Tanto la infancia como adolescencia y su juventud la vivieron en el mismo barrio de la misma localidad en la que ambos nacieron. Había muchas probabilidades que ambos entablaran, como ocurrió, una relación sentimental concluyendo en matrimonio. Lo que ambos ignoraban hasta formalizar su anunciada relación sucedió al nacer: la madre de ella, a modo de nodriza, le amamantó a él, estableciendo un vínculo íntimo “El parentesco de leche”, no considerado equivalente a la consanguinidad, y sin que involucre ciertas dimensiones de esa relación, como la que tiene que ver con las obligaciones económicas o los derechos hereditarios.
Las nodrizas han estado presentes en diferentes culturas. Desde la época romana, muchas aristócratas empleaban a otras mujeres, entre ellas esclavas, para dar de mamar a sus hijos. La ley islámica (sharia) según Mohammed Dahiri, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, reconoce entre los tipos de parentesco la Rida´a por el hecho de haber compartido la misma leche (parentesco nutricio) y asimila este a la consanguinidad, prohibiendo el matrimonio entre los hermanos de leche. Se trata de un debate extremadamente complejo que se ha dado entre expertos jurídicos. Hay autores que dicen que al concebirse la leche como una transformación del semen», los niños amamantados por la misma madre se hacen hermanos porque «comparten la misma sustancia germinadora». La relación entre la leche materna y la transmisión de material genético. Si la misma madre amamanta a los bebés con regularidad, es posible que compartan epigenotipos similares».
A modo de ejemplo, una mirada antropológica, documenta parientes de leche de Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII. Se trataba del vínculo que se había creado entre los hijos biológicos de las nodrizas que trabajaron en el palacio y los miembros de la familia real que ellas amamantaron creándose incluso ordenanzas reales para regular el tema.
Para la pareja de vecinos de la misma localidad, no fue obstáculo alguno pues a día de hoy siguen felizmente casados como hermanos de leche.
Pedro J. Soto Santos