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Henry y su aventura navideña

Cuentos de Navidad, Colegio Huertas Mayores

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Un día frío de Navidad en 1870 en un lejano país, había un niño pobre que estaba durmiendo en el portal de una casa para mantener el calor. Él era huérfano ya que sus padres murieron dos años atrás en un accidente, ninguna persona de su familia quería acogerle y su nombre era Henry. Entonces llegó un hombre extraño, muy extravagante que le ofreció ir a trabajar en su fábrica de juguetes. Él aceptó y, al momento, le dijo que si estaba seguro porque nunca más podría volver. Ahí el niño dudó, pero al momento aceptó y sin más dilación se acercó volando un trineo impulsado por renos. Entonces el hombre reveló que era Santa Claus, se llevó al niño al Polo Norte y allí empezó a trabajar.
Tras unos meses trabajando, sin querer un elfo utilizó demasiada magia y le dio un infarto, sobrevivió pero nunca más podrá hacer magia. Tras muchas pruebas resultó que no fue un accidente y que fue el Grinch el que puso un veneno extraño difícil de curar, pero en el Polo Norte no lo tenían pero no podían ir al continente porque se les acababa el tiempo; si no, sería permanente. Santa Claus pidió voluntarios, pero nadie se ofreció excepto Henry. Entonces se embarcó en una aventura que cambiaría su vida. Los ingredientes eran bulbo de medianoche, que crecía en el estómago de un feroz monstruo, el segundo era lágrimas de dragón blanco que vivía en el centro de el Polo Norte. Y el tercero era la pequeña pero destructiva bola de nieve primordial; si le tocaba sin la protección mágica adecuada, le mataría.
Henry fue a por el primer ingrediente el bulbo de medianoche, llegó al lugar y entonces vio una montaña pero no al monstruo. Entonces la tierra empezó a temblar y la montaña se elevó. Henry no sabía lo que estaba ocurriendo; resultó que que la montaña era un monstruo gigante. El monstruo rugió e inmediatamente fue a atacar a Henry y algo sucedió: las manos de Henry empezaron a brillar, entonces el monstruo se calmó y de repente vomitó algo, era el bulbo de una planta. Brillaba de un color morado, lo cogió e inmediatamente pensó que era bulbo de medianoche.
Aunque seguía confundido por lo que había pasado, empezó a caminar y se fue para encontrar el siguiente ingrediente, lágrimas de dragón blanco. Pero Henry no sabía que no sería tan fácil. El dragón estaba enfadado con los humanos porque hace milenios los humanos exterminaron a los dragones. Cuando Henry llegó, de una cueva salía fuego. Henry entró, el dragón quiso matarlo en cuanto lo vio pero aquella cosa que había hecho dudar a Henry volvió a suceder; pero en cuanto paró, el dragón le volvió a atacar. Henry le dijo: ¡Espera!. El dragón paró y Henry le dijo que si le hacía llorar con un cuento, no lo mataría y le daría sus lágrimas. Entonces Henry le contó una historia que su madre le contaba de pequeño. Era muy triste, el dragón empezó a llorar. Henry metió sus lágrimas en un bote y el dragón conmovido por aquel cuento le ofreció llevarle hasta el templo de la bola de nieve primordial, donde como su nombre indica ahí estaba el tercer ingrediente: la bola de nieve primordial. Henry aceptó y entonces se subió a su lomo y empezó a volar. Llegaron al templo tras unas horas, Henry se bajó del lomo del dragón y entró al templo, se acercó a la bola y entonces al tocarla una voz empezó a hablarle y le dijo que si estaba lleno de espíritu navideño, viviría y si no, sería expulsado del templo y no podría volver a entrar. Entonces vio que Henry estaba lleno de espíritu navideño y pudo coger la bola e irse. Entonces le pidió al dragón que si podría llevarlo a la fábrica de juguetes de Santa Claus, el dragón aceptó. Henry llegó a la fábrica y el dragón se fue. Henry entró al laboratorio de los elfos, les dio los ingredientes. Entonces elaboraron un antídoto, se lo dieron al elfo y al cabo de unos días se curó y, como premio a su valentía, le dio un reno que acababa de nacer como símbolo de agradecimiento.

Sergio Álvarez Beltré 6º A


La magia de la Navidad

Hoy os voy a relatar la maravillosa historia de Maya. Esto sucedió hace unos 200 años, escondido entre grandes montañas estaba Esgaroz un pequeño país. La gente que vivía allí eran principalmente familias con mucho dinero, pero un mínimo porcentaje no tenía ni para pan.
Entre sus habitantes estaba Maya , una niña pequeña de 8 años de edad. Maya tenía el pelo largo, ojos marrones como el chocolate, nariz achatada y unas cejas finas y cortas. Ella siempre se enfadaba porque no tenía dinero, odiaba ser pobre, lo daría todo por tener dinero y poder comprar todo lo que tanto ansiaba, pensaba que el dinero era necesario para ser feliz. Sus padres Ema una persona muy trabajadora y Jon buen padre y humilde . Jon trabajaba en una fábrica de empaquetado de verduras, allí no le pagaban muy bien. Por otro lado estaba Roy, el rey de el país , gobernaba pero no le gustaba ayudar a los necesitados y por eso la familia de Maya no recibía ningún tipo de ayuda.

