En medio de polémicas biografías y acusaciones, Woody Allen (Blue Jasmine, Días de lluvia en Nueva York), realiza este film con el Festival de Cine de San Sebastián como telón de fondo. La historia muestra sus obsesiones, sus homenajes al cine clásico a través de la figura de un profesor de cine que viaja al Festival de Cine con su mujer publicista. El film lo protagonizan: Wallace Shawn, Gina Gershon, Louis Garrel, Elena Anaya.
La historia muestra a Mort Rifkin (Wallace Shawn,) recordando los días pasados en el Festival de San Sebastián, lugar donde se separó de su mujer Sue, (Gina Gershon). Mort y Sue acuden al Festival, ella como representante del joven director francés Philippe (Louis Garrel), el con el ánimo de crear la novela que le dé el éxito. A medida que pasan los días, Mort soporta peor al pedante director, observando que su mujer, al contrario, cada vez está más pendiente de él.
Paseando por la ciudad, encuentra a un amigo, al cual le confiesa una pequeña dolencia cardiaca. El amigo le recomienda visitar a la doctora Jo Rojas (Elena Anaya). Al acudir a la consulta, Mort se enamora perdidamente de esta mujer, y decide iniciar una relación con ella. Esta cardióloga está casada con un artista impetuoso y mujeriego Paco (Sergi López), con el cual se siente terriblemente infeliz. Así que Mort aprovechando que su mujer sólo tiene ojos para Philippe, estrecha la relación con Jo visitando la ciudad, al mismo tiempo que revive el amor por los cineastas clásicos.
En el personaje de Shawn reconocemos a Allen, sus fobias, dudas, el temor al paso del tiempo que no sólo deja huella en la salud, en las relaciones (las infidelidades, la soledad), sino también trae a los “modernos” que con cuatro citas se creen adalides de la cultura y el arte. Allen entre postal y postal de San Sebastián, parodia y reinterpreta a sus clásicos (Buñuel, Goddard, Truffaut, Bergman, (excelente la interpretación como Muerte de Christoph Waltz en El séptimo Sello). Sin embargo, todo suena a un dejá vú. Quizás lo preocupante sean elementos impropios de un director como él: planos y contraplanos montados mal, escenas como la de Sergi López lamentables o las del consultorio que suenan a tomadura de pelo, será la edad porque si no es incomprensible.
En el film destacan las actuaciones convincentes de Wallace Shawn, y sobre todo la luz, la fuerza que aporta Elena Anaya a una historia que se deja llevar como las olas golpeando contra la bahía de La Concha.
Confiemos que Woody Allen regrese a Nueva York, donde ha realizado sus mejores obras. Pasearse por Londres, París o Donostia es una gozada, pero crear una buena película implica algo más.
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