José Ayesa
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De nuevo a mediados de diciembre y ahora en enero, la crecida del Ebro ha golpeado salvajemente a la agricultura y ganadería del Valle Medio.
La política de proteger las zonas urbanas ha dado buen resultado pero a costa de convertir el Valle Medio en un inmerso pantano. Si no cambiamos la estrategia nos vamos a cargar una de las huertas más productivas del mundo, donde se han instalado la industria congeladora y deshidratadoras de alfalfa, con el consiguiente riesgo de empobrecimiento de los pueblos ribereños.
La solución pasa por dejarle al río su espacio natural creando zonas inundables con apertura para las riadas grandes pero para ello tiene que llevar aparejada la limpieza equilibrada del cauce.
No se pueden aplicar las mismas leyes medioambientales a los ríos de los países del norte de Europa que a los de España. Aquí, debido a los pantanos, hay épocas de estiaje en las que baja mucho el caudal del auga y por ello prolifera la vegetación que, con el paso de los años, obstruye el cauce y provoca grandes destrozos. Por esa razón, estos ríos tienen que tener un trato diferente. Además, se puede demostrar que una vez limpios disminuiría la elevación del agua, se regenerarían rápidamente, y en absoluto perjudicaría a la fauna.
Ya es la segunda vez que en Novillas la avenida ha arrancado arboledas centenarias mientras el lecho del río está lleno de vegetación y meandros que en total ocupan cerca de treinta hectáreas. Esto no hace más que demostrar que la ecología a veces desconoce las situaciones a las que nos empuja la realidad.
En la última riada extraordinaria, que ha sido la más grande, se ha demostrado que a su paso por Zaragoza el río ha llevado menos agua mientras que en nuestra zona se elevó unos treinta centímetros más que los registros históricos. Como se aprecia, la tendencia empeora la situación en el Valle Medio.
Las obras que se hagan en el río tienen que ser para prevenir, no para curar. La situación es insostenible, en el cauce del río se han cometido muchos errores. El más grande a principio de siglo y a instancias de la Comunidad Económica Europea. Entonces el gobierno de turno instaló en el Ebro la RED NATURA 2000, fue el principio del desastre que venimos padeciendo.
Respecto al cultivo de leñosos en las zonas bajas próximas al río, no es una cosa reprochable pues con fecha 21 de diciembre de 2018 una ponencia elaborada por participantes de la Comisión del Agua en Aragón decía en su artículo 3:
“Desarrollo de actuaciones de mantenimiento y gestión integral del cauce del río para la protección y seguridad de núcleos urbanos, tales como el retranqueo y/o eliminación de motas y la retirada y reubicación de gravas y vegetación entre otras medidas, a fin de aumentar la sección hidráulica del río y recuperar su caudal portante, fundamentalmente en el tramo medio del Ebro aragonés en el que se producen graves retenciones de caudal. Para ello habrá que destinar fondos económicos para la compra pública o permuta de terrenos, o en aquellos casos la realización de los correspondientes procedimientos de deslinde y recuperación del dominio público hidraúlico”.
Hay que hacer una mesa de seguimiento en la que participen todos los estamentos de Aragón. No se puede eludir la realidad en nuestros pueblos, disminuye la población y vemos el futuro con pesimismo. No se puede esperar a la próxima, hay que actuar ya pues estamos a las puertas de la España vaciada.
Por eso, la solución tiene que ser política, todas las actuaciones que se hacen en el río están coartadas por las leyes medioambientales.
¡Es hora de que ese punto negro que se ha convertido el Valle Medio vea la luz!

José Ayesa
Agricultor de UAGA y alcalde de Novillas de 2003 a 2019