Durante los primeros días de la pandemia, la incertidumbre y el desconcierto eran enormes. Aun así, hubo gente que no lo dudó y se ofreció para ayudar en todo lo que fuera posible. Es el caso de Jorge Allo Alsúa, agricultor de Cadreita, que fumigó las calles de la localidad con su tractor.
“Mi actuación fue al principio de la primera ola”, nos cuenta. “Había gente que estaba desinfectando las calles de otras localidades con diferentes productos, y yo le dije al ayuntamiento que si hacía falta alguien para ayudar que contase conmigo. Como al principio todo fue tan rápido, el ayuntamiento no tenía todavía una máquina adecuada. De esta forma, en un día desinfectamos todas las calles del pueblo”.
Jorge recuerda la incertidumbre tremenda que había, “nadie sabíamos lo que iba a pasar. Yo pensé que en la medida de las posibilidades, cada uno teníamos que hacer lo que pudiésemos, aportar nuestro grano de arena. Y pensé, ¿yo qué puedo hacer? Pues lo único en lo que puedo ayudar es en la desinfección, ponerme al servicio del ayuntamiento por si hacía falta. Les pareció bien para poder hacer lo antes posible una desinfección, porque eran momentos de agobio”.
Y es que el comienzo, comenta Alló, fue de mucho miedo: “Estábamos asustados porque no sabíamos qué iba a pasar, estaba abierta cualquier posibilidad. Ahora conocemos más el virus, estamos más preparados. Pero fueron días de mucho miedo, por los padres, por nuestra gente mayor… Tenemos que tener claro que lo que más daña al virus es trabajar en equipo. Si trabajamos juntos podremos hacer algo. Si cada uno va a lo suyo, no podremos combatirlo”.
Jorge Alló llevó a cabo esta tarea con la ayuda de la Brigada Municipal. Fernando Muro Prat es el Jefe de la Brigada de Cadreita. Después de 21 años en ella, no se imaginaba que se enfrentaría a algo así. “Nuestra labor al comienzo fue difícil, porque no sabíamos a lo que nos enfrentábamos, era algo desconocido. De la noche a la mañana, nos dijeron que había que desinfectar, había que preparar la maquinaria… Nos encontrábamos un poco perdidos”.
Poco a poco recibieron equipación, protección. “Nos pusimos a hacer muchas desinfecciones, mucha limpieza. Cuando ya llegaron los casos y había gente confinada, había que ir a llevarles la comida, a sacarles la basura, hacerles la compra… No sabías a lo que te enfrentabas. Tomabas todas las precauciones, pero pasabas miedo. Ibas a casa de personas infectadas, dejabas todo en la puerta… Pero el miedo ahí estaba”.
Fernando tiene claro que, a pesar de todo, tenían que cumplir con su labor: “La gente estaba confinada en casa y había que asistir a los mayores”. Ahora que han pasado meses, trabajan con más protección, “pero el miedo sigue, porque hemos tenido tantos casos en Cadreita, que siempre piensas que te puede pasar a ti. Por lo menos ya hemos cogido una rutina, desinfectamos los contenedores, las calles, los parques donde van a salir los críos… ”.
A pesar de todo, Fernando asegura que es una labor bonita. “Había gente que había sufrido enfermedades graves y tenían miedo a salir. Tú les llevabas las cosas, les hacías lo que hiciese falta y la gente te lo agradecía. La gente está muy agradecida”.