Si algo hubo especialmente pernicioso en las diferentes ramas de la izquierda del siglo pasado, fue el sectarismo del que hicimos gala entre unos y otras, dificultando la necesaria colaboración en favor del bien común y frente a rivales comunes de derechas. Buena muestra de ello fue un debate absurdo sobre la “auténtica” izquierda, sobre el “padre fundador” correcto, u otorgarnos el derecho a sentenciar quién era y quién no, de izquierdas.
Cuando parecía que ya se había resuelto el debate hace décadas, lamentablemente todavía hay quien parece empeñarse en rescatarlo. Y se había resuelto de manera bastante lógica: de izquierdas es quien se quiera definir de esa manera y, desde luego, quien la propia sociedad o buena parte de ella consideran como tal.
Así, se podría plantear un debate lógico sobre si un partido o una política concreta es más o menos de izquierdas en función de qué políticas se practiquen o defiendan; ahora bien, discutir a esta alturas si la socialdemocracia forma parte de las fuerzas de la izquierda progresista europea, es ir en contra de una realidad histórica y sociológica, carece de todo rigor y, sobre todo, carece de toda utilidad pues nos lleva a un debate “infantil” del “tú no, yo sí”.
Por todo ello, leemos con sorpresa e incredulidad que se persista en calificar a los actuales Gobiernos de España y de Navarra como Gobiernos que no son de izquierdas, estando integrados muy mayoritariamente por fuerzas políticas de las diferentes ramas de la izquierda, incluso de la que forma parte quienes critican. Queremos pensar que más allá del debate “nominativo” se quiere afirmar que son Gobiernos que no están practicando políticas de izquierdas en todas sus expresiones o no tan de izquierdas como nos gustaría. Si esa la cuestión, entremos a ello.
Sería prolijo entrar a analizar todas las políticas de los respectivos Gobiernos desde una óptica de si son más o menos de izquierdas. Sin embargo, podemos ir a lo que son algunos de sus elementos centrales.
Si nos fijamos en su composición, además de constatar que los integran mayoritariamente fuerzas políticas de la izquierda, sobresale el hecho de la presencia tanto de Podemos por primera vez, como de IU y el PCE en el caso del Gobierno de España. Una presencia, esta última, que no se daba desde la época de la república.
Y lo más importante, aunque más adelante señalaremos alguna carencia, si algo condiciona las políticas públicas posteriores, es el presupuesto público de cada año. Pues bien, en el caso del Gobierno de España se ha aprobado un presupuesto altamente expansivo, el mayor nunca registrado, y donde destaca especialmente el incremento del gasto social. En cuanto a Navarra, si analizamos los dos primeros presupuestos de esta última legislatura, se da la circunstancia que son los dos años de mayor crecimiento presupuestario desde el cambio político en 2015, destacando precisamente el incremento en las áreas sociales de Salud, Educación y Derechos Sociales, en un contexto, además, de fuerte crisis y caída de la recaudación provocada por la Covid.
Ante esta realidad, los Gobiernos progresistas y de izquierdas que se han constituido en España y Navarra, cuentan con el apoyo de Batzarre, pese a los límites e insuficiencias que se observan en su corta andadura.
“Que nadie se quede atrás” es un lema que asumimos como nuestro, pero al mismo tiempo sabemos muy bien que el paraguas que protege a las gentes más afectadas por la crisis no es suficiente para dar respuesta a la magnitud de los problemas que soportamos en todos los aspectos (sanitarios, sociales, medioambientales, pobreza, vivienda,…). Recientemente, el escandaloso aumento del recibo de la luz en medio de los rigores del invierno es un claro ejemplo de lo que venimos diciendo y de que, una vez más, la medida afecta en especial a las gentes más desfavorecidas. Otro tanto cabe decir de proyectos insostenibles como el TAV o la recientemente conocida “ayuda” al Emérito “desterrado”.
Junto al apoyo de las iniciativas positivas que emanan del Gobierno, es necesario responder a estas deficiencias. Tenemos que exigir y presionar al Gobierno para dar respuesta a estas demandas y para ello, es imprescindible un agrupamiento de las energías político-sociales de las izquierdas transformadoras. Ahora bien, flaco favor hacemos si, en lugar de defender a los Gobiernos de izquierda, nos dedicamos a ser casi en exclusiva, un voz crítica continua para mayor gloria de los rivales de derechas, que están acosando a los Gobiernos con las peores artes en forma de crispación, intoxicación informativa y colaboración con la extrema derecha.
La división y el sectarismo mostrado entre las izquierdas en el pasado debe dar paso a espacios de confluencia amplios y abiertos que vayan forjando un entendimiento y un aprendizaje para caminar conjuntamente.
El agrupamiento de las izquierdas no puede ni debe esperar a ponerse en marcha a vísperas de una nueva cita electoral, porque no se trata de hacer encajes precipitados marcados por las urgencias del reloj electoral cada cuatro años. Si queremos realmente poner en pie un proyecto sólido y bien entramado, hay que buscar el entendimiento desde ya, de las gentes que apuestan por una izquierda transformadora. Tendremos que rodar conjuntamente en organizaciones sociales y movilizaciones, al tiempo que trabajar de manera compartida en el ámbito institucional y en el espacio público. Esto nos permitirá forjar una confluencia consistente y proyectar en la sociedad navarra una imagen de unidad con credibilidad y que nos resulta muy necesaria.
Esta es una de las principales conclusiones de nuestra 2ª Asamblea General celebrada el pasado 21 de Noviembre y así lo hemos transmitido a los colectivos y partidos que entendemos pueden implicarse en este quehacer, mostrando nuestra entera disposición a avanzar de inmediato por este camino.
En esta andadura, Izquierda-Ezkerra ha cubierto un importante y positivo papel a lo largo de la última década, pero la coalición ha mostrado sus propios límites y tiene que dar paso a nuevas y más ambiciosas confluencias en la línea que venimos comentando.
Es tiempo de balance de lo realizado y de planes para el año. En Batzarre nos centraremos en los tres objetivos que hemos avanzado: sostener y apoyar las iniciativas positivas que surjan del Gobierno de Navarra, responder desde la organización y la movilización a las demandas de los sectores más desfavorecidos y tender puentes entre las gentes y colectivos sociales y políticos para fortalecer el espacio de la izquierda transformadora.