El pasado día 2 de setiembre, el Ayuntamiento impuso a los vecinos nacidos en ese año un pañuelo rojo, personalizado y bordado con el escudo de la localidad además de invitarles a la comida preparada al efecto.
No resulta fácil resumir en este espacio lo vivido en la jornada.
Es bonito nacer y crecer en un pueblo.
Cuando comienzas a despuntar, disfrutas de múltiples vivencias. Comienzan en la misma escuela, compartes maestros y maestras, D. Ángel, D. José y D. Antonio (los chicos), Dª Fulgencia, Dª Rosalía y Dª Joaquina (las chicas). Sus vidas estaban entrelazadas por risas, secretos compartidos y aventuras inolvidables, planeando su “juina” particular.
Sin avisar llega la adolescencia, comienzan los primeros e inolvidables bailes durante el invierno en el “Cuarto del Cura” y las primeras selecciones de pareja que luego dieron, en algunos casos sus esperados frutos y en otros casos sus inesperados disgustos.
Llegado el verano, el lugar de encuentro, al carecer por entonces de piscina pública no podía ser otro, pese a la ausencia de mar, que la playa , en la Laguna de Lord, con puerto incluido, eso sí, sin embarcaciones.
Con el estreno de la mocedad y de la discoteca Makarius algún año atrás, te permiten el acceso a la misma y la música que se escucha en ella, con luces de neón, y barra de bar dejas para el recuerdo aquel primer local de frutos y disgustos.
Comenzada la juventud, te estrenas montando una de tantas carrozas para exhibirlas durante un largo recorrido por las calles de la localidad y con esperanza de llevarte algún premio en el día de la juventud, allá, entonces por el mes de junio.
A medida que pasaron los años, sus vidas tomaron rumbos diferentes. Algunos se mudaron a la ciudad, mientras que otros permanecieron en el pueblo, vinieron los compromisos matrimoniales, el nacimiento y crianza de los descendientes y casi sin darte cuenta te has convertido en abuelo o abuela pasando a compartir ahora la entidad que te permite sufragar los gastos sin necesidad de acudir cada día a tu puesto de trabajo que venias desempeñando.
No quedaron en el olvido aquellos que tristemente fallecieron a lo largo del camino que venimos recorriendo desde aquel año.
Enhorabuena
Pedro J. Soto Santos