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Involución, por Pepe Alfaro

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Que estamos viviendo, política y socialmente, un retroceso en los Valores que proclama la Democracia es algo más que manifiesto. Los tres Poderes que sustentan y son la base de dicha Democracia, a saber, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, cada vez son menos independientes. Y es el Poder del Capital el que se está imponiendo en buena parte del mundo.

Los “Valores democráticos”, es decir, el conjunto de cualidades que fomentan el que una Sociedad humana se desarrolle en armonía, como son el Respeto, el Diálogo, la Solidaridad, la Tolerancia y la Honestidad, entre otros, brillan cada vez más por su ausencia. Porque si bien es cierto que la Democracia tiene su norma básica en que se gobierna en función de las mayorías obtenidas en votaciones, no es “democrático” el hecho de que quien gobierne lo haga dictatorialmente, imponiendo su absoluto criterio, ninguneando a la oposición y, si se tercia, cambiando leyes que favorezcan sus intereses.

Van siendo demasiados los países cuyos gobernantes, con la pretensión de perpetuarse en el Poder, lo ejercen de una manera totalitaria. Y, consecuentemente, los “Valores democráticos” acaban desapareciendo, siendo sustituidos por prácticas que nada tienen que ver con ellos, entre las que el Poder del Capital impone sus espurios intereses, como intentar anexionarse regiones que no les pertenecen, cambiar las legislaciones que contemplan ayudas a las personas diferentes o más necesitadas e ir recortando derechos que se consideran fundamentales, como son la Educación y la Sanidad.

A la par, los conflictos entre países no paran de aumentar y siempre gana, a falta de razonamientos justos, la razón del más poderoso en armamento.

Lo peor de todo, basándonos en que “nada podemos hacer”, es que todo nos parece anecdótico y pasajero y nos quedamos con el clásico «Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même» («Dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo». Y, cuando nos demos cuenta, acostumbrados a no pensar y a que la Inteligencia Artificial sustituya a la Inteligencia Natural, será demasiado tarde.

Así, anestesiados con el panem et circenses (pan y circo) que nos ofrecerán, como hacían en la antigua Roma, seremos ignorantemente felices con la nueva, irreversible y bobalicona esclavitud.