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El ayuntamiento de Tudela ha aprobado la modificación del plan Gardachales para lanzar por fases el desarrollo de un planteamiento urbanístico donde se contemplan entre 2.477 y 3.300 viviendas y que el alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, reconoce que es el proyecto más ambicioso que va a desarrollar la ciudad durante mucho tiempo. «Tenemos la enorme fortuna de que ese desarrollo lo haga el mejor arquitecto del mundo, que tenemos la suerte de que es tudelano. Que el futuro de Tudela lleve la firma, el arte y la magia de Moneo es un orgullo como tudelanos y por el salto exponencial que va a dar la fisionomía de Tudela».
Esta modificación trajo hasta Tudela al propio arquitecto, que se sumó a la comisión de Urbanismo para explicar a la corporación el proyecto. «Quiero que salga bien. Es un proyecto del que depende en buena parte el crecimiento de Tudela. No hay que pensar que están todas las cartas jugadas, en absoluto, pero es importante de qué modo se establecen las directrices del crecimiento de la ciudad. Si algún proyecto quiero que esté bien es este por el que, de algún modo, voy a seguir estando presente en la ciudad aunque ya no esté», confesaba Moneo.
Respecto al proyecto, el arquitecto reconoció que en su desarrollo ha puesto toda la seriedad, rigor, compromiso y ganas de hacerlo bien que pueden esperarse de un profesional que ha sido reconocido con el premio Pritzker de arquitectura. «No hay que considerarlo como un proyecto de autor, en el que la personalidad del arquitecto es lo que cuenta, sino de cómo se tienen que establecer las suturas y la continuidad entre la ciudad que ya está construida y la que viene», aclaraba. La ambición del proyecto, explicaba Moneo, «es completar y redondear. Pese a ser un plan parcial cuenta con la suficiente masa critica de un plan general. Es un proyecto que en cierto modo explica como yo, Manolo Blasco y Curro Blasco interpretamos que se puede actuar sobre lo que ya se ha hecho y contribuir a una imagen de ciudad que tiene algo de unitaria. No solo termina, acaba y acota, también deja cabos sueltos que permitirán que, cuando el suelo se agote, haya otras iniciativas y propuestas para seguir el desarrollo de la ciudad».
El objetivo del proyecto, reconoce Moneo, «es arreglar, consolidar o mejorar algo que ya está latente en las direcciones de crecimiento de la ciudad. No hay duda de que la expansión natural de la ciudad sobre la carretera de Zaragoza hay que considerarla como una tendencia espontánea, que hay que orientar y controlar, pero que tiene una fuerza en sí misma que es imposible no reconocer».
Uno de los grandes beneficiados de esta expansión urbana será el Barrio de Lourdes. El arquitecto explicó que este desarrollo quedó sobre las cotas más altas de la ciudad con unas conexiones precarias. Con el desarrollo de Gardachales, asegura, «las vías incipientes que ya están señaladas en él adquirirán valor en sí mismas, suturando y conectando las construcciones que, sin una clara directriz de urbanismo, se producen en los bordes del barrio».
El elemento principal y más destacado del proyecto es el gran parque que ocupa el 10% de la superficie del Plan Gardachales y al que Moneo confía la unión entre la nueva zona de expansión urbana y las áreas ya construidas a ambos lados, el barrio de Lourdes y el barrio de Griseras por la zona de las Clarisas. Este parque, defiende el arquitecto, «potencia el acceso a la ciudad y es lo que da sentido a todo el nuevo polígono respecto a la ciudad al ser su elemento estructural más importante. Se configura como un elemento con valor en su mismo y acabará por consolidarse e integrarse como un elemento valioso de la ciudad dando cierto carácter un polígono».
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