En este confinamiento hay películas que nos invitan a valorar como extraordinario, aquello que era parte de la vida diaria. Así apunta el film de Daniele Luchetti, inspirado en los libros del también italiano Francesco Piccolo, Momentos de inadvertida felicidad y Momentos de inadvertida infelicidad. El film está disponible en www.salavirtualdelcinecom, Movistar+, Vodafone.
Aquí se nos narra, como Paolo, amante de saltarse semáforos, un día es atropellado, muere, y al llegar al cielo, le notifican que ha sido un error, regalándole 92 minutos más de vida. El film lo protagonizan: el cómico Pierfrancesco Diliberto (Pif), la cantante Thony, Angélica Alleruzzo, Francesco Giammanco, Renato Carpentieri.
Paolo (Pierfrancesco Giammanco), disfruta saltándose los semáforos, ligando con otras mujeres, y acudiendo al bar para ver jugar a su equipo, el Palermo. Mientras, Ágata (Thony), su mujer, atiende a sus hijos: Aurora (Angélica Alleruzzo), y Filippo (Francesco Giammanco).
Un día en un cruce, Paolo es atropellado y muere. La narración salta hasta el purgatorio, en forma de oficina, bien pudiera ser Correos o Hacienda, donde otras personas esperan turno. Paolo, discute con el encargado (Renato Carpentieri), al creer que ha habido un error burocrático en el Cielo, y le deben tiempo por haber sido “un bravo ragazzo”. Paolo obtiene 92 minutos más para volver a la Tierra y finiquitar sus temas.
Junto a Lucchetti, (Mi hermano es hijo único), interviene en el guión, el propio Piccolo, (con el director Paolo Virzi, consiguió el David de Donatello por El Capital Humano), aportando esa mezcla de ironía y melancolía, presente en sus libros. El film presenta esa carrera por retrasar la cita con la muerte en clave de comedia, gracias a un canallesco Paolo, ocupado en recordar infidelidades, y pendiente de cosas intrascendentes. El director acierta fotografiando una Palermo luminosa, (sin rastro de mafias u otros clichés, atribuidos a esta fascinante ciudad), y por otro lado, conjuga el presente y pasado del protagonista con pulso. Lástima que hacia la mitad, la narración se vuelva repetitiva y acelerada, por cerrar episodios de este truhán.
Pierfrancesco Diliberto, nos atrapa desde el inicio, aunque a veces canse un poco su verborrea. A su lado, brillan: Thony encarnando a esa “mamma”, cariñosa, paciente que aguanta mil envites, y un eficaz Renato Carpentieri, como secretario del paraíso.
Un film ambientado en una Palermo a la luz del Tirreno, (ojala pronto, podamos volver de nuevo allí), que retrata cómo lo verdaderamente importante pasa desapercibido, y nos afanamos por lo efímero.