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¡Reviviendo la Navidad!

Cuentos de Navidad del colegio FESD Anunciata

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Hace muchos años, en un pequeño pueblo, vivía un niño llamado Nico. A Nico le gustaba investigar cosas del pasado.

Un día de lluvia, Nico necesitaba unas botas de agua para salir a jugar con sus amigos. Subió al desván para buscarlas, no las encontró, pero vio una caja que no había visto nunca antes. Cuando iba a cogerla para abrirla apareció su madre y le dijo que esa caja no la podía abrir y se la llevó con ella. Nico no podía dejar de pensar en la caja, tenía que saber lo que contenía. Decidió esperar a la noche para coger la caja. Cuando su madre se durmió, fue sigilosamente a su habitación y la cogió. Tan rápido como pudo fue a su cuarto para abrirla. Dentro había muchas postales con frases que no entendía como “Feliz Navidad” y dibujos que nunca había visto, como un árbol con bolas de colores, una familia con un recién nacido y tres reyes llevándole regalos.

Al día siguiente, le preguntó a su madre que significaba lo que había en las postales. Su madre le explicó que era una fiesta en la que se celebra el nacimiento del Niño Jesús, pero que desde hace mucho tiempo no se celebra porque eran fechas tristes para el pueblo.

Nico le contó a sus amigos que existía una fiesta llamada Navidad. Todos querían que se volviera a celebrar en su pueblo. Convencieron a sus padres para que le propusieran al alcalde que se volviera a celebrar la Navidad. El alcalde aceptó y los niños estaban ansiosos para que llegara diciembre. Al llegar diciembre, fueron a los pueblos de alrededor a comprar adornos y regalos y los niños celebraron su primera Navidad con alegría y diversión..

Irati Rubio Fernández 5º A

Magia en las luces

Cuentan que cuentan que me contaron que había un grupo de amigos a los que les encantaba la Navidad. Ellos se llamaban Diego, Francis, Rodrigo y Miguel. Vivían en Tudela. Quedaban pocos días para Navidad y habían quedado para ver el encendido de luces.

Entonces los amigos fueron a la Plaza Nueva para disfrutar todos juntos.
-¡Falta poco!¡Qué nervios! – exclamó Francis.
-¿Ya habéis escrito la carta? – preguntó Diego.
-¡Pues claro! – contestaron todos.

En ese mismo instante sonó la cuenta atrás para encender las luces de la ciudad. ¡3,2,1…! Pero nada ocurrió. La gente se preguntaba entre ellos qué había pasado. En realidad, antes de que se encendieran las luces hubo un cortocircuito.

-¿Qué ha pasado? – preguntó Miguel.
-No tengo ni idea, ¡pero esto hay que resolverlo! – dijo Rodrigo.Entonces Francis dijo en alto a los habitantes:
-¡Niños, niñas, mayores, pequeños! ¡Desead con todas vuestras fuerzas que se enciendan las luces y comience la Navidad!

Finalmente, y de forma mágica, se iluminó toda la ciudad. Y es que realmente la magia de la Navidad está en nuestros corazones. Y si lo deseas con fuerza, todo puede suceder.

Miguel Jiménez Ledesma 5ºB

Regalos de amor para dar y compartir

Había una vez, cuando los animales hablaban, un niño llamado Oziel. Sus padres le compraban muchísimas cosas, así que jugaba un montón con sus juguetes.

Un día, en la noche anterior a Nochebuena, Papá Noel se enteró de que no tenía más regalos, y a sus elfos no les quedaban fuerzas. Entonces tuvo que hacer una cosa:

– Pediré ayuda a los otros seres mágicos inmortales – pensó Papá Noel – seguro que les quedan algunos regalos para mí.

Cogió su trineo y se marchó al Mundo Secreto de la Magia. Preguntó a todos sus amigos, pero fue en vano; ni los Reyes Magos, ni el Conejo de Pascua, ni ningunos más tenían nada para él.

A Papá Noel no le quedaba otra que pensar:

– A lo mejor le puedo preguntar a los humanos.
Nadie tenía tantos regalos para todos los niños y niñas del planeta, hasta que vino Oziel, preocupado por la pena, y le dijo:

– Yo soy a quien buscas. Ven a mi casa y toma todas mis ofrendas. Esta es mi dirección.

Oziel le dio su dirección de casa y Papá Noel cogió sus regalos y como recompensa, Papá Noel le llevó en su trineo para enseñarle cómo reparte los regalos, y cuando estaba distraído, Papá Noel le convirtió en elfo.

