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Se viene hablando estos días, en la prensa y en la calle, del asunto de Irlanda y la multinacional Apple: la Comisión Europea ha sentenciado que la compañía estadounidense Apple deberá pagar 13.000 millones de euros en impuestos no pagados a Irlanda debido a que se benefició de ventajas fiscales que suponían competencia desleal y una ruptura de las normas de ayudas estatales. Esto sucedió entre 2003 y 2014.
¿Cómo han reaccionado los ciudadanos irlandeses? Pues con opiniones bastante encontradas: muchos creen que, tras el saqueo al que fue sometido el país por la troika formada por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Unión Europa, y tras años de duros recortes, el gobierno de Irlanda debería aceptar ese dinero y destinarlo a gasto público, a la sanidad, la educación, etc.; muchos ciudadanos de a pie no comprenden porqué ellos han sido masacrados con impuestos y recortes salariales mientras multinacionales como Apple pagaban una cantidad risible de impuestos. Por otro lado, otros (entre ellos el gobierno conservador, de exigua mayoría) creen que lo correcto es apelar la decisión de la UE, ya que de lo contrario la reputación de Irlanda se verá dañada: no apelar, dicen, sería admitir que Irlanda ha incurrido en ayudas de Estado ilegales, y aceptar el dinero sin más haría que este país perdiera su atractivo para muchas empresas deseosas de instalarse aquí, lo cual tendría consecuencias nefastas para el empleo.
El hecho de que Irlanda tenga un impuesto de empresas muy bajo es algo que muchos países llevan criticando desde hace tiempo. Y es fácil entender el porqué de estas críticas. Pero hay que entender también que el tener un impuesto corporativo bajo no es algo ilegal o delictivo, y es una de las estrategias fundamentales de esta nación, una pequeña isla, para atraer empresas.
Estamos, pues, ante un asunto bastante peliagudo, y en el que hay que andarse con cuidado, pues no son pocos ya los irlandeses, entre ellos algunos líderes políticos, que empiezan a decir que quizás Irlanda debería cuestionarse su pertenencia a la UE, al igual que lo han hecho sus vecinos británicos. ¿Forma parte todo esto de una estrategia de la Unión Europea para homogeneizar el impuesto a empresas en todos los países? Esa es la pregunta que se hacen a día de hoy muchos irlandeses.
Si se confirma que en efecto existieron estas ventajas ilegales a Apple, una cosa será cierta: que el gobierno irlandés, como la mayoría de gobiernos en otros países, mira más por las multinacionales y las grandes corporaciones que por sus propios ciudadanos.