La doctora Marta Barrado Los Arcos durante el pregón
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Emocionada, ilusionada y muy agradecida a su pueblo. Así se sentía la milagresa Marta Barrado Los Arcos, doctora en Ciencias de la Salud y médico especialista en Oncología Radioterápica, quien a sus 35 años, fue la pregonera de la XXI Fiesta de la Cereza de Milagro y, además, recibió la insignia de oro en reconocimiento a su labor de investigadora en la lucha contra el cáncer de próstata.
Marta, ¿Sorprendida por este reconocimiento de su pueblo?
Muchísimo. Cuando recibí la llamada proponiéndome como pregonera del día de La Cereza, todavía no sabía ni a qué tema estaba dedicado este año el acto. Así que la sorpresa fue doble, mayúscula y muy grata. Creo que solo he faltado un año al Día de La Cereza y he crecido viendo pasar a personajes ilustres y reconocidos de nuestro pueblo, o que tuviesen alguna relación con él. Mentiría si no reconociese que, como milagresa, alguna vez fantaseaba con estar en su lugar. Ilusiones que se me antojaban lejanas y poco probables, pero que gracias al trabajo, constancia y esfuerzo se han hecho realidad.
¿Que siente al sentirse profeta en su pueblo?
Que las reglas están para romperlas y que las excepciones confirman las reglas. Es una de las frases que se me vino a la cabeza tras la noticia. Realmente es todo un honor y una alegría representar este cargo el Día de la Cereza. Siento mucho agradecimiento hacía el Ayuntamiento y hacia mis vecinos por el reconocimiento. Y también mucha responsabilidad.
¿Qué destacaría del mensaje que quiso transmitir con su pregón a Milagro y a sus visitantes?
Fue un pregón muy personal. Realizado desde el cariño y respeto que siento hacia mi pueblo y su cereza. Se centró, también, en concienciar e impulsar la investigación biosanitaria.
¿Qué esperaba de este día tan especial para usted y su familia?
Que todos los vecinos disfrutaran del día al máximo. Que aprendan a disfrutar de cada detalle, momento y persona que la pandemia nos robó. Y que luchen por sus sueños e ilusiones que en el momento menos pensado se cumplen.

“Hay que apostar por la sanidad y la investigación”

Después de dos intensos y duros años de pelea y lucha de los sanitarios contra la pandemia, ¿cómo se siente una echando la mirada atrás de lo pasado?
Como todos, durante estos dos años de pandemia he transitado por todas las emociones. Al haber vivido la pandemia desde dentro, los primeros meses una solo siente que tiene que ayudar; que tiene un juramento médico, un deber y una responsabilidad que cumplir. Elegí una carrera y un trabajo muy vocacional y esa vocación fue la que me sostuvo durante los meses más duros. Y a pesar de vivir situaciones extremas, con mucho miedo, incertidumbre y pena, el compañerismo, el respeto y la ayuda de todo el equipo COVID y el cariño y muestras de apoyo de la sociedad hicieron que prevalecieran en mí los aspectos y experiencias positivas y todo lo aprendido.
Muchas vidas se ha cobrado el virus, ¿usted cree que la ciencia pudo haber hecho más o haber actuado antes?
Creo que se hizo lo que se pudo con los recursos que había y con el nulo conocimiento que se tenía. Se trabajó respetando políticas sanitarias y todas y cada una de las sociedades científicas trabajaron de manera titánica para dar respuesta a esta pandemia y adecuar tratamientos y protocolos clínicos para la infección por SARS-CoV-2 y para adecuar el manejo del resto de patologías a la situación que se estaba viviendo.
¿Se puede decir ya pasó, las vacunas y demás avances ya están actuando con efectividad o no hay que abandonar la lucha todavía?
Se puede decir que estamos en un escenario completamente diferente. El conocimiento sobre el virus y su comportamiento es mejor, aunque lejos de ser completo y, sobre todo y gracias a la investigación, tenemos las vacunas que han hecho posible que podamos ir superando esta pandemia y contar con un escudo con el que hacer frente a la infección, o al menos a sus formas más graves.
Habrá que ir avanzando de la mano de la evidencia científica para recuperar o adoptar “la normalidad” con la que ya casi convivimos. En medicina nada es 100% o 0% tendremos que vivir y adaptarnos a lo que venga con la resiliencia que hemos demostrado tener. Y sin duda apostar por la sanidad y la investigación.