Como se acercaba la navidad. Maya quería darles un regalo a sus padres pero para eso necesitaba dinero cosa que no tenía. Como a su edad no podía trabajar la única forma de conseguir dinero era mendigando. Ella al ver que después de un buen rato por la calle, tan solo había conseguido un par de céntimos. No era suficiente dinero, empezó a llorar desconsolada maldiciendo ser pobre cuando de pronto una lágrima cayó al suelo de aquella calle.
Empezó a anochecer y Maya volvió a su casa. Pero lo que no sabía es que al día siguiente una sorpresa la aguardaba.
Por la mañana volvió al sitio donde estuvo el día anterior, pudo ver un brillo deslumbrante en torno a una pequeña caja, aquella lágrima se había convertido en una caja. Maya extrañada observó como la gente no reparaba en dicha cajita a pesar del brillo cegador que la rodeaba. ¿Solo la podía ver ella?. Cogió la caja, se la metió al bolsillo y se fue a una ladera porque en la calle había mucha gente y temía perderla, cuando llegó a la parte alta se sentó y abrió la caja. Para su sorpresa dentro no había nada, pero de repente en un instante estaba en su casa con la diferencia de que ahora era una casa enorme con luz, agua corriente y chimenea. ¡Eran ricos! A Maya le encantó, estaba super feliz…. pero noto algo distinto, sus padres estaban muy raros, no sonreían, no hablaban, ni siquiera le miraban. Cuando llegó la cena de navidad, en la casa solo se discutía, cuando había silencio también miradas penetrantes de unos a otros. Maya se dio cuenta que le gustaba como era todo antes. Cuando pronunció esas palabras Maya volvió a su antigua casa, con sus padres riendo y pasándolo bien.

Y con esto concluye esta maravillosa historia.

Curso 6º B Nicolas Chavarri


Roberto, el elfo perdido

Hace 4 años, el 24 de diciembre, un niño de once años llamado Juan estaba deseando ir a casa de su abuela porque sabía que iba a estar toda su familia. Mientras se estaba cambiando, escuchó un extraño ruido en el cuarto de baño. Estaba tan oscuro que Juan cogió una linterna y se acercó paso a paso hasta llegar allí, abrió la puerta y… ¡se encontró a un elfo! Los dos se asustaron mucho, entonces Juan corrió a su habitación, cerró la puerta y miró hacia atrás. Resulta que el elfo le había seguido.

El elfo le extendió la mano y le preguntó: “¿Cómo te llamas?”

Juan le respondió: “Me llamo Juan, ¿y tú?”

– “Yo me llamo Roberto, vengo de la fábrica de Papá Noel por error; estaba en el turno de noche y me tocaba cargar con los regalos pero me quedé dormido en el saco y me confundieron con un regalo, me empaquetaron y Noel me llevó hasta aquí. Pero menos mal que tengo esta máquina que me teletransporta… ¡QUÉ!, ¡CÓMO! No puede estar pasando. ¡Me falta una pieza! Se me habrá caído mientras estaba durmiendo en el saco. Jo… qué mal. ¿Pero y ahora cómo vuelvo?

Ahh, ya sé, para hacer esa pieza solo necesito polvos mágicos de hadas submarinas y plástico del año 1860. ¿Tienes, no?”

Y Juan dijo: “¡Pero eso es imposible! En esta época no hay hadas submarinas y no sabría cómo conseguir el plástico ese. Como no tengas una máquina que viaje a través del tiempo.”

Roberto le contestó: “Bueno… sí que tengo una máquina del tiempo y también podemos cambiar el polvo de hadas submarinas por un pelo de gato rabioso.”

– “¡En serio!”, dijo Juan. “Mi vecina tiene un gato rabioso, pero, ¿qué va a decir cuando le diga esto?”

Roberto dijo: “No se lo diremos, nos colaremos en su casa”.

“¡Cómo, pero eso no le va a gustar!”, contestó Juan.

“No si utilizamos esta capa invisible”, insistió Roberto.

Entonces Juan y Roberto entraron sigilosamente a la casa de la vecina, buscaron al gato un buen rato, y al final lo encontraron en la lavadora y con ayuda de unas pinzas le arrancaron un pelo al gato rabioso.
“Ahora ya solo queda el plástico”- dijo Roberto-, “sacaré la máquina del tiempo para cogerlo”.

Roberto saca la máquina del tiempo de su bolsillo mágico, y pone la fecha del año. De repente todo cambió a su alrededor, estaban en un cine antiguo y Roberto cogió un trocito de rollo de película de plástico y se fueron de vuelta al futuro.

Ya en casa, Roberto construyó la pieza de la máquina de teletransporte que le faltaba, la conectó y por fin la máquina funcionó y con ella pudo volver a la fábrica de Papá Noel donde estaban buscándole todos sus compañeros que no lo encontraban en ninguna parte de la fábrica. Les contó lo que le había pasado pero muchos no le creyeron, pero al final pudo trabajar con sus amigos y acabar de preparar todos los regalos para que pudieran llegar a casa de todos los niños a tiempo.

Juan en la cena de Nochebuena se divirtió mucho con su familia, porque familia solo hay una. Les habló de Roberto y de su máquina, todos se rieron mucho pero no acabaron de creérselo. Hasta Juan dudaba si había sido cierto lo que había pasado.

A la mañana siguiente Juan se despertó, fue corriendo a la habitación donde estaba el árbol y vio que había un montón de paquetes para toda su familia. Abrió los regalos que Papa Noel le había traído a él, y se dio cuenta de que en uno de ellos ponía una etiqueta donde se leía: “de Roberto”. Entonces lo abrió y descubrió que era la máquina de teletransporte que habían hecho juntos, y desde entonces Juan no volvió a llegar tarde a ningún sitio.

Desde entonces cada Navidad en la cena de Nochebuena Juan cuenta la historia de Roberto, el gato rabioso y la máquina del tiempo y todos se ríen al escucharla, pero solo Juan sabe que esa historia es de verdad.

Curso 6ºC Jara Lajas Jarauta