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Los juegos, por Alfonso Verdoy

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Lo del juego requiere una matización, porque hoy aplicamos a muchas actividades esta palabra pero con un equívoco sentido, como son los juegos para ganar dinero utilizando naipes, máquinas, u otros procedimientos. Estas actividades no se corresponden con el relax que el verdadero juego entraña, sino que implican una sensación de gran intranquilidad, cuando no de angustia y hasta de tragedia.

También algunos de los deportes que se han convertido en espectáculos de masas, los denominamos como juegos, pero apenas cumplen con la calma y la diversión requerida, pues muchas veces suelen terminar creando absurdas rivalidades que dan lugar a fuertes discusiones, en las que se lanzan insultos y amenazas que acaban en peleas callejeras, dejando en ocasiones heridos y a veces muertos.

Es evidente que estas actividades no responden al espíritu del juego; para ello ha de darse el juego en su dimensión infantil, no con los mismos juegos infantiles- aunque también podría ser- pero sí de la misma forma: jugar para divertirse, para participar con otras personas y recuperar la espontánea sinceridad un tanto olvidada.

El juego es una actividad que requiere tiempo, pero a la vez nos lo oculta, y es como si dejara de existir

Por otra parte, hemos de aceptar que el principal problema del ser humano es su finitud, una finitud que nos hace vivir el tiempo de una manera angustiosa, actuando muchas veces de prisa para que no se nos pase el asado, como vulgarmente se dice. Nuestra vida tiene unas etapas, cada una con sus posibilidades, y si no aprovechamos el tiempo puede que nos sea imposible realizarlas, y por ello en muchas ocasiones, por no decir en todas, hemos de actuar deprisa para que no se nos haga demasiado tarde.

Sin embargo, en el juego auténtico no nos damos cuenta de su duración y no tenemos ninguna prisa mientras jugamos. En esas situaciones el tiempo no nos agobia, ni nos pesa, el juego es una actividad que requiere tiempo, por supuesto, pero que a la vez nos lo oculta, y es como si dejara de existir, es decir, que en realidad nos hace olvidarnos de que somos finitos. Es una actividad temporal pero que nos oculta la temporalidad. Por eso sería interesante que la mayor parte de nuestras actividades las viviéramos con la tranquilidad con que vivimos el juego. Viviríamos con más sosiego.