Trayectoria

Marta Barrado Los Arcos, doctora en Ciencias de la Salud y médico especialista en Oncología Radioterápica, de 35 años de edad, hija de Alfonso Barrado y Begoña Los Arcos, hermana gemela de Laura Barrado, también médico especialista en Psiquiatría, será la pregonera de la XXI fiesta de la cereza a celebrar el 12 de junio en homenaje a La Investigación Médica ,con una fiesta mas inclusiva y sostenible
Marta Barrado Los Arcos es Doctora en Ciencias de la Salud por la Universidad Pública de Navarra (2021), Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra (2011) y realizó la especialidad en Oncología Radioterápica en el Hospital Universitario de Navarra (2012-2016). Realizó sus estudios de educación Primaria en el Colegio Nuestra Señora del Patrocinio de Milagro y cursó su educación secundaria y bachiller en el Instituto Marqués de Villena de Marcilla.
Supervisora de instalaciones radioactivas en la Universitat Politècnica de Catalunya (2015); cursó el Máster en Oncología Molecular del CNIO (2017) y el Máster en Oncología Intervencionista de SEOR (2019).
Autora de diversos artículos en revistas y publicaciones científicas, ha participado también en media docena de congresos nacionales o internacionales, así como en dos proyectos de investigación de la Fundación Miguel Servet-Navarrabiomed y del Hospital Universitario de Navarra. Investigadora colaboradora en varios proyectos nacionales e internacionales en el ámbito de la oncología radioterápica.
Actualmente realiza su labor asistencial como oncóloga radioterápica en el Hospital Universitario de Navarra. Es tutora de residentes de la especialidad y coordina el grupo de investigación de Oncología Radioterápica dentro del área de Onco-hematología de IdISNA. Recientemente, ha obtenido una beca de IPSEN en colaboración con SEOR-GICOR para liderar un proyecto de investigación de ámbito nacional en cáncer de próstata.

