Advertimos con preocupación que la mentira se ha instalado en la vida pública navarra en 2022. Y es que es mentira que un grupo de niños estigmatizados con la etiqueta ‘mena’ provoquen la inseguridad en la Comunidad Foral.
En el panorama navarro también se ha producido un revuelo a cuenta de unas declaraciones que un ministro nunca hizo sobre las macrogranjas, pero algunos utilizan la mentira como herramienta política a pesar de que esta mancha a la sociedad.
La suciedad de la mentira y la de las heces que provoca la ganadería intensiva e industrial se han fusionado en los últimos días gracias a algunas formaciones políticas convertidas en avalistas de un modelo que provoca que 5.000 vacas estén ensuciando Caparroso (gracias a una empresa que tiene proyectada otra granja de 23.000 animales en la soriana Noviercas porque algunos poderosos quieren llenar España vacía de porquería).
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) para Castilla y León fue a los tribunales contra este proyecto y advirtió que los 250 puestos de trabajo que se crearían en Noviercas ayudarían a desplomar el precio de la leche y destruirían alrededor de 700 empleos en la región vecina.
Macrogranjas
Las macrogranjas contaminan aguas, deforestan el entorno, disparan las emisiones de efecto invernadero, acaban con los suelos fértiles, dañan la salud humana y destrozan la de los animales. ¿Beneficios? Solo para algunos a los que les importa poco que desaparezcan las ganaderías familiares y extensivas, que fijan población y generan productos de calidad, al no poder competir contra estos proyectos mastodónticos.
La ganadería industrial no aporta beneficios a los entornos en los que se desarrolla, tal y como saben alcaldes de UPN como los de Marcilla o Villafranca que protestaron por la de Caparroso. Algunos hablan de la carne barata que generan estas explotaciones, como si antes no se comiese carne de que las macrogranjas se triplicasen en el Estado en la última década.
Es cierto que Navarra fue pionera a la hora de limitar este tipo de explotaciones en 2019 gracias al cuatripartito y que el Tribunal Superior de Justicia de Navarra tumbó la restricción vía decreto foral a impedir la apertura de negocios mayores de 1.250 animales (y estimó parcialmente el recurso de la empresa de Caparroso cuando le negaron la posibilidad de ampliar su explotación).
Pero ambos hechos no pueden ser óbices para pedirle a Gobierno de Navarra que apriete el acelerador y sea valiente con la ley foral de Seguridad Animal que va a ser modificada en 2022 y, esperemos, limite estos negocios ecocidas que envenenan agua, suelos y seres vivos.
Asociación Ribera de Izquierdas – Erriberako Elkarte Ezkertiarra