Desde hace tiempo estamos olvidando un determinado tipo de preguntas, a la vez que vamos aumentando el número de las que hacemos, y esto es así porque nos acercamos cada vez más a nuestro horizonte; este acercamiento nos desvela nuevos sectores de la realidad hasta entonces ignorados, sectores que la ciencia ha descubierto y que está empezando a investigar con sus preguntas ordenadas y sistemáticas.
Hemos abandonado ciertas preguntas porque no tienen ese tipo de respuestas concretas que nos da la ciencia
Esta superabundancia de nuevos elementos hace que volquemos en ellos nuestras atenciones y nos desentendamos de esas otras cuestiones que pueden considerarse como más difíciles de resolver, si no imposibles. Por eso nos preocupamos por saber cómo funciona nuestro cerebro, por ejemplo, o los avances de astronomía, biología, etc. Se trata de investigaciones lideradas por verdaderos especialistas pero seguidas, aunque muy de lejos, por esa gran mayoría que somos todos, guardando en nuestra memoria los rasgos más generales de los continuos descubrimientos, al menos de los que nos interesan. Y todo esto provoca nuevas preguntas que los grandes especialistas terminan respondiendo, aunque no todas y no con la rapidez deseada.
Obnubilados por el descubrimiento de tantas cosas, hemos dejado de preguntar por su sentido, también por el significado del entendimiento humano, menos que un átomo en la infinidad de galaxias, pero capaz de ir conociendo todo lo demás, tarea para la que ese todo lo demás es del todo inútil. ¿No es esto asombroso?
Hemos abandonado estas preguntas porque, al parecer, no tienen respuesta, o al menos no tienen ese tipo de respuestas concretas que nos da la ciencia. Pero es que hay otra clase de respuestas. Se dice que el lenguaje más universal y comprensible es el silencio, y resulta que ante esta especie de preguntas nos quedamos en silencio, pero no en un silencio mudo, no un silencio que nada dice, porque es un silencio que nos hace sentir un mundo diferente, que nos sumerge dentro de un ámbito innombrable pero que nos traspasa y nos llena, un ámbito cuyas palabras no entendemos pero que nos hacen distintos, como más elevados, un silencio que nos permite palpar, tímidamente, un algo que nos sobrepasa y que a la vez nos hace presentir una desconocida plenitud.
Esta pandemia nos está haciendo reanudar esas preguntas olvidadas; así recuperaremos el silencio y nos habituaremos a experimentar una nueva dimensión en nuestras vidas, lo cual nos ayudará a profundizar en el sentido de las otras respuestas.
Alfonso Verdoy