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La otra historia de Papá Noel

Cuento de Navidad del IES Valle del Ebro

Los chicos y chicas de 1º A de secundaria. Delante, Diego Sánchez Cano
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Esta noche espero una visita. Aunque no me ha avisado, sé que vendrá. Pero no voy a adelantarme. Voy a contar esta historia desde el principio. Todo comenzó hace una semana. Las chimeneas estaban encendidas y las calles olían a la Navidad que se acercaba. Llovía suavemente y entre los claros de las nubes se podía ver una luna blanca a la que le faltaba poco para estar completa. Capa Oscura saltaba por las tapias y los tejados de las casas del pueblo, lejos de las miradas indiscretas de los vecinos y vecinas que se encontraban cenando. Era ya bien entrada la noche cuando lo vi aparecer. Tenía claro su objetivo.

Dame tus joyas, vieja. No hagas tonterías, que te puede costar la vida.
¡¿Vieja?! ¡A mí! No lo podía permitir.
¿Qué te pasa? ¿Acaso estás sorda? Dame tus joyas y todas las monedas que tengas en casa.
¿Quién me reclama con tan malos modos?
Soy Capa Oscura y tú eres una rica egoísta que necesita compartir. Vengo a ayudarte.
No te daré mis joyas, ni mi dinero, pero te haré un regalito. Cada vez que intentes comer, todo te sabrá a pies. Solamente podrás saciar tu hambre con carne humana y cuanto más quieras a la persona, más rica y buena te sabrá su carne.
¡Ja, ja, ja! ¿Una maldición? ¿Acaso piensas que creo en esas tontadas? Aparta, que cojo tus joyas y el dinero.
¡De dentro a afuera, de derecho y revés, que todo lo que comas te sepa a pies! ¡De noche, por la tarde o por la mañana, solo podrás comer carne humana!
Me voy de aquí, esta vieja está loca.

Capa Oscura llegó a casa y se puso el pijama, justo a tiempo para acostar a sus hijos y comerse la cena, que se había quedado fría en la mesa.

¿De dónde vienes, Noel? -le preguntó su esposa.
Vengo de cortar leña del campo, para la chimenea. La he dejado en la entrada. Mañana que la metan los niños al cobertizo para que no se moje.
Venga, vale, a comer, que ya está fría la sopa.
a Oscura, o Noel, como lo conocían en el pueblo, cogió la cuchara y probó el caldo.
¡Buah, qué sopa más mala! Sabe como a… pies.
¡Qué cosas dices! Sabe a fría. Si hubieras venido a cenar a tu hora, no te quejarías tanto. Come, que no hay otra cosa.

Cogió la segunda cucharada y le dio tanto asco que escupió la sopa y a punto estuvo de vomitar en la mesa.

Te habrá sentado algo mal -dijo Susana, su esposa.
No sé. Voy a acostarme y mañana será otro día.

Cada día fue igual o peor que el anterior. No podía comer. Todo tenía un sabor muy desagradable. Lo intentó con todo. Salado: cordero al horno, guiso de patatas, arroz con carne ¡Con lo que le gustaba! También probó con dulces: galletas de mantequilla de su tía Luisa, pastel de calabaza, natillas con canela… y nada, no podía comer.

Cada día estaba más cansado. Aprovechando las últimas fuerzas que tenía se puso su traje de Capa Oscura y ese dato nos lleva a esta noche y a mi casa. Sé que viene de camino y que va a llegar de un momento a otro.

Abre la puerta, vieja. Que no tengo fuerzas ni para llamar -oigo su voz golpeando mi puerta y mis oídos.

La puerta se abre y un gato negro aparece, como invitándolo a pasar. A él le da muy mala sensación todo aquello, pero tiene que entrar para que se anule su maldición. Noel solo quería dar una alegría a los niños y niñas del pueblo comprándoles regalos para Navidad con el dinero que conseguía en sus chanchullos. ¡En qué lío tan grande se había metido!
Toda la semana sin comer. Todo le sabía mal.. Bueno, todo no. El martes pasado, descubrió que sí podía comer algo. Estaba en el campo con sus hijos recogiendo leña, cuando el más pequeño se cayó. Fue corriendo hacia él porque tenía una herida y quería que su padre le socorriera. Capa Oscura le hizo un “curasana” y le dio un besito en la rodilla. Pero qué rica sabía su sangre. Menos mal que se pudo controlar. Ese día recordó que la bruja, porque sin duda se trataba de una bruja, había dicho que solo le sabría bien la carne humana. Así que fue a visitar a su hermano, que tenía diez hijos. Tenía. No se iba a dar cuenta si faltaba alguno…

¿Te veo más delgado, Capa Oscura? ¿Aunque no tanto como esperaba? Ja, ja, ja.
Calla y quítame el conjuro.
¿Quitarle el conjuro a un ladrón?
No soy un ladrón, soy buena persona. Solamente quería el dinero para hacer una buena obra. Quería que todos los niños y niñas del pueblo tuvieran un regalo para Navidad.
¿Pero crees que me importa? El maleficio solamente terminará si yo quiero anularlo o el día de mi muerte. Y para eso falta mucho tiempo.

La bruja salió corriendo, tropezó y perdió el conocimiento. Noel, que iba detrás de ella para que no escapara, se quedó paralizado. Tenía pocas opciones. Estaba seguro de que ella no querría colaborar. No le iba a quitar el maleficio por las buenas. Así que no le quedó otra opción.

Después de comérsela enterita, se fue a repartir los regalos y a cenar con su familia. La cena más sabrosa de su vida.

Diego Sánchez Cano 4ºA