Ya son 27 ediciones de las fiestas de la verdura de Tudela y la Ribera en un año especial, duro, extraño y difícil de asimilar por culpa de la pandemia. Ya son casi tres décadas dedicadas a exaltar de dónde venimos. Casi 30 años, que se dice pronto, de honrar la memoria de nuestra tierra y la memoria de los que la trabajan.
En pleno siglo 21, es tiempo además de sostener y aplaudir las nuevas formas de trabajar el campo. Un campo modernizado, un campo creador de empleo y de prosperidad. Y unos trabajadores que siguen adelante en pequeñas huertas o en grandes extensiones mecanizadas con salida al mundo. A un mercado sin fronteras. Sean unos u otros, representan a Tudela. Sean unos u otros, están movidos por el alma de estas tierras bañadas por el Ebro en las que se siembra y hay cantos de jota al término de la jornada. En las que florece la semilla y se recoge la cosecha de productos que nutren las cocinas, tanto de nuestras casas como de las profesionales.
Por los surcos de nuestra tradición estamos cultivando una marca, la de la verdura de Tudela y la Ribera. Una marca exportable y atractivamente turística. Con las uñas llenas de tierra de la Mejana o Moskera hemos conseguido llegar a lugares insospechados para nuestros abuelos y abuelas. Nos hemos colado en los mejores restaurantes del mundo ofreciendo lo que a nosotros nos ha ofrecido antes la huerta. Hemos aparecido en guías Michelín, coronados en cartas de varias estrellas con espárragos de abril, alcachofas de mayo y tomate de julio. Nuestro cogollo, nuestro feo de Tudela, nuestro espárrago elevado a categoría de oro blanco. Y nuestra humilde borraja codeándose con los mejores vinos de maridaje…como una reina.
Porque la tierra y el labrador hacen juntos el milagro de multiplicar los panes y los peces. Nos brotan las semillas del progreso gracias a vosotros, los hombres y mujeres del campo. ¿Cómo no vamos a honraros? 30 años y los que vengan. Por eso, mantenemos el tesón de seguir adelante con estas fiestas a pesar de las dificultades de la pandemia.
Nos levantaremos de ésta. Como lo hemos hecho de las heladas y las tormentas que nos han echado a perder la cosecha tantas veces. Nos levantaremos juntos. Y lo haremos unidos. Este Ayuntamiento honrará una y mil veces vuestras callosas manos, vuestras incertidumbres.
Los tudelanos estamos impregnados del olor a campo. Barruntamos la tormenta y sabemos dónde guarecernos. Sabemos enfrentar los ataques, vengan de donde vengan, para reivindicarnos como somos y por lo que nos corresponde por justicia. Llevamos en nuestro ADN la palabra labrador. Quien no nos conozca, nos conocerá. Porque sabemos que el fruto de nuestra cosecha servirá para alimentar a mucha gente. Labramos un mejor futuro para nuestros hijos.
Labramos para hacer más próspera una ciudad y una comarca que no siempre reciben la lluvia que merece, que tienen que luchar por conseguir agua de calidad para sus cultivos y el reconocimiento a un estatus capitalino tan estruendoso como las campanas de la Catedral el día de la procesión de Santa Ana.
Estad orgullosos. Yo siento orgullo. Estamos más cerca que nunca de dejar atrás la dureza de esta pandemia. Estamos más cerca que nunca de empezar de nuevo.
Preparemos la tierra con mimo, honremos nuestra memoria, nuestra historia y nuestras costumbres. Levantemos la cabeza y salgamos a preparar la tierra para la recuperación. Vamos a llegar lejos. El año que viene habrá salido el sol y brotarán nuevos frutos. Llegarán nuevos Caballeros y Damas a la Orden del Volatín. El año que viene, celebraremos unas fiestas de la verdura tan generosas que no daremos abasto para recolectar disfrute.
Vamos, tudelanos. Vamos, labradores. Vamos, hortelanos. ¡Vamos!.
Alejandro Toquero, alcalde de Tudela