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La noche de Navidad

Cuentos de Navidad del colegio FESD Anunciata

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A la familia William le encanta la Navidad. Decoran su casa al completo, también hacen galletas de Navidad. Bueno, navideños no, lo siguiente. La noche de Navidad, los William estaban haciendo unas galletas, hasta que oyeron un ruido extraño. Los padres miraron por la ventana con curiosidad. Los padres, no se esperaban para nada lo que vieron, había un reno suelto en mitad de la carretera. Los William no dudaron ni un segundo, y lo quitaron de la carretera.

Sheila, la madre, se fijó que tenía un collar que ponía: Rudolf. Se extrañó mucho porque era un reno que se llamaba Rudolf, ¡Cómo el de Papá Noel! Los padres se lo llevaron al establo que tenían, volvieron a casa y oyeron a un señor que gritaba: ¡Rudolf, Rudolf!. Los padres pensaban que era su dueño, así que lo cogieron y lo llevaron a la calle, el señor aparentaba unos 80-85 años.

El hombre, nada más verlo gritó, ¡Rudolf! Los padres le dijeron que estaba en medio de la carretera, y podían venir coches, así que lo quitaron.
El señor se lo agradeció muchísimo y les dijo, he oído que os gusta mucho la Navidad. Se quitó la capucha y era Santa Claus que dijo: ya que habéis salvado a mi reno ¿queréis venir a repartirlos regalos?

Desde ese día, los William querían aún más el día de Navidad.

Valentina Aguado Bregua 5ºA

La verdadera leyenda sobre Papá Noel

 

Hoy, os voy a contar la verdadera leyenda sobre Papá Noel. Y ya os digo que no puede ser más verdad todo lo que vais a leer…Érase una vez, hace más de 1.000 millones de años, en un pueblecito muy, muy pequeño vivían montones y montones de renos. Allí vivía un niño, cuyo nombre era Noel, el cual era muy generoso y amable con todo el mundo, al que le encantaba leer mucho sobre magia y misterio.

Antes, no existía la Navidad, ni los regalos, ni siquiera Papá Noel. El joven Noel, poseía una inmensa imaginación, lo cual era un niño con gran interés por imaginar todo lo imposible. Un día, cuando fue a visitar a sus renos al establo, vio el trineo de su padre. Él sentía gran admiración por su padre, quería ser como él.

Noel empezó a imaginar una fuente de ideas de todos los libros mágicos que leía.
Entonces, cogió la comida de sus renos y creó una poción especial para que pudieran volar. ¿Por qué? Porque el gran sueño de su padre, siempre había sido poder volar.
De pronto, Noel alimentó a sus renos con la poción creada y esperó a que la poción hiciera efecto. Al cabo de 10 minutos, Noel ató los renos al trineo con la cuerda más fuerte y nueva que encontró y pronunció las palabras mágicas y ¡los renos comenzaron a volar! Todo era perfecto.

Noel pensó que antes de regalárselo a su padre, haría algo creativo. ¡Recorrer el mundo en 1 sola noche! Al emprender su viaje, vio a unos niños pobres sin comida y sin juguetes. Él siempre decía que, un niño sin jugar era un niño sin vida. Justo había una juguetería allí enfrente. Entró y gastó todos sus ahorros en juguetes. Y así hizo con el resto de niños a lo largo de su viaje, sean ricos o pobres, les compró un regalo.
Al terminar su viaje, le regaló el trineo a su padre. Se lo agradeció mucho. Los vecinos de Noel, se enteraron de lo ocurrido y dijeron que inventó la Navidad. Era el padre de la Navidad. De ahí viene su nombre actual: Papá Noel.

Laura Romo Rubio 5º B

El milagro de la Navidad

Había una vez un niño llamado Traisán que vivía en un pueblo muy pequeñito. Todas las Navidades se repetía la misma historia, su familia y él pasaban mucho frío, porque sus padres no podían pagar la calefacción. Traisán rezaba al Niño Jesús todas las Navidades y le pedía que los Reyes Magos le trajeran un poco de dinero para poder pagar la calefacción y que así, sus padres, pudieran entrar en calor.

Traisán ayudaba a toda la gente del pueblo: ayudaba a cortar el césped a su vecino, a una señora mayor le hacía la compra y al padre de su mejor amigo le ayudaba en la granja recogiendo los huevos que habían puesto las gallinas.

Un día, se reunieron todos los habitantes del pueblo para hablar de Traistán. Decidieron regalarle una estufa por haber ayudado siempre con tanto cariño a todos los vecinos. La compraron con el poquito dinero que entre todos pudieron ir poniendo.

Cuando Traistán vio delante de la puerta de su casa se ilusionó muchísimo porque iban a estar calentitos, sus padres y él.

Aimar Blanco Lasanta 5ºC

El Árbol de la Navidad

Esta es la historia de un viejo pino situado en la plaza de un entrañable pueblo de la Ribera de Navarra. Este pino fue plantado por el bisabuelo del alcalde del pueblo cuando tenía cinco años y ahora, en 2022, el pino cumple 200 años y es considerado una reliquia del pueblo.

Todas las navidades el pino es decorado con bolas brillantes, estrellitas, tarjetas con deseos navideños, adornos caseros… Además, a sus pies aparecen montones de regalos que son donados a niños necesitados. Los habitantes de este pueblo acuden en Navidad alrededor del anciano árbol y comparten momentos con sus vecinos.