Enrique Pejenaute

EL PREGON

Ilustrísima Presidenta de la Comunidad Foral de Navarra, Ilustrísimo …., Excelentísimo Alcalde de Milagro y demás autoridades, buenos días:
Queridos familiares y amigos, vecinos y vecinas, querido Milagro:
Es para mí un honor ser la pregonera de nuestra Fiesta de La Cereza en su edición número veintiuno. Asimismo, quiero agradecer, de corazón, la entrega de la insignia de oro en nombre y en reconocimiento a la investigación en Medicina, campo al que se dedica este año la jornada.
No encuentro palabras para explicar la ilusión y el orgullo que una milagresa siente por el noble reconocimiento de su pueblo. Comprenderán que esta sensación se magnifica por pertenecer a una familia de agricultores, que ha cultivado muchas cerezas, con el mismo orgullo e ilusión; comprenderán que esto incrementa el mío hasta infinito.
Desde niña, he vivido muy de cerca el delicado y sacrificado cuidado que exige el campo, de forma particular, la cereza forma parte de mis recuerdos desde que tengo uso de razón. Mis padres me enseñaron a respetarla y a quererla. Claro que, el sabor, el color y la presencia de nuestra apreciada cereza, hizo que todo fuera realmente sencillo.
He sido testigo del esfuerzo que supone en una familia la cosecha y recogida de la cereza: la incertidumbre y los disgustos que provoca el tiempo, las heladas y las lluvias; madrugar para completar la faena a buena hora, el calor, los mosquitos y los tallos que no se pueden separar del fruto… Así, los pozales se antojan infinitos hasta que se llenan. Esos cálculos que sólo conoce el bueno ojo del agricultor para recogerlas y que puedan llegar a su destino en condiciones óptimas para su degustación.
También he comprobado la ilusión con la que se recibe cada año la temporada de la cereza, desde que comienzan a aparecer sus primeros brotes. Esa preciosa flor que cubre los campos de un manto rosáceo y blanco; un fenómeno que obliga y compromete a pasear entre los cerezos. Ahora que está de moda el turismo y las visitas culturales centradas en las sensaciones y la experiencia, pocas cosas se me ocurren más estimulantes que pasear por nuestro campos: los colores que avivan nuestra vista, los olores que activan el olfato, las delicadas flores y las ásperas ramas que percibimos a través del tacto y, todo concluye, saboreando nuestras jugosas cerezas. Desde luego, es un paseo difícilmente mejorable y equiparable a la mejor experiencia sinestésica que les puedan ofrecer. Si alguien de ustedes no lo ha hecho todavía, les invito a que lo hagan cuanto antes.
A todo esto, hay que sumar toda una serie de costumbre que enriquecen la acción de recoger el fruto y que hacen que se convierta lo que inicialmente es una actividad laboral en una manifestación de nuestro patrimonio cultural. Todos ustedes saben que la recogida de cerezas constituye una reunión familiar, donde se implican diferentes generaciones; de esta manera se cultivan también conversaciones entre los árboles, las risas, los cánticos y, por qué no, también alguna jota. Tampoco faltan, o no deberían faltar, los silbidos pues como la sabiduría popular nos advierte, el que silba o canta no está comiendo cerezas. Así se entiende el afán de algunos dueños de la parcela para que no falte el jolgorio. Unas mañanas de trabajo en las que el rato del almuerzo, y me van a permitir la expresión, es “lo más sagrado”. Un momento de compartir, disfrutar y descansar con el resto del “tajo”. En definitiva, todo esto convierte un proceso que debiera ser prácticamente automático y monótono, en una de las mejores manifestaciones culturales del ser de Milagro; por lo tanto, de nuestro patrimonio inmaterial.
El mimo con el que la gente de nuestro pueblo cuida sus cerezas se refleja en la calidad de las mismas y gracias a esto es posible el orgullo con el que compartimos, repartimos, vendemos o regalamos nuestra cereza.
Muchos coincidirán conmigo en que el regalo de una caja de cerezas es uno de los presentes más valiosos que te puede hacer alguien de Milagro. Porque en esa caja no solo se regala un fruto, se regala parte de nuestra identidad, nuestra esencia, nuestra alma y nuestro esfuerzo. Se ofrece uno de los bienes más preciados de todo un pueblo, su cereza.
En mi trabajo lo saben, muchos de mis pacientes lo saben, casi el hospital entero lo sabe, en fin, todo aquel que me conoce lo sabe, porque casi al mismo tiempo que conocen mi nombre y apellido conocen mi origen. “Milagro, el pueblo de las cerezas”, para que no haya dudas con algún despistado. Mis padres con sus valores y educación me dieron la oportunidad de tener alas para desplegarme hasta donde estas sean capaces de llevarme, pero también me dieron raíces, y muy profundas. Si algo nunca me falta es orgullo de pertenecer a nuestra pequeña comunidad. Lo siento hacia mi pueblo y lo siento hacia mi trabajo. Mis compañeros me lo han escuchado muchas veces.
