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Pantallas, por Alfonso Verdoy

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Hasta hace no muchos años, cuando alguien llegaba a cualquier sale de espera se sentaba, y si había una revista o un periódico-cosa bastante corriente- no dudaba en leer lo que aquellas páginas ofrecían. Claro que también se podía quedar observando el recinto y a las personas que lo ocupaban, incluso en ocasiones iniciaba una conversación con ellas, o por el contrario se podía quedar en silencio y repasar mentalmente aquel asunto que le preocupaba, o pensar en cómo se estaba desarrollando su vida durante ese día, o quizá durante mucho más tiempo. Era esta una reflexión que le hacía profundizar en su conducta, descubriendo en esos momentos, posiblemente, aciertos pero también pequeños o grandes errores en su modo de vivir, prometiendo en tal caso un cambio en su comportamiento.

En ninguna de estas situaciones podemos decir que se perdiera el tiempo, porque leer, observar espacios y conversar con personas son siempre maneras de pensar por uno mismo, lo cual nos enriquece humanamente. Y por supuesto que el aprovechar esos periodos para reflexionar depara siempre una especial sabiduría sobre la vida. Así que esos ratos servían, más que para perder el tiempo para ganar mucha vida.

Poco a poco vamos perdiendo ratos para nosotros y vamos aumentando ratos para las pantallas

Pero, lo que son las cosas, esos comportamientos han desaparecido casi por completo, porque lo que se suele hacer es sacar el móvil y enfrascarse en su diminuta pantalla; así nos desentendemos de quienes nos rodean y abortamos ese posible análisis o esa posible reflexión tan beneficiosa, perdiendo de paso la posibilidad de acrecentar nuestra madurez y nuestro criterio. Sólo se tienen ojos para las redes, palabra con la que presumimos de modernidad, pero conviene tener en cuenta que las redes son también la mejor manera de lograr que los peces-y los que no son peces- pierdan su libertad, quedando presos en ellas. Poco a poco vamos perdiendo ratos para nosotros y los vamos aumentando para las pantallas. Nos enteramos de muchas cosas, pero estamos olvidando pensar por cuenta propia, y eso no es ninguna ventaja