-Este es el mejor regalo que me podías dar: tu amor..

Valentina Osta Gallardo 5ºC

Un misterio navideño

Era 25 de diciembre y estaba muy emocionada. ¡Era el día de Navidad! Había quedado con mis amigos para ver las luces y compartir con mis amigos lo que nos había regalado Papá Noel el día de Nochebuena.

Fuimos a la Plaza Nueva para hacernos unas fotos con las letras de “Tudela” y ver las luces de la carrera. Ya llevábamos una hora rondando por Tudela viendo todos los adornos y escaparates adornados con mucho gusto.Ya acabada nuestra caminata decidimos ir a la plaza del Ayuntamiento, pero cuando llegamos vimos a la policía y a los bomberos en la puerta de la catedral. También vimos que había mucha gente alrededor, entre ellos nuestros compañeros del colegio la Anunciata. Nos contaron que habían desaparecido unos chicos que iban con ellos. En ese momento recordé algo que mi abuelo me contó sobre una antigua leyenda de Tudela. Había un pasadizo desde la catedral hasta el Cristo.

Entonces salí corriendo en dirección al Cristo. Cuando llegué ellos estaban allí sanos y salvos.

Todos mis amigos me habían seguido y, cuando llegamos, los vimos un poco asustados pero sonrientes. Todos queríamos saber cómo habían llegado, ellos dijeron que por un pasadizo pero nadie les creyó.

-¿Será verdad? – dijo Pablo.

– O un milagro navideño – dije yo.

Sea lo que sea mi abuelo tenía razón.

Irati Pardo Alfaro 6ºA

Las galletas mágicas

Érase una vez dos hermanos: uno se llamaba Íñigo y el otro se llamaba Juan. Íñigo tenía 11 años y Juan 10. Sus padres se llamaban Alejandro e Inés, vivían en un pueblo y a todos les gustaba la Navidad.

Todas las Navidades ponía el árbol de Navidad y el Belén en familia: era por tradición. El 6 de enero iban los Reyes Magos a dejarles los regalos. Al día siguiente Juan e Íñigo se levantaron y… ¡los regalos habían desaparecido! Había una nota que decía: “para los regalos encontrar, tendréis que preparar una receta de galletas de Navidad. Aquí os dejo la especia mágica. Sólo tendréis 12 horas para recuperarlos. Luego, le daréis un mordisco y os teletransportar al mundo de la Navidad”.

Prepararon las galletas, le dieron un mordisco y se teletransportaron.

Allá, en el mundo de la Navidad, había un montón de nieve y regalos. Entraron en una casa porque era la única que había y estaba hecha de chuches. Dentro de la casa estaba el que les dejó la nota. Les devolvió los regalos y les dio la enhorabuena por haber pasado la prueba. Les invitó a unas galletas y chocolate caliente y fueron felices y comieron perdices.

Íñigo Asa Campo 6º B

Las hadas de la Navidad

Había una vez, al sur de Navarra, un pueblo llamado Tudela. El pueblo tenía una costumbre muy curiosa. Cada año por Navidad todas las familias talaban un árbol para adornar sus casas, los decoraban, etc. y, al año siguiente, talaban otro y así sucesivamente.

Una niña llamada María estaba convencida de que talar los árboles no era la mejor solución para adornar su casa. Ella intentaba que su familia no siguiera esa tradición pero no lo conseguía. La noche del 31, Nochevieja, todos los vecinos se reunieron en la casa de María para cenar las uvas juntos. Todas las casas estaban super bonitas decoradas de Navidad. Cuando los vecinos entraron a la casa de María parecía el paraíso: luces, turrones, mazapanes, golosinas… Cuando estaban todos cenando alegres y felices un campanilleo agudo los interrumpió: ¡¡¡era un hada!!! El hada estaba triste.

– “¡Los humanos sois unos brutos! Los árboles con los que decoráis vuestras casas ¡¡son nuestros hogares!! Cada año quedan menos árboles. Llegará un momento que no tendremos un hogar” – exclamó el hada enfurruñada. – ¡¡¡Comprar un árbol de plástico!!!

Los vecinos, después de pensarlo hicieron caso al hada. Así que decidieron comprar árboles de plástico y replantar los cortados.

Al año siguiente todos decoraron su árbol de plástico y además sus vecinos replantaron árboles. Estaban todos contentos: hadas y vecinos. Así, cada año, reutilizaban su árbol por Navidad.

Y hoy por hoy se sigue haciendo.

Irati García Burgaleta 6º C