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Realizar, por Alfonso Verdoy

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El título habla de un verbo cuyo significado es hacer a algo real, perfeccionarlo, o lo que viene a ser lo mismo, llevarlo a su plenitud. También los seres humanos buscamos nuestra realización, porque estamos hechos en precario, con unas facultades solamente apuntadas y que deberemos desarrollar por nuestros medios, aunque nunca lo consigamos por completo, ya que la perfección plena es imposible. Nuestra vida es pues un intento continuo de desarrollar nuestras características, y de nosotros depende, de nuestra constancia, de nuestra inteligencia y de nuestro interés, que las vayamos mejorando todo lo que podamos.

Lo que pasa es que la realización personal, como casi todo, tiene también sus riesgos, porque nos puede servir en determinadas ocasiones para competir con los demás. No digo que esto suceda siempre, pero si no estamos atentos sí que puede ocurrir, puesto que posiblemente nos digamos: “yo estoy menos realizado que fulano” y nos lancemos furiosos, más que a desarrollar nuestras potencias, a superar a dicha persona, y en ese caso la realización es un motivo de discordia, quizá solapada y hasta un tanto blanda, pero discordia al fin y al cabo.

Para nuestra realización es imprescindible conocernos bien, tener claro cuáles son nuestras potencias y nuestras posibilidades

Pero si nos miramos principalmente a nosotros, si hemos de ser sinceros, puede que nos digamos: “pues sí, no estoy a la altura a la que podía y debiera estar”, y entonces buscaremos los auténticos motivos, que pueden ir desde la pereza hasta la mala planificación, la inconstancia, etc., lo cual nos hará descubrir qué cambios necesitamos para obtener la mayor perfección posible.

Para ello es imprescindible conocernos bien, tener claro cuáles son nuestras potencias y posibilidades, pero todos sabemos lo difícil que es tal cosa. María Zambrano decía que, para eso, la persona necesita mirarse a su interior, pero que esto le plantea dificultades, porque en esas situaciones nos volvemos opacos; ante ese inconveniente, la única salida según Zambrano es mirar al otro, abrirnos a él para poder mirarnos desde él mismo; es así como venceremos nuestra opacidad y podremos descubrirnos con mucha mayor precisión. Lo que supone que el otro, los otros en general, no son por tanto competidores nuestros, sino alguien que nos puede ayudar a comprendernos mejor. Es de esa manera como lograremos una realización más adecuada, gracias a los otros, superándonos a nosotros mismos, sin necesidad de vencer a los demás.