El pasado martes, día 23, fallecía a los 82 años el jesuita bilbaíno Juanjo Moreno Pérez de Arrilucea. En Tudela dejó huella tras su paso por el colegio San Francisco Javier de la capital ribera. Una huella llena de humanidad, de entrega a los demás. Su vida estuvo marcada por sus dos grandes vocaciones: el sacerdocio y el baloncesto.
Como cuenta en su blog el también jesuita Alberto Ares, Juanjo Moreno nació el 20 de junio de 1938 en el barrio bilbaíno de Rekalde. Hijo de emigrante, su padre viajó a Cuba para sacar adelante a la familia. Juanjo comienza a jugar a baloncesto un poco de rebote, pero pronto se convertiría en su gran pasión: “Yo estudiaba en el colegio Indautxu de Bilbao y, cuando tenía 15 años, se organizó un campeonato de baloncesto. Era la época en la que este deporte empezaba a tener un poco de presencia y pasé muchas horas tirando a canasta. Como había mucha gente apuntada para el equipo de fútbol, a mí me metieron en el de baloncesto y así empecé a jugar.”
De esta forma, Juanjo Moreno llegó a ser un histórico del baloncesto español: jugador de baloncesto profesional, llegó a vestir la camiseta de la selección nacional. Después de colgar las botas y ya como jesuita, comienza su labor como entrenador de base en Durango durante más de 30 años, revolucionando el club y sentando las bases de una nueva forma de hacer baloncesto en España, que llega a nuestros días. Por sus manos, pasaron multitud de jóvenes que además de excelentes jugadores y entrenadores, Juanjo se esmeró porque fueran buenas personas. Fue compañero y gran amigo del histórico Emiliano Rodríguez. Tuvo ilustres discípulos como Txus Vidorreta o el mismo Aito García Reneses, buen amigo, con el que colaboró durante años.
Finalizados sus estudios en Bilbao, se traslada a Zaragoza donde ficha por el club de baloncesto Iberia de Zaragoza y debuta, junto a Emiliano Rodríguez, en la selección española el 13 abril de 1958 en un España-Suiza jugado en Huesca. Durante esos años obtiene la Licenciatura en Ciencias Químicas en la Universidad de Zaragoza.
Juanjo Moreno siempre destacó por su gran humanidad. Vivió su vocación como jesuita como una llamada de Dios a “dedicarse a las personas y a hacer el bien”. Siempre se mostró agradecido a la vida:
“Solo tengo palabras de agradecimiento… Agradezco haber nacido en el 38 y vivir la postguerra, la época del racionamiento y la necesidad, la vida en una familia modesta y en un barrio en el que todas las familias nos ayudábamos. Sin querer, aprendí el valor de ayudarse mutuamente.”
Distinciones
A lo largo de su vida, fueron muchas las distinciones otorgadas:
- Trofeo Barón de Güell en la Gala del Deporte Vizcaino (1973).
- Insignia de Oro en una ocasión anterior, e Insignia de Oro y Brillantes del Club Tabirako (1986).
- Medalla de Oro de la Federación Vizcaína.
- Medalla de Oro de la Federación Española de Baloncesto (1986).
- Premio Euskadi del Deporte del Gobierno Vasco “A la labor de promoción social y formación” (1995).
- Medalla de Oro del Ayuntamiento de Durango (1995).
- Medalla de Plata de la Federación Vasca de Baloncesto (2006).
- Premio Teila Saria del Merinalde Eguna (2014).
Una vida de entrega a los demás, también a los jóvenes inmigrantes
Juanjo entregó su vida como educador en distintos colegios de los jesuitas, especialmente en Durango. Allí, se jubiló como profesor en el colegio, aunque como Juanjo comentaba, “los jesuitas no nos jubilamos nunca”.
A sus 72 años de edad los jesuitas le destinan a Tudela. Allí se involucra de lleno en la vida social de la ciudad, y en una de las instituciones con más raigambre social, el Centro Padre Lasa del Servicio Jesuita a Migrantes y perteneciente a la Fundación San Francisco Javier.
Daba igual que fuera con los jóvenes o familias migrantes del Centro Lasa o del colegio o la parroquia, o del comedor social que en aquellos años vio la luz en Tudela. Su corazón y su vocación de jesuita trascendía cualquier institución o frontera.
En el año 2016, Juanjo emprende de nuevo viaje a San Sebastián, donde colabora en principalmente en Loiolaetxea, junto a personas que salen de prisión, en sus procesos de reinserción social. Loiolaetxea es un espacio de encuentro y acompañamiento entre muchas personas y grupos… voluntariados, grupos y comunidades que participan y recrean día a día la propuesta. Juanjo dedicaba mucho tiempo a estar, a escuchar, a acompañar.
En este último año, se traslada a Loyola, de nuevo a la cuna que vio sus primeros pasos como jesuita, acercándose de alguna manera a la casa del Padre. Juanjo fallece sobre las 01:00 h. del día 23 de marzo de 2021, con 82 años de edad, 49 de sacerdocio y 59 de Compañía.