En el sabio refranero español tiene cabida todo tipo de conductas que atañen al género humano. Recientemente se ha vuelto a escuchar con reiteración ese antiguo “el que reparte se queda la mayor parte”. Es lo que está intentando hacer un señor antidemócrata que ha salido elegido democráticamente.
Para empezar, trata de repartir el pastel geográfico mundial a su capricho. No, no es que el pastel a repartir sea suyo, pero tiene un enorme cuchillo, que es lo que cuenta a la hora de trocear. De momento ha dicho que le gusta la Groenlandia danesa, el Canadá canadiense, el panameño canal de Panamá, la palestina Gaza y una parte de la ucraniana Ucrania. Aquí, de momento, estamos de suerte, pues desconoce que existe Benidorm, el Valle del Jerte, Donosti, la costa de Cádiz y la Ribera de Navarra, por poner sólo unos pocos ejemplos que me vienen a vuelapluma.
Otro antidemócrata, experto en envenenar a los opositores, que tiene un cuchillo de parecidas dimensiones, se conforma, también de momento, por quedarse con casi toda Ucrania. Empezó quedándose con Crimea, luego se está quedando con las regiones occidentales y ya ha empezado con las orientales. Parece ser que también les interesan algunos cercanos países europeos. Tiempo al tiempo.
El dueño del tercer cuchillo, guarda silencio y se dedica observar y a verlas venir. Está claro que la anexión de Taiwan es cuestión de poco tiempo. Y, en consecuencia, ninguno de los otros dos podrá impedirlo.
Y aquí estamos los europeítos, que no supimos poner el “cordón sanitario” a su debido tiempo a todo lo antidemocrático y, por ello, los fans de Hitler, Franco y Mussolini, están que se frotan las manos. Es de lo que se trata: conquistar el poder amparándose en la bondad de la Democracia para ejercerlo dictatorialmente. Porque las motosierras se ponen en funcionamiento para acabar con los pilares fundamentales de una Democracia, como son la Educación y la Sanidad universales, regalándolas después a las manos privadas del Capital. Y, por supuesto, haciéndose con el control de la Justicia, a la que hace ya tiempo que le trucaron la balanza, a la vez que cambiaron la venda de los ojos por unos prismáticos,
Eso sí, no olvidemos que muchos de los votos con que algunos tiranos llegan al poder se deben a ese binomio fantástico que componen la pobreza y la ignorancia. Después sólo queda el lamento. Y a verlas venir.