La UCI del Hospital «Reina Sofía» ha sido el escenario de alguno de los testimonios más duros que nos deja la pandemia. En estos meses han sido muchas las voces que han reivindicado que se mostrase a la ciudadanía lo que venía ocurriendo en ellas para tener una dimensión más real y acertada de las consecuencias de la COVID.
La tudelana Paula Lacarra ha sido testigo directo de estas consecuencias. Con una amplia experiencia profesional en cuidados intensivos es la jefa de la Unidad de Enfermería en Cuidados Críticos, Procesos de Soporte y Recursos Materiales desde hace 4 años y medio. Reconoce que lo ha ha podido vivir ha sido algo arrollador como un tsunami. «Aunque veíamos lo que estaba pasando en China, creíamos que aquí no iba a llegar. Incluso cuando ya estaba pasando en Italia. Y llegó, y de qué manera».
Asegura que el frenético ritmo de trabajo que han tenido que soportar los profesionales les impidió darse cuenta de la dimensión de lo que estaba pasando. «La UCI ha sido lo más parecido a un hospital de campaña y la Enfermería de guerra. Con mucho personal nuevo, que no conoce el trabajo de un Servicio de Críticos, donde durante todo el turno no se puede parar ni siquiera a beber un vaso de agua y a lo que había que sumar nuestro propio miedo que te lleva a dudar sobre si estás haciendo las cosas bien sobre todo para no contagiarte tú, ni a los tuyos».
La llegada del verano supuso un respiro para los profesionales, una calma que al final ha precedido a la tempestad que hemos vivido estos últimos meses. «Es cierto que no ha sido como en marzo, pero otra vez hemos tenido que ampliar camas para poder atender a los pacientes. A ello ha que sumar que el personal está afectado física y emocionalmente, aunque hayamos tenido nuestras “vacaciones” y días de descanso. Y sabemos que tenemos que volver a coger fuerzas de donde se pueda para aguantar todavía lo que queda de otoño e invierno», asegura.
De todo lo vivido, se queda con la unidad y profesionalidad con la que se ha trabajado en el hospital «Hemos demostrado que sabemos organizarnos en situaciones adversas y formar un gran equipo para poder ir todos a una. Y que somos más fuertes de lo que podamos pensar a veces. Pero es cierto que no se puede abusar de esa fortaleza, y hay que cuidarla. Porque todos nos podemos agotar», avisa.
Personalmente, la enfermera tudelana asegura que ha sido toda una lección de fuerza metal y física, «ha sido un orgullo de ver cómo el equipo ha trabajado en unión, apoyándonos unos a otros sin la menor duda, con una disponibilidad plena». Pero a la vez, prefiere no sacar conclusiones precipitadas de la Pandemia, puesto que, asegura, «esto no ha terminado. Te ves cansada y ves que como no tengamos cuidado y seamos responsables, otra vez vamos a volver a estar con mucho más trabajo, y con otra nueva ola.
Aunque en esta segunda ola el miedo se ha diluido y la experiencia adquirida en 8 duros meses permite abordar el tratamiento de la enfermedad y el cuidado de los pacientes de otro modo, «sigue habiendo un respeto máximo por parte de los profesionales ante esta enfermedad. Cuando nos van quitando restricciones, da la sensación de que ya no pasa nada y podemos hacer vida normal. Pero no, todavía esa normalidad no se puede asumir. Y tardará. Pero hay que adaptarse. Hay que tener responsabilidad y por supuesto paciencia. Que todo llegará. Y esto es un trabajo de todos».
Por ello, Lacarra reclama a la ciudadanía sentido común en esta Navidad. «No tirar por la borda el trabajo que llevamos hecho. Todos queremos pasar una Navidad y unas fiestas con los nuestros. Pero Navidades hay todos los años. Y si no nos comportamos bien y cumplimos con las normas, puede que algunos no lleguen. Así que seamos responsables», porque, indica, «esto sigue siendo una carrera de fondo. Llegarán tiempos mejores, pero no van a ser inmediatos».