Hay directores de cine que son conocidos gracias a sus películas, otros en cambio, por los actores que intervienen en sus películas, este el caso de Ric Roman Waughn (Greenland: el último refugio), el cual vuelve a contar con la estrella de acción Gerard Butler. En esta ocasión, narra como un agente de la CIA después de manipular un reactor nuclear, debe emprender una huida espectacular si quiere salvar la vida, ya que su identidad ha sido revelada. Aparte de Gerard Butler, protagonizan el film: Navid Negahban, Bahador Foladi.
Tom Harris (Gerard Butler) es un agente experimentado de la CIA, el cual está deseoso de volver a su casa. Sin embargo, el alto mando le encarga una última misión que consiste en sabotear un reactor nuclear en territorio iraní. Realiza el encargo, pero un informante delata su identidad, y la implicación de la agencia en la misión. Desde ese momento, se inicia una carrera contrarreloj por salvar la vida.
La única posibilidad que tiene Harris de salir del país es llegar al aeropuerto de Kandahar en Afganistán en 30 horas, donde un avión británico le trasladará a Estados Unidos. Para lograr esta misión casi imposible, la única ayuda con la que cuenta es la de su traductor afgano “Mo” Doud (Navid Neghavan), un hombre pacifista y sensato. Sin embargo, el despiadado asesino Kahil (Ali Kazal), no está dispuesto a dejar con vida al agente de la CIA y pone precio a su cabeza, desatando una caza al extranjero, donde todo el que empuña un arma sale en su busca y captura.
El film del director de Objetivo: Washington D.C., da alguna pincelada crítica sobre la postura geopolítica de Estados Unidos y sus cruzadas, inmiscuyéndose en lugares donde nadie le llama. Las escenas de acción están bien rodadas y aparte de las consabidas dosis de explosiones, tiroteos, persecuciones, aporta una cierta novedad al dotar a los personajes secundarios de ciertos matices, donde los buenos no parecen serlo tanto ni los malos son tan obvios. Eso sí, el film abusa de explicaciones, de ofrecer tanto punto de vista desde donde juzgar el conflicto, ralentizando el ritmo narrativo, y confundiendo un poco al espectador.
Gerard Butler se ha convertido en uno de los héroes de acción de los últimos años y se nota que no le cuesta nada interpretar ya sea a un luchador por la defensa de la naturaleza como hizo en El piloto, su penúltimo film, ya sea como un agente de la CIA que dispara a la misma velocidad que habla.
Un film de acción con un descafeinado sentido crítico sobre las intervenciones militares estadounidenses fuera de su territorio, que da lo que esperas de él, y que se olvida a la misma velocidad que un helado se derrite en el desierto.
Carlos Muñoz