[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,8,7,9″ ihc_mb_template=»2″ ]»Biciclistas de Corella» sigue homenajeando a las personas mayores. El pasado domingo, hacía entrega del premio «Una vida en bici» a Santiago Delgado, el «Musa», un hombre muy humilde y jovial que a sus 90 años sigue yendo todos los días a la huerta y a hacer mil recados con su bici y su barquilla. Santiago encarna todo eso que tanto nos gusta de la vida en los pueblos: la cercanía y simpatía, la conservación de las tradiciones, el sentido de comunidad, los sabores y olores de la tierra, el disfrute de lo cotidiano, un pasado de emigración, la sencillez, el arraigo, esas frutas y verduras recién traídas de la huerta en su barquilla… Ayer Jasmine y Sabrina, dos alumnas del proyecto Erasmus que Biciclistas coordina junto al IES Alhama, lo entrevistaron en su bajera:
Jasmine/Sabrina: ¿Cuándo y por qué comenzó a utilizar la bicicleta?
Santiago: En mis tiempos jóvenes no teníamos bicicleta casi nadie. Había un par de tiendas que reparaban y alquilaban bicis. A veces, por poco dinero nos íbamos pedaleando a los pueblos cercanos. Los días que había fútbol, costaba menos el alquiler y aprovechábamos para ir a animar al equipo de Corella.
Jasmine/Sabrina: ¿Y después, siguió con la afición a la bici?
Santiago: Es que mi vida dio muchas vueltas y yo, la verdad, estaba a otras cosas. En
Corella no había trabajo y me fui dos temporadas a Francia a recoger la remolacha. Allí nos trataban bien pero trabajábamos mucho. Después, el gobierno español firmó un acuerdo con el de Australia y nos presentamos más de 100 para ir a trabajar allí. Unos médicos nos hicieron unas pruebas y nos seleccionaron a siete de Corella. De otros pueblos fue mucha gente también. Nos subimos al barco en Bilbao y 31 días después llegamos a Melbourne, pasando por Ciudad del Cabo, Sudáfrica. En Australia pasé 11 años. Después volví a Corella y aquí me quedé. En aquellos tiempos me dio más por la moto, pero tuve un accidente a los 68 años y desde entonces ya no he dejado la bicicleta para ir al Villar, a la huerta, a hacer recados… a todos los lados.
Jasmine/Sabrina: ¿Cómo era la vida en Australia?
Santiago: Es un país muy agradable, y su gente, también. Yo tenía una novia de Madrid y mantuvimos por carta la relación bastante tiempo, pero al final rompimos. Después de cinco años en Australia, volví a España. Me fui a Madrid con mi amigo Pilo, conocí a una chica de La Mancha que se llamaba Manoli, nos gustamos y estuvimos siete meses cortejando. Ella vivía en Madrid y yo en Corella, pero los fines de semana nos veíamos.
Después, nos casamos y fuimos a Australia. Allí estuvimos seis años más e hicimos vida, primero en Melbourne y después en Sidney y en el norte de Australia. Allí tuvimos a nuestros dos hijos, José y Ana.
Jasmine/Sabrina: ¿Qué le aporta la bicicleta?
Santiago: Pues… ¡qué se yo! Me resulta muy cómoda y me da libertad. Voy, vuelvo, torno… En un momento me planto en la huerta, hago recados, veo a amigos o familia… No me da ninguna pereza. Ahora tengo eléctrica, pero hasta hace tres años llevaba una bici normal.
Ah, y la barquilla que no falte, para así cargar todo en la huerta. Mira, todos estos melones han venido en la barquilla. Por cierto, ¿queréis un melón?
Jasmine/Sabrina: ¿Alguien en su familia tiene también afición a la bici?
Santiago: Mi nieto de 15 años es muy deportista y también ciclista. Vive en Alfaro pero estudia en Tudela algo de deporte (Ciclo de Grado Medio de Actividades Físico-Deportivas en el Medio Natural). Ah, y mi cuñada Villar también se mueve siempre en bici. Hay mucha gente, sobre todo mayores, que vamos en bici en Corella.
Jasmine/Sabrina: ¿Y usted entiende a esas personas que van al gimnasio, a hacer recados, al colegio, al trabajo, etc, siempre en coche?
Santiago: Pues no les entiendo porque aquí, en los pueblos, no hay distancias. Me parecen unos pelmas.
Desde el otro lado de la bajera, se oye la voz de su cuñada Villar: «¡Y unos vagos!».[/ihc-hide-content]