En general decimos que una vida es ideal cuando consideramos que existe una buena «Calidad de vida”. Esa expresión es tan abierta que puede ser una cosa y la contraria. Pero … ¿cómo se mide esa supuesta calidad de vida?
Para unas personas será el nivel de consumo de los habitantes de su ciudad.
Disponer de buenos servicios públicos.
Ser atendidos en esos servicios públicos con eficacia y eficiencia.
Que todo el área de Bienestar Social, atienda las nuevas demandas ciudadanas.
Tener buenas infraestructuras en educación, salud, cultura.
Apostar por una ciudad menos contaminada, espacios verdes, civismo de ciudadanía.
La lista puede ser la que queramos. Y además no hay modo real de medir qué es para cada cual una ciudad con calidad de vida.
Desde los Ayuntamientos sobre todo y en el de Tudela en éstos cuatro años, se ha iniciado esa andadura para lograr mejorar y potenciar la calidad de vida de sus habitantes, teniendo en cuenta la percepción de la realidad diaria, y aplicando al mismo tiempo un gran sentido crítico, con el fin de ver los déficits y poner remedio. Sólo conociendo las carencias existentes se puede emprender el camino y lograr mejorar lo que nos rodea.
Pero ese ejercicio únicamente abordado por la administración municipal es insuficiente ya que es necesario el apoyo y contribución de la ciudadanía.
De poco sirve que el Ayuntamiento de mi ciudad, recupere y adecente espacios, pongamos por ejemplo el Cerro de Santa Bárbara, y a los pocos días las farolas vuelen por una falta absoluta de civismo. Es un tremendo error, pensar que las cosas no van con nosotros. Van y mucho desde el momento que las pagamos con nuestros impuestos y de ello depende hacer o no, ciudad. A esto estamos convocados todas las personas y se traduce en lo que se llama «participación ciudadana”.
No quiere decir que le quitemos el poder político a quien lo ostenta democráticamente, sino que nos hacemos corresponsables. Porque si ésta actitud de compartir la responsabilidad, se instaura en la sociedad, tal vez estemos más cerca de sentir como propia nuestra ciudad y el instinto de preservarla y cuidarla, se nos despierte.
Tudela lleva cuatro años en una transformación, no sólo física, también de valores que nos ayudan a mejorar y nos engrandecen como personas: Defensa de la igualdad entre personas, políticas de igualdad, de reconocimiento de las personas que vienen a nuestra ciudad, apuesta por la paz, la convivencia, el conocimiento, la cultura…
No estamos, es cierto, en la CIUDAD UTÓPICA pensada y plasmada en 1516 por el pensador y político, Tomás Moro, porque la sociedad perfecta no existe. Pero la utopía en la izquierda no es, no debe ser una quimera, sino un camino que conviene transitar en paralelo al de la siempre decepcionante y limitada realidad. Una aspiración íntima, un ensueño que tenemos los humanos hacia la evolución y la armonía con nuestro entorno y con las personas que nos rodean.
Reconozco que el trabajo realizado desde el Gobierno Municipal de Tudela en estos cuatro años ha sido, con sus innegables logros, el principio de una aspiración legítima y el inicio de ese camino hacia una ciudad mejor.
Déjenme por tanto que siga apostando por él.
Ana Figueras, ex parlamentaria foral y ex concejal de I-E en Tudela