Que este año el Día de La Cereza reconozca el mérito de la investigación sanitaria le da un valor añadido, tras dos años sin poder celebrarla debido a la pandemia. En efecto, gracias a la investigación hoy podemos estar todos aquí. Es la que ha hecho posible el desarrollo de vacunas con las que hacer frente a un virus hasta entonces imparable. Nadie podía imaginar estos dos años que hemos pasado; pero ahora toca mirar con esperanza al futuro, toca aprender de lo vivido, toca recordar y practicar los valores humanos tan sinceros que afloraron y prevalecieron durante tantos meses. Como sociedad aprendimos que si nos cuidamos, nos apoyamos, nos ayudamos, nos comprendemos y nos respetamos se pueden hacer frente a las peores adversidades. Desde una acción individual hemos contribuido a conseguir un bien común (como un equipo que tiene una misma visión y cuya misión es aportar lo mejor de cada uno, sus fortalezas, para superar la calamidad), podemos ser mejores y podemos ganar la partida y salir reforzados. Ahora bien, es fundamental que todo lo que hemos vivido no caiga en el olvido. Nos lo debemos a nosotros y se lo debemos a las tantas víctimas y familiares de las mismas de la pandemia.
Pero como para casi todo en la vida hace falta confiar y hace falta esfuerzo y, por supuesto, conciencia social y recursos humanos y materiales. Las vacunas son un claro ejemplo de ello. Se invirtió tiempo, se invirtió dinero para que el personal científico y biosanitario trabajara en desarrollar numerosas vacunas, protocolos y fármacos que pudiesen ayudar a combatir y frenar la pandemia.
Y con este ejemplo nos damos cuenta de la importancia que tiene la investigación para que avance la sociedad. Sin ciencia no hay investigación, y créanme, sin investigación no hay futuro.
En Navarra contamos con un Instituto de Investigación Sanitaria que reúne a entidades del ámbito público y del privado. Un proyecto ambicioso que se consolidó hace solo unos pocos años y cuyo objetivo no es otro que aunar recursos, conocimiento y esfuerzo de hospitales públicos, privados, Salud Pública y Atención Primaria. Todos ellos de la mano de las dos universidades que tenemos en Navarra para que, de una manera integral, podamos avanzar y conseguir resultados que ayuden a mejorar la salud de toda la ciudadanía de nuestra Comunidad.
Actualmente hay más de 90 grupos de investigación que forman parte de este instituto, con alrededor de 1000 profesionales biosanitarios trabajando en ellos. Son grupos de investigación biosanitaria orientados a la investigación básica, clínica y epidemiológica que intentan dar cobertura a todos los ámbitos y esferas de la salud, tanto física como psíquica. Áreas que son referentes en Oncohematología, cardiología, neurología, salud mental y otras tantas, tan diversas y tan esenciales.
Es un instituto dinámico, que se reestructura de acuerdo a las necesidades de cada momento. Ahora mismo están trabajando en definir los objetivos y planes de investigación para los próximos cinco años de cada uno de los grupos que lo integran. Se trata de proyectos ambiciosos, que se afrontan con ilusión y esperanza y que abogan por un trabajo multidisciplinar e interdisciplinar, traslacional, colaborativo e integral que, sin duda, contribuirá a avanzar en el campo de la medicina en los próximos años. Se esperan proyectos importantes que los profesionales de la salud encaramos con ilusión, responsabilidad y profesionalidad; pueden estar seguros.
Pero, insisto, todo esto solo es posible con los recursos suficientes y con conciencia social. Un acto como este refleja el creciente interés y la toma de conciencia sobre la necesidad de invertir en salud, en investigación y en la mejora sanitaria. Una oportunidad y un altavoz para fijar el foco en lo importante. Una oportunidad para pedir a todo aquel que pueda y lo desee que aporte su granito de arena para que nunca falte una idea o un proyecto que desarrollar y para que las generaciones venideras comprendan que estos avances son para ellos y que heredarán la responsabilidad de mantener, desarrollar y expandir un legado científico que esperemos que pueda potenciarse en los próximos años.
Gracias por brindarme la oportunidad de estar hoy aquí, por la confianza depositada y por dar visibilidad a la investigación sanitaria que me honro en representar humildemente.
Hace unos días, mi padre me contaba con ilusión que hace 22 años Jesús Mari Barrado (por aquel entonces alcalde de nuestro pueblo) les propuso a un grupo de agricultores entre los que él se encontraba y en colaboración de Frutas Cervera, dedicar un día para elogiar nuestra cereza. Dos décadas después seguimos conmemorando nuestro preciado fruto; cada edición de la jornada mejora y supera aquella idea que impulsaron con entusiasmo quienes cuidaban y custodiaban nuestro bien más querido.
Así que, de corazón, gracias a los pioneros que creyeron que este día era posible. Gracias a todas las personas que han trabajado por “amejorar y no apeorar” esta fiesta. Gracias a todos los que le han dado cobertura y la han popularizado. Y, sobre todo, gracias a todos vosotros, vecinos, vecinas de Milagro y visitantes que nos acompañáis cada año por acudir, participar y homenajear a nuestra cereza.
Hagan del día de hoy una jornada de recolección en nuestras calles. Almuercen, canten, silben y coman cerezas; exploren y déjense llevar por todos sus sentidos.
Hoy es uno de los días que más orgullosa me siento de ser de Milagro, una más entre todo el pueblo.
Gracias