Joaquín Anadón Almarza es un tudelano de pura cepa. Amante de la gastronomía y de la fiesta forma parte de los escenarios festivos más habituales de la ciudad. En su juventud fue miembro de los Camastrones, luego impulsor de la R.S.G. La Intemperie y actualmente es secretario de la Federación de Sociedades Gastronómicas El Hortelano.
Hay qué indagar sobre su origen para descubrir que Joaquín Anadón, con ascendencia 100% tudelana, nació en San Sebastián, en el barrio de Gros de la Bella Easo en el que residían sus padres. Luego, por culpa de su asma y del clima húmedo de San Sebastián, sus padres decidieron cambiar su lugar de residencia a Vitoria donde vivió antes de llegar a la Ribera. Este motivo le ha llevado a ser nombrado como Tudelano Adoptivo 2019, un reconocimiento que otorga la Federación de Peñas de la ciudad a aquellas personas que no habiendo nacido en Tudela están integrados en la ciudad y aman especialmente sus fiestas y tradiciones.
A sus 73 años asegura que con este nombramiento se cierra un círculo que comenzó a dibujar su abuelo en el siglo pasado. «Mi abuelo paterno salió de Tudela con 18 años y se marchó a vivir a San Sebastián, donde se casó y tuvo a sus hijas. Yo lo he hecho al revés. Nací en San Sebastián y con 27 años me vine a vivir a Tudela».
Al tener familia tudelana, a Joaquín no lo costó mucho esfuerzo descubrir las fiestas de Tudela, de las que siempre ha disfrutado, asegura. «Mi abuelo venía todos los años. Recuerdo que el primer año que vine fue con él a la procesión de Santa Ana, a la que nunca podía faltar, fue porque había hecho mi primera comunión».
Anadón recuerda que cuando llegó a Tudela definitivamente en el año 1972 lo hizo en un momento divertidísimo de su historia. «Entonces en Tudela solo se podía ser de dos cosas. De la Teba, que eran los «formales», o de los Camastrones, algo más revoltosos. Yo como siempre he sido revoltoso me hice de los Camastrones».
Reconoce que siente auténtica pasión por la fiesta en la calle «así que cuando llegué aquí lo pasé estupendamente» y que se enamoró de Tudela por sus gentes. «Personas de carácter abierto, alegre, permisivo, hasta con un punto ácrata. En aquellas tabernas que había por el Tubo te relacionabas con gente mayor con una filosofía muy especial. Era divertido estar con ellos porque aunque no tenían estudios era una gente que tenía el conocimiento, con la que podías mantener conversaciones y sobre todo una gente de la que te podías fiar», comenta.
Ahora le toca disfrutad de la fiesta con otro talante, más tranquilo, viviéndola de día frente a aquellos años en los que no había hora para marcharse a casa. «Aperitivo, buena siesta, toros, a picotear un poco y a la cama», señala.
El homenaje que protagonizará el próximo martes 30 de julio a las 13,30h. en la Plaza de San Jaime le ha aportado una enorme alegría. «Creo que siempre es bueno que se acuerden de ti. ¡Hasta para hablar bien! y eso es agradable», comenta. «Significa que soy una persona conocida, que hay un sector de gente que te aprecia al menos lo suficiente como para ser merecedor de una cosa de estas y eso una satisfacción», concluye.