Han sido muchas las pérdidas humanas, vidas que se han ido sin el calor de los suyos, si un último adiós en las residencias de Mayores. Días y días en la UVI, sin una mano familiar, salvo el de los y las profesionales que aparte de atención sanitaria, han compartido afectos y cariño.
El colectivo que más está padeciendo esta pandemia es el colectivo de usuarios de las residencias de Mayores, sobre todo en las privadas. El número es totalmente desproporcionado con respecto al resto de la ciudadanía.
En este periodo, hemos visto a trabajadores y trabajadoras con salarios de miseria y con ratios imposibles, siendo capaces de ofertar una mano cálida a las personas residentes.
En estos momentos se están construyendo varias residencias en la zona de Pamplona, todas ellas privadas, por lo que primará el beneficio económico a la calidad necesaria para sus usuarios. Las están haciendo a toda marcha con el fin de esquivar la Orden Foral sobre Residencias que pretende en “alguna medida” corregir deficiencias en relación a los Mayores.
Las residencias en teoría tienen el objetivo de garantizar calidad de vida a nuestros mayores, pero solo si son públicas garantizaran ese servicio, si se mezcla salud y dinero, siempre ganará el dinero, es decir, la inversión privada.
En este sentido, se tiene que abrir un debate en profundidad cuyo destino fundamental sea el que la administración pública en Navarra apoye definitivamente la financiación pública para que uno de los últimos recursos de los Mayores, sean las residencias con calidad de vida, con derecho a la intimidad, con una atención centrada en las persona, sin macro edificios, al revés que su habitabilidad sea como la de un hogar.
Hasta ahora, las personas usuarias, con ayuda o sin ayuda de la administración, pagan según el nivel de dependencia. Responsables de estos gobiernos progresistas hablan de cambiar la forma de pago y que el baremo sea la renta-patrimonio de las personas en vez del nivel de dependencia. Así, quien tiene mucho paga mucho, quien tiene poco, pago poco y quien nada tiene, nada paga. Ahora unos guardan su patrimonio, otros se quedan sin nada. ¿Por qué no dan ese paso?.
Por último, el personal trabajador de las residencias, mucho se teme que seguirán trabajando en malas condiciones. Es necesario conseguir un único convenio para todas las residencias y así asegurarles unas condiciones dignas a todos los niveles.
Jose Mari Blanzako Sesma
Miembro del Colectivo de Mayores Sasoia – Erribera