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La identidad, de donde venimos para entender quienes somos, la muerte y la vida son los componentes que han convertido en un éxito las novelas de Luz Gabás, escritora oscense que pasó el miércoles por Tudela para compartir con los lectores los detalles de la que es su última novela «Como fuego en el hielo» y que al igual que «Palmeras en la nieve» y «Regreso a tu piel» promete convertirse en uno de los best seller del año en España.
¿Cuál es la principal diferencia con sus anteriores trabajos?
A nivel formal aquí no hay saltos de presente y pasado. Toda la novela sigue la misma línea cronológica a partir de 1843 y acaba décadas más tardes. La segunda diferencia es que en esta ocasión la acción discurre siempre en la montaña porque toda la novela es un homenaje a lo romántico y en el romanticismo decimonónico la montaña es el lugar al que ir para alejarse de la civilización y sentirse elevado en contacto con los divino, una idea muy intencionada.
¿Ha condicionado el éxito de Palmeras en la Nieve la escritura de las otras dos novelas?
No, tenía claro por dónde seguir, mi único deseo ha sido que si «Palmeras en la Nieve» ha gustado tanto las otras novelas gusten, al menos, lo mismo sino más. No te puedes sentar a escribir pensando en ello. si te sientas es mejor que te dediques a otra cosa. Tengo las cosas que me apetece contar, las comparto con mi editora y ella me dice que siga para adelante, porque le deben de gustar. Es más, me agrada cuando algunos lectores me dicen que «Como fuego en el hielo» les gusta más que las otras dos novelas y los dicen pensando que es algo que me puede sentar mal. Todo lo contrario, a un escritor lo que le gusta es pensar que a un puede y que no soy solo la escritora de «Palmeras en la nieva».
¿Que trayectoria literaria hay en Luz Gabás antes de esta trilogía?¿El éxito llegó de golpe?
Pienso que lo único que hay son años. Cada momento de la vida es diferente. Ahora no pienso lo mismo que cuando tenía 20 años y llegó «Palmeras en la Nieve» en el momento en el que tenía que llegar, cuando tenía la experiencia vital que me iba a permitir enfrentarme a una novela de esa envergadura, sabiendo qué quería hacer y cómo la quería escribir y cuál iba a ser el tono. Hasta entonces sí que había escrito relatos inconclusos, algún poema, artículos en prensa, en el trabajo, pero nada una novela.
¿Qué protagonismo juega en sus novelas el entorno en el que desarrolla las historias?
En el caso de Palmeras de el grueso de la acción transcurre en África, un trabajo que me costó mucho documentar porque me pareció algo digno de película pensar en los montañeses del pirineo yendo a trabajar de capataces a Guinea. En el caso de «Regreso a tu piel» está el tema de la brujería, muy conocida en Navarra y País Vasco pero poco conocida en Aragón y Cataluña. La primera idea con la que me encontré fue que el 90% de las ejecuciones por brujería en Aragón y Cataluña no fueron cosa de la inquisición sino de los propios ayuntamientos de los pueblos. En el caso de «Como fuego en el hielo» los escenarios los he tenido en bandeja, tanto la parte española, Panticosa y Benasque, en el libro como Albort, como la parte francesa, de la que vivimos tan cerca y que nos pone en bandeja el Pirineo central que a finales del siglo XIX fue el lugar desea por los turistas adinerados para pasar sus vacaciones. Esto no quiere decir que solo se me ocurran historias en mi entorno, sino que las que conozco son tan potentes que enseguida las visualizo.
¿Dejas mucho de tí en los personajes de tus novelas?
Claro que hay mucho. Hay fantasía a la hora diseñar las escenas, dónde suceden, cómo adornas un escenario, un paisaje, la decoración de un edificio, fantasía en las relaciones que unen y separan personajes pero a la hora de diseñar un personaje está mi forma de ver el mundo, incluso cuando diseño al malo es por algún malo que he conocido. Es más fácil si lo identifico con algo conocido poder diseñar el personaje con verosimilitud y sean coherentes dentro del espacio en el que se mueven. Es algo que el lector agradece, encontrarse con alguien que le parezca que es de verdad porque que también ha conocido alguien así y sobre todo que entienda las motivaciones que mueven al personaje.
¿Cómo vive la relación con el lector?
Paso menos nervios, sé que esperan de mí y qué me voy a encontrar. Al principio estuve abrumada. Me sorprendía que tanta gente quisiera verme y escucharme, mostrara tanta pasión por conseguir un autógrafo. El escritor ahora es mcho más cercano a sus lectores porque hay una relación más estrecha con ellos.
¿Qué es lo que más agradece de ese cara a cara con los lectores?
Lo que valoro sobre todo es que las novelas puedan levantar todavía tantas pasiones. A mí me gusta mucho leer, es mi gran afición, y entiendo lo que a la gente le pasa. Es algo muy bonito porque te dice que el mundo de la literatura está muy vivo.
Se ha convertido en escritora de éxito en un tiempo en el que se vaticinaba el final del libro y del papel.
Yo manejo el formato digital y el papel, no me niego a lo digital. Los dos formatos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Llegará un día en el que, con pesar, pesará más lo digital que el papel. Es algo que siento, pero que así veo.
Me recuerda mucho al debate que hubo con la aparición del vídeo y que iba a cambiar mucho la forma de narrar las historias. Solo son soportes. Da igual tinta, que maquina de escribir, que ordenador… una historia es una historia, la que yo cuento y el lector se imagina en su mente o que luego alguien lleva al cine en una película. La historia y la narración siempre estarán ahí.
Ha sido alcaldesa de Benasque, ¿cómo ha llevado esa tensión que existe entre la política y la cultura?
He sido la alcaldesa de un pueblo pequeño y lo que hice fue montar una biblioteca donde no la había, algo que me dejó muy satisfecha y orgullosa. Todos se olvidan de la cultura y a los que conozco le echo siempre la misma bronca. Se olvidan de la cultura. Es un error, la cultura es el alimento del alma, otra cosa es la forma de gestionar o cómo ayudar, donde no soy partidaria de subvencionar a lo loco. Pero por lo menos, tenerla en consideración, eso ya sería bastante.
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