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Ignacio Martínez de Pisón ha sido otro de los nombres propios que ha protagonizado la Semana Literaria de Tudela donde compartió una hora de charla con los alumnos del IES Benjamín de Tudela además de participar en un coloquio con lectores en el Cine Moncayo.
Ganador del premio Nacional de Narrativa en el año 2015 con «La Buena Reputación», compartió con los alumnos del instituto tudelano algunos recuerdos de su juventud y la vinculación que ha tenido con Tudela, ciudad que conoce y que se convirtió en punto de encuentro durante varios años de los amigos con los que había coincidido en la Universidad de Zaragoza, algunos de ellos de la capital ribera y otros de las poblaciones cercanas.
Con los estudiantes como oyentes, Martínez de Pisón relató su aventura literaria, una historia que comenzó en el 1982 cuando con ninguna gana por ser profesor pidió a su madre que le financiara unos estudios en Barcelona. «Llegué a Barcelona, donde no tenía amigos ni conocía a nadie a parte de mis compañeros de piso. Tuve la mala suerte de que me resultó muy difícil relacionarme con ellos, lo que me llevó a recluirme en mi habitación donde tenia lo poco que necesitaba para cumplir mi sueño, una máquina de escribir».
Compartió con los alumnos que a los 22 años se planteó ser escritor. «Iba a intentarlo y si no salía bien habría que preparar unas oposiciones y dar clase en algún instituto». Su narrativa y un contexto histórico que jugó a su favor hicieron el resto, reconoció. «Acaba de morir Franco y había una especie de motivación para que salieran escritores nuevos y jóvenes. De la noche a la mañana me encontré que venían a hacerme entrevistas, me sacaban en fotos, me incluyeron en el grupo de los jóvenes escritores del postfranquismo. Lo que unos años antes había sido un sueño imposible de realizar, vivir de mis libros, es un sueño que he prolongado durante más de 30 años».
Pero no fue hasta cuando empezaron a tomarme en serio cuando Ignacio Martínez de Pisón se tomó en serio su oficio. «Si quería ser escritor no podía ser un escritor cualquiera. Tenía que ser un buen escritor, ya para ello hay que ser muy autocrítico, leer mucho, tener muchos conocimientos y, sobre todo, corregir mucho y no pensar que cualquier cosa que sale de tu ordenador vale». Luego, explicó, esta el don. «Hay gente que sabe contar bien una historia y otros que no y que tienen la capacidad de chafar una historia bonita. Para eso a mí me vinieron bien dos experiencias, una traducir libros del italiano, una experiencia que me permitió meterme en la cabeza escritor, y la otra escribir guiones de cine. Un guión de cine es pura estructura y te hace ser muy consciente del andamiaje que sostiene una obra».
Pese a comenzar su carreta literaria en el año 84, Ignacio Martínez de Pisón confesó a los alumnos que tardó años en escribir una obra de la que sentirse orgulloso, hasta que llegó «Carreteras Secundarias» en el año 1996. La obra, reconoció, llegó en un momento de madurez en su vida personal y profesional. «Con 35 años has vivido más que con 20 años, y cuentas con la expirenicas y la madurez suficnete para saber ciertas cosas sobre el ser humano».
De esa obra, aseguró, «salio el escritor que he sido después» y una literatura que han aprendido a identificar sus numerosos lectores. «Todas mis novelas transcurren en una etapa muy parecida de la historia, la década de los 70 y los 80 novelas, están situadas en España porque no escribo de países cuya vida desconozco, y en ellas hablo de gente anónima que no es relevante para la historia con mayúsculas que afrontan los pequeños grandes problema que tenemos en la vida, la relaciones familiares con los padres, la mujer, el marido, los hijos… se han convertido en elementos reconocibles de mis libros y que son los ingredientes con los que construyo mis novelas pero que siempre dan un plato diferentes».
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