Pero este año ocurrió algo extraño. A mediados de noviembre entró en la plaza una excavadora enorme que iba directa hacia el árbol. Un hombre que pasaba por allí vio aquella máquina infernal y avisó a todos los conocidos que pudo. Rápidamente la plaza se llenó de vecinos preocupados que cuchicheaban sin saber qué ocurría.

El alcalde apareció y les explicó que si querían poder ver películas de Disnoy, series en Netflox y los partidos de la Uofa, tenían que sustituir el pino por una gran antena. Los habitantes no se lo podían creer, sorprendidos como estaban se miraron, se dieron la mano y sin decir ni una palabra, rodearon el árbol. Lo protegieron día y noche haciendo turnos de personas que impedían que las máquinas lo tocasen.

El 20 de diciembre la compañía de telefonía se rindió y sacó sus máquinas del pueblo. Las personas unidas para celebrar la Navidad con su tradicional árbol habían vencido a la tecnología.

Y colorín colorado, el pino ha ganado.

Hugo Munarriz Aguirre 6ºA

Viaje a Irlanda

Hace muy poco tiempo, mi familia y yo estábamos en el aeropuerto esperando a facturar las maletas. Nos encontrábamos al final de la fila, pero ¡no avanzábamos! Pasó un buen rato y la familia que teníamos delante era muy famosa, ¡más de lo que creéis! Iban en primera clase.

¡Eran los Reyes de España!, iban en nuestro mismo avión, por si no os lo he dicho, íbamos a Irlanda. El Rey se sentó a mi lado en el avión. Durante el viaje nos hicimos amigos, me dijo que iba a visitar a su hija Leonor, que estudiaba en Navarra. Yo le dije; “Pero Navarra no está en Irlanda”, el Rey me contestó que antes de ser Rey, fue agente secreto, y que al volar sobre Navarra se tiraría en paracaídas. Dicho y hecho, al sobrevolar Navarra se puso un disfraz de Papá Noel y me dijo; “así voy de incógnito”- Abrió la puerta y se lanzó en paracaídas.

Finalmente llegamos a Irlanda. Al aterrizar, nos estaban esperando mis primas. Nos llevaron a ver la decoración navideña, las luces eran muy bonitas, todas brillaban mucho. Les contamos lo que nos había sucedido en el avión con el Rey, y no se sorprendieron, ¡”ya lo sabían”!

Cada Navidad se tira en paracaídas en Navarra y reparte regalos a los niños más necesitados.

Fueron las Navidades más divertidas que he pasado.

Elena Pérez Gracia, 6º C

Al rescate de Papá Noel

Las Navidades se estaban acercando, los niños se encontraban más nerviosos, ya empezaba a nevar y los elfos se afanaban por trabajar. Las familias colocaban el árbol de Navidad, Papa Noel ordenaba los regalos y los renos se preparaban para entregar los juguetes.

Y el día que nuestro Prota tenía que repartir todos los regalos, comenzó alegre a buscar en el móvil Google Maps para hacer un atajo y llegar antes, pero el navegador le indicó un lugar extraño y solitario. Aún así, los renos , al darse cuenta del error, corrigieron el rumbo. A Papá Noel le costaba mucho entrar a las casas, así que pensó que era una buena idea descender por la chimenea y le resultó muy efectivo ese método porque ya sólo le faltaban dos países. De repente , nuestro personaje que estaba subiendo por una chimenea se quedó atascado. En ese momento Papá Noel estaba muy agobiado. Pensó alguna idea hasta que decidió decirles a los renos que fuesen al Castillo de los Reyes Magos, y faltando pocas horas, los renos fueron lo más rápido posible al castillo de sus Majestades. Y en un plisplas, los tres acudieron a la casa y lo rescataron lo más rápido que pudieron, pero entre que se encontraba cansado y con algunos dolores, no podía llevar todos los regalos, así que les pidió un favor a los Reyes, y todos, manos a la obra, en un rato de mucho esfuerzo y trabajo, terminaron de repartir todos los regalos.

Cómo no, Papa Noel muy agradecido con los tres ancianos, les invitó a su casa porque sin ellos no podría haber terminados el reparto y también muy contento con los renos, que le indicaron el camino correcto, les recompensó con una buena ración de cena navideña. Finalmente, ningún niño o niña del mundo entero se quedó con la desilusión de no tener regalo de Navidad.

Ignacio Miguel Martín 6ºB

Una Navidad mágica

Había una vez un chico llamado Juan, él era un médico de Tudela que al terminar sus estudios le salió la oportunidad de ir de médico a un pueblecito de África y ejercer de pediatra ayudando a los niños que era lo que a él le gustaba.

Trabajaba todos los días, curando a los niños de la zona. En Noche Buena no tenía fiesta y no se podía ir a Tudela, así que estaba un poco triste. En África, en el pueblo en el que vivía, no se celebraba la Navidad y aún encima vivía solo. Llevaba unos años sin ver a su familia. Juan deseaba ir en Navidad, solo que no podía irse, ya que no tenía fiesta en el trabajo y los vuelos para ir estaban muy caros.

Su familia sabía que Juan estaba muy triste, así que decidieron hacer un plan para ir a verle en Noche Buena. Parte de su familia (padres, tíos y primos) compraron un billete para ir a visitarlo. Llegaron la víspera de Noche Buena cargados de regalos para él y sus niños. Al llegar fueron a casa de Juan, tocaron el timbre y cuando abrió la puerta gritaron todos.

¡SORPRESA! Juan se emocionó, les abrazó muy fuerte a todos y pasaron sus mejores Navidades en África.

Elena González Ocariz 6ºD