Había una vez una isla mágica donde reinaba la luz y el buen rollo. La gente era feliz y daba largos paseos por las playas y montañas.
Un día la montaña se abrió y empezó a echar lava, fuego y cenizas. Las personas del lugar no daban crédito a lo que estaban viendo. La lava se estaba tragando las casas, ciudades y las personas se estaban quedando sin nada.
Un burrito que había en el bosque llamó a todos sus amigos y les dijo:
Esto no puede seguir así, la Navidad está a la vuelta de la esquina. La gente no tiene casa, ha perdido el trabajo…¡Por el amor de Dios! Hagamos algo…
Entonces se pusieron a pensar y el viejo búho se acordó de que en una cueva vivía un señor muy sabio que sabía muchas cosas de la naturaleza y podía solucionarlo.
Fueron a buscarlo y vieron un cartel que ponía: NO MOLESTAR, ESTOY TRABAJANDO HASTA EL 26 DE DICIEMBRE.
Se echaron todos las manos a la cabeza.
¿Qué hacemos ahora? Hay que encontrarlo…
Así que todos los animales empezaron a llamar a Nicolás que es como se llamaba. Nicolás se encontraba en su despacho bajo tierra, organizando donde no había luz de Navidad para llevarla. Empezaron a chillar su nombre fuertemente. Tanto insistir, decidió salir y vio a los animales buscándole.
¿Qué pasa aquí? – gritó Nicolás.
Señor, la ciudad está desapareciendo y no va a haber Navidad ¡Nos tiene que ayudar!
Le contaron lo qué estaba sucediendo y se puso manos a la obra. Preparó una pócima para que el volcán se fuera apagando poco a poco y el ambiente fuera limpiándose. Llamó a todos sus ayudantes y crearon unas pulseras para venderlas por todo el mundo y con ese dinero comprar todo lo que hiciera falta para que la isla tuviera luz de Navidad. Nadie estaba triste y todo volvía a ser como antes.
Y así ocurrió: se produjo la magia de la Navidad. Todo el mundo de la ciudad tuvo un hogar, las familias se reunieron, cantaron villancicos y Papá Noel consiguió un regalo para cada niño. Encima, tocó los cables de la suerte para que el día 22 tocase el gordo de la lotería y nunca más hubo sufrimiento en la isla.
Judith Pérez Martínez 6ºA
Las aventuras de Sia
Un día cercano a Navidad, una bola del árbol de Navidad llamada Sia estaba nerviosa porque la iban a colocar en el árbol y llevaba un año entero esperando.
Esa misma noche, el gato persa de la familia llamado Nudo, se paseaba por la casa. El gamberro empezó a jugar con las bolas hasta que tiró a Sia, la cual se fue rodando metiéndose bajo el sofá.
Pasaron las Navidades y llegó la Noche de Reyes. Sus majestades entraron en la casa a dejar los regalos en el árbol. El rey Melchor se dio cuenta de que les habían dejado galletas para reponer fuerzas y, cuando se quitó los guantes para comerse una,se le cayeron al suelo. Entonces se agachó y vio un reflejo debajo del sofá, metió la mano y sacó a Sia-
Vio que era una bola muy bonita y decidió colgarla en lo alto del árbol, junto a la estrella. La ilusión que sintió Sia fue increíble ya que, desde esa posición, podía ver a los niños abrir sus regalos. Por eso la Navidad es mágica para todos, incluso para una simple bola de Navidad.
Javier Martínez Remacha 6ºB
La carta de Navidad
¡Hola! Soy Noa, uno de los pajes de los Reyes Magos, y os quería mostrar una carta de Sara, una niña muy especial de siete años.
Queridos Reyes Magos:
Ya sé que estaréis leyendo esta carta como las de todos los años, pero esta Navidad no quiero una muñeca como mi amiga Laura o un balón como mi amigo Mateo. Este año me gustaría que dejaras en nuestra casa mucha salud. Quiero que repartáis mucho amor por el mundo, como el que tenemos mi familia y yo. Me gustaría que unas a todas esas familias que siempre están peleando. También quiero que devuelvas todas sus vasas a las personas de La Palma y les devuelvas la sonrisa. Si no es mucho pedir, también me gustaría un juego de mesa para jugar con mi familia.
Ya sé que este año he pedido muchas cosas pero es muy importante que se cumplan todas.
Os espero el 5 de enero.
Posdata: Os dejaré leche y galletas..
Nagore Suberviola Doiz 6ºC
Cuento de Navidad
La mañana del día de Nochebuena, una niña de diez años llamada Natalia estaba decorando la casa con su familia cuando, a su primo mayor, se le cayó su bola favorita del árbol y se rompió. Natalia se enfadó mucho porque era una bola muy especial que le había regalado su mejor amiga antes de mudarse a Londres. Su primo Carlos intentó tranquilizarla pero Natalia seguía enfadada.
Unas horas más tarde era de noche y Natalia se fue a dormir pronto para poder ver a Papá Noel.
A la mañana siguiente se despertó y vio un regalo con su nombre. El regalo era redondo y pequeño, lo abrió corriendo y se sorprendió mucho: ¡era la bola de Navidad! Su primo había estado toda la noche pegándola. Al final la puso en el árbol y estuvieron jugando toda la mañana. ¡Fue la mejor Navidad de su vida!
Natalia Casado Lara 6º D