Ignacio Melero y Gloria Fernández levantan a diario la persiana de su cafetería en la Avenida de Argentina de Tudela, una calle que estos días muestra una imagen muy distinta a la habitual, en la que el tránsito de los vehículos se mezclaba con los grupos de vecinos que habitualmente comparten conversación dentro y fuera del establecimiento.
La música suena limpia, sin mezclarse con el murmullo de las conversaciones y los saludos que inunda el local cualquier día de labor. «Entra gente. El goteo es continuado, aunque ha bajado respecto a un día normal», explica Gloria. «Los clientes vienen, se llevan 3 ó 4 barras de pan para congelar, aunque les aconsejamos que vengan a por su pan a diario. No se si hacemos lo correcto, pero tampoco nadie nos ha dado explicaciones en este sentido», comenta.
En el suelo de la cafetería las marcas que señalan la distancia correcta entre clientes en el caso de que se formen colas. Bajo el mostrador guantes, sanytol y jabón. «En dos días ya hemos gastado dos cajas de 150 pares de guantes y estamos a la espera de conseguir mascarillas, porque de momento no encontramos en ningún sitio. Luego mucha higiene, jabón y sobre todo lejía, que creemos que es más efectivo que cualquier gel. Lo demás, más o menos, los consejos que se han dado y sabemos todos», comentan Gloria e Ignacio.
Muchos clientes les confiesan que el paseo a por el pan es el único momento en el que salen a la calle cada día. «Aprovechan el rato y charlan contigo. Hay gente mayor que no se está creyendo nada de esto ni de lo que está pasando y no me extraña. Hay gente alarmista que cuando los escuchas te echas a llorar y otros que dicen que esto no es nada», reconoce Gloria.
La cafetería está desierta y la cafetera solo se enciende para hacer cafés para llevar. «Mucha gente que va a trabajar para, te pide un café y se lo lleva, aunque tampoco ha faltado el que viene y te pide que le pongas una copa de coñac ¡como si no pasará nada! y encima se enfada cuando le dices que no puedes», recuerda Ignacio.