hemos de tener en cuenta que las mujeres y hombres republicanos, en otros países y en el nuestro, son de ámbitos ideológicos diferentes, de izquierdas y de derechas. Y, por lo tanto, hay que contar con esa pluralidad. El trabajo por un modelo de Estado republicano tiene que aunar muchas voluntades diversas y representar a todas ellas.

A su vez, porque el futuro se construye con el presente, quienes somos de izquierdas difundiremos y desarrollaremos cada día los valores propios de una democracia republicana sin dogmas ni prejuicios, con solidaridad y libertad, no tolerar las injusticias y desigualdades, igualdad ante la ley, amplia participación ciudadana, beligerancia contra toda corrupción, transparencia en la gestión de las instituciones, no aceptar los abusos de poder, defensa del feminismo, trabajar por un mundo ecológicamente sostenible,…
En nuestros días, hay un auge de la extrema derecha y de sus relatos sobre que la II República afirmando que fue un nefasto paréntesis en la historia de España.

Recientemente, Abascal en el hemiciclo se atrevió a decir que “el actual gobierno es el peor de los últimos 80 años”. Es necesario hacer frente a estos desvaríos reivindicando una y otra vez nuestras aspiraciones republicanas como un referente fundamental de nuestro ideario. Y seguir recordando, como cada 14 de abril, a quienes por enfrentarse al golpe militar franquista pagaron un alto precio con el exilio, la cárcel y la pérdida de sus vidas por defender la república. Una vez más, queremos rendirles nuestro más sentido homenaje y nos empeñaremos en mantener su memoria frente al olvido y la tergiversación. Tal y como lo venimos haciendo desde tiempo atrás, seguiremos desenterrando los cadáveres de las y los fusilados que todavía hoy permanecen en las cunetas, restituyendo su papel en la historia.

Nos queda mucho por hacer a nosotras y nosotros, pero sabemos que tal como escribió el poeta republicano Antonio Machado, se hace camino al andar; un camino para alumbrar la futura república.

Begoña Alfaro (Podemos) , Marisa de Simón (izquierda – Unida), Olga Risueño (Batzarre), Sofia Perez (Equo).