Por más que ahora nos cubramos
con seda y oro la piel…
por más que cavas y viandas
rebosen sobre el mantel…
por más que las luces cieguen
los ojos hasta no ver,
y se derroche calor
en suelo, techo y pared…
por más que nieven regalos
de plástico y oropel,
y unos perfumes carísimos
nos embriaguen de placer…
Convendría recordar
la Navidad como fue,
pues en la auténtica historia
sucedió todo al revés:
al no hallar cobijo alguno
en el pueblo de Belén,
en un mísero pesebre
un Niño vino a nacer,
con el calor ecológico
que da una mula y un buey,
sin luz, con olor a estiércol
y sin nada de comer.
Esa Navidad existe
y no la queremos ver
en esos terceros mundos
y en los primeros también.
Pero no agriemos la Fiesta,
no “montemos el belén”,
que es tiempo de hipocresías
y todos sabemos que,
en cuanto se pasen Reyes,
la miel será otra vez hiel.
Sin querer aguar la Fiesta,
Feliz Navidad y que,
con la Solidaridad,
triunfe, sobre el Mal, el Bien.