[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8,9″ ihc_mb_template=»2″ ]
Marcos Chicot ha sido el encargado de abrir el ciclo de encuentros con los autores de la Semana Literaria de Tudela, donde acercó a los lectores algunos detalles de su trayectoria y de su última novela, El Asesinato de Sócrates, en una conversación con una de las impulsoras del Club de la Rima de la capital ribera, Lourdes Arilla.
Inevitable en el repaso en la trayectoria del escritor madrileño hacer referencia a su decisión de dejar su trabajo como economista para pasar por la psicología y, posteriormente, dejarlo todo para escribir. Chicot aclaró al público que no empezó de cero. Antes de la relevancia alcanzada por El Asesinato de Sócrates había una trayectoria literaria sólida y reconocida. Óscar, publicada en 1997 y Diario de Gordon, premiada con el premio Francisco Umbral en 1998 fueron el inicio de una aventura con posteriores trabajos y reconocimientos que contaron mucho a la hora de dar el paso. «Comencé una etapa como psicólogo clínico en la que tuve más tiempo para escribir. Empecé a escribir novela histórica porque combinaba dos pasiones, una entretener a la gente y otra algo que me gusta como lector, aprender, divulgar, que la gente aprenda con mis novelas y disfrute, y para eso hay que contarlo de una manera muy determinada». En ese momento, recuerda, «en mi cabeza empezó a existir una novela, mucho más difícil pero que pensé que nunca iba a escribir».
En 2009 nace Lucía, su primera hija, con síndrome de down. «Me replanteo todo y reordeno mis prioridades. Pienso qué estoy haciendo, a dónde voy, qué quiero hacer y a dónde quiero ir, y mi prioridad fue mi hija y la preocupación por su futuro, así que esa novela tan complicada y difícil en la que pensaba que tenía tanto potencial iba a intentar escribirla y le iba a dedicar los siguientes dos años. Parecía una locura pero una vez que hice esto no lo dudé». En su mente de economista tenía claro que no se iba a conformar con ser uno de los 80.000 títulos que se publican cada año en España, que venden unos mil ejemplares y que aguantas en las librerías apenas dos meses. «Tenía que ser una novela especial y la idea era que entretuviera lo máximo, por supuesto, pero a la vez que aporte algo más, que te enseñe, con la que compartir algo que me fascina, la Grecia Clásica».
Al final no fueron dos años, sino tres, y de todo este trabajo salió El asesinato de Pitágoras. Chicot apuntó alto. Su objetivo fue el Premio Planeta. No ganó, pero quedo cuartofinalista, creyendo así que cumplía su objetivo de que sería publicada. Sin embargo la crisis se cruzó en su camino, y lo que en otros años había sido una garantía de edición lo dejó con el trabajo en las manos. Echó mano de la autopublicación e internet. «Era la democracia pura, si a los lectores les gustaba la iban a recomendar y la novela iba a subir haya o no editorial. La puse y a la semana estaba en el top 100 de las 70.000 novelas disponibles en español, a la siguiente en el top 10 y a la siguiente en el número 1, donde se queda durante 11 meses entre España y América».
Chicot convierte El Asesinato de Pitágoras en el ebook en español más vendido de la historia. «El sueño pacería cumplido pero había que esperar a ver qué pasaba con las editoriales. Me llaman de Corea, de Polonia… todo el mundo está pendiente de qué se publica en los principales idiomas del mundo pero, curiosamente no me llaman de España. Al final firmé con un grupo italiano, hice un gran lanzamiento y di sentido a los agujeros que cree durante tres años de escritura».
El asesinato de Sócrates, explica Chicót, «fue un paso natural, intentar lo mismo pero de una manera mas ambiciosa porque voy a por Socrates, el gran filósofo, el que marca un antes y un después en el pensamiento de la historia de la humanidad, y a la Grecia Clásica, la época de mayor crecimiento cultural y artístico en la que se produce una explosión casi milagrosa. Sabía que si podía recrear todo aquello sería mejor que la anterior novela. El objetivo era un equilibrio entre entretenimiento y enseñar con el convencimiento de que a todo el mundo le gusta aprender, lo que no gusta es estudiar o esforzarnos».
[/ihc-hide-content]