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La Maqbara de Tudela, la necrópolis musulmana hallada en 2019 en los entornos de la Torre Monreal y el Corazón de María, habría llegado a ocupar una superficie de unos 32.500 metros cuadrados y ocultaría todavía entre 5.000 ó 6.000 enterramientos.

Para el arqueólogo Óscar Sola, estamos, ante una de las necrópolis más importantes en el norte peninsular cuyo periodo de utilización abarcaría del año 1050 a 1516, momento en el que se se aplica en Navarra la cédula de los Reyes Católicos que en 1502 había ordenado la expulsión de los mudéjares que no se convirtieran al cristianismo.

Sola ha sido uno de los protagonistas de las Jornadas de las Tres Culturas que ha celebrado la concejalía de Turismo del ayuntamiento de Tudela durante este mes de octubre. El arqueólogo ha explicado los trabajos que se han llevado a cabo desde que en 2019 se descubriera de manera casual durante las obras de ampliación del Colegio Torre Monreal los primeros enterramientos en una zona donde se habían hallado con anterioridad restos óseos cuyo origen no se acababa de determinar y que algunos investigadores atribuían a la francesada de comienzos del S. XIX o de alguna pandemia, pero nunca adscrita al periodo islámico mudéjar.

La investigación de la maqbara comenzó en el año 2019, cuando se intervino sobre una superficie de 675 metros cuadrados que sacaron a la luz un total de 364 fosas. Éstas, detalla Sola, son un ejemplo de los tres tipos de fosas con los que la población musulmana realizaba los enterramientos. La fosa simple, la fosa con subfosa en la que se encajaba al difunto de cubito lateral derecho mirando a la meca, y la que ha resultado ser la fosa más característica de esta maqbara, una fosa con cubeta y escalón.

Para sola, esta Maqbara fue la encargada de tomar el relevo del primer cementerio musulmán que descubrió el arqueólogo Juanjo Bienes en la Calle Herrerías, donde se habría enterrado a la población desde el S. IX hasta el año 1050. «En 1119 se produce la expulsión de los musulmanes del recinto fortificado de Tudela y ocupan el barrio de la morería al que correspondería esta nueva necrópolis».

Maqbara de Tudela. Una necrópolis singular

Los trabajos en los que han participado especialistas de distintas disciplinas han permitido realizar varios descubrimientos que destacan por su singularidad. Entre ellos, Sola destaca dos osarios y los indicios de un tercero que demuestran algo muy poco habitual en la cultura islámica, como es la reutilización de espacios en sus enterramientos, así como la aparición de ajuares, «cuando la austeridad y la ausencia de estos objetos es uno de los elementos característicos en la cultura musulmana», reconoce.

Sin embargo, en una veintena de tumbas han aparecido collares, anillos y pendientes en posición y contexto con el inhumado, además de una bolsa de cuero con 20 monedas en su interior, «algo singular y excepcional ya que la presencia del dinero no es nada habitual», asegura.

Entre estos hallazgos destaca el medallón de oro totalmente decorado con inscripciones y otros motivos como una mano de Fátima, que, intuye Sola, «pudiera ser una de las primeras representaciones de este símbolo que tengamos en Navarra».

Otro elemento excepcional han sido los entorchados hilo metálico que aparecieron en 5 enterramientos, pequeños hilos de oro y plata sobre los que se enrollaba sedas cuya ejecución era de un elevado nivel artesanal «y que todavía desconocemos como lo trabajarían», señala Sola. Estos entorchados se sitúan bajo los cráneos de enterramientos infantiles y podrían corresponder a almohadas o cofias. algo que para el arqueólogo demuestra el alto poder adquisitivo de sus familias «y que habla del nivel socioeconómico que existía en Tudela en os siglos XIV y XV en una sociedad que, precisamente, no era la dominante».

Este mismo año se han llevado a cabo los trabajos de excavación en una nueva zona de 670 metros cuadrados, colindante con la Avenida del Barrio, en la que han salido a la luz 77 enterramientos entre los que destaca un individuo con dos anillos en el dedo corazón de la mano derecha así como la existencia de pequeños agujeros asociados a las tumbas que para Sola, tienen que ver con el ritual del Hadiz de los Pájaros Verdes.

Estos hallazgos, unidos a los trabajos de catas que se realizaron en 2020, han permitido determinar la superficie aproximada de una necrópolis que contaría en la actualidad con unos 10.500 metros cuadrados de superficie intactos que esconderían en torno a 5.000 ó 6.000 enterramientos teniendo en cuenta la dispersión observada en los  1.400 metros cuadrados en los que se ha podido intervenir. A ellos, apunta el arqueólogo, habría que sumar los existentes en el subsuelo bajo la superficie urbanizada y los que resultaron desmantelados por los desmontes con los que ganaron terreno las primeras viviendas construidas en esa zona del Barrio de Lourdes en torno a 1940.

La Torre Monreal, una edificación de época cristiana

La campaña de catas realizada a lo largo de 2020 para valorar al dimensión de la Maqbara del entorno de la Torre Monreal y el Monumento al Corazón de María localizó restos de enterramientos a los pies de propia atalaya de vigilancia, un hecho que, según Sola, refuerza la tesis que viene defendiendo el arqueólogo Juanjo Bienes de que la Torre Monreal es de época cristiana. «Han aparecido enterramientos a los pies de la propia Torre Monreal, lo que confirma la hipótesis de Juanjo Bienes de que la torre es cristiana y no musulmana y costaría creer que existiendo la Torre los musulmanes hagan enterramientos a sus pies», explica.

Para Sola, la tesis es que el cabezo de la Torre Monreal fue el primer lugar escogido por la población musulmana para realizar sus enterramientos una vez que ya no pudieron hacerlo en la calle Herrerías. «Ya con la conquista, los cristianos decidieron instalar una torre defensiva dentro de la línea de atalayas del Valle del Queiles por lo que tampoco se les permite enterrar y pasar a instalarse en la zona del corazón de María, ya que a los pies del monumento también han aparecido enterramientos».