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Fernando Aramburu, autor de «Patria», recibió en Tudela el II Premio de Novela «Benjamín de Tudela» que conceden los alumnos de bachillerato del instituto de Tudela. El autor, que con este relato sobre la violencia terrorista de ETA ha conseguido numerosos premios y, ante todo, un amplio reconocimiento nacional e internacional por parte de los lectores, acudió el persona a recibir un galardón que, aseguró, «es especial para mí por el hecho de que lo hayan concedido alumnos. Durante 24 años fui también profesor, un profesor que puso bastante empeño en aficionar a los niños a la lectura. Por eso el hecho de que hayan sido alumnos de instituto quienes han considerado que mi novela merece un premio me toca el corazón. Además, por el hecho de ser alumnos jóvenes es un premio limpio, no un premio que obedece a intereses de ningún tipo. Los jóvenes deciden sin prejuicios lo que les gusta y para un autor es francamente halagador». reconocía.
Aramburu ha destacado el hecho de que el premio venga de una generación que no ha vivido los años más crueles de la violencia de ETA. «Creo que estas generaciones que no han vivido por razones de edad esta historia sangrienta que tuvimos merecen que se les cuente, y que les cuente desde la perspectiva de los autores contemporáneos la historia narrada de lo que ocurrió. Si no lo hacemos quienes vivimos aquellos hechos tristes, trágicos y sangrientos, serán ellos quienes deberán buscarse las respuestas por testimonios que pueden no ser siempre fiables», reivindicaba.
El autor de «Patria» reconocía que el tiempo y la distancia han sido fundamentales para ofrecer el relato que tantos reconocimientos le ha dado. «Viví mis primeros 25 años en San Sebastián, mi ciudad natal. Nací el mismo año que ETA y desde niño estuve confrontado con este fenómeno. En todos esos años acumulé una experiencia personal, ví, escuché, me quedó grabado y con los años, y desde el sosiego que da el hecho de vivir en la lejanía geográfica me pareció que yo podría, por medio de la literatura, dejar un testimonio que fuera sobre todo humano, que es lo que a mí más me interesa. Yo no trabajo con datos como un historiador y mi centro de interés expresivo es otro, es la vivencia humana, las conductas, las personas concretas, y es lo que he querido transmitir en el genero que es pintiparado para esto que es la novela».
Aramburu compartía su satisfacción de que las páginas de su obra hayan contribuido algo a recomponer la sociedad y que ocurran hechos que no duda en definir aún como «inusuales» como el celebrado recientemente en Errenteria durante el homenaje a Antonio Cedillo, Policía Nacional asesinado junto a tres compañeros, en un acto promovido por el hijo de la víctima en el que participó el alcalde de la localidad, Julen Mendoza, de EH Bildu. «Yo los vi abrazarse, vi muy de cerca las lágrimas en los ojos de los dos, y esto me trajo al recuerdo la escena final de patria que algunos no han considerado verosímil, pero allí se estaba produciendo una escena similar. Yo salí de aquel paraje impresionado por la veracidad humana de lo que ví, tanto en la actitud personal de los implicados como en las palabras que se pronunciaron. Me marché con la esperanza de que esta sociedad que se fracturó gravemente, poco a poco, y gracias a gestos como este, se vaya recomponiendo de una manera muy positiva. La sensación que me dio, con independencia de lo que uno piense políticamente, es que es posible estar bien juntos. Ese es el mensaje que yo me llevé y, francamente, me impresionó muy positivamente», aseguraba.
Los premios han sido solo algunas de algunas de las emociones que le ha proporcionado la repercusión de «Patria» desde su publicación al final del verano de 2016. «Ha habido personas que en voz baja me han reconocido que estuvieron equivocadas. Eso es todo. no dijeron más, pero me ha ocurrido en tres o cuatro ocasiones y en lugares distintos. Quizás una novela como la mía, con independencia de que se compartas las convicciones del autor, ha servido a numerosos lectores para desarrollar una especie de empatía más allá de los acontecimientos históricos. Con la lectura se han puesto en la piel de los personajes y han tenido la sensación de inmediatez de cómo se vivió en un momento y en un lugar. Que el lector sea interpelado creo que que está en la base de la repercusión que ha tenido la novela y también de la que ha tenido en otros países que no saben que es ETA, pero que si han tenido a la mafia o a las brigadas rojas. Pensé que iban a necesitar una introducción a la historia del País Vasco del siglo XX y principios del XXI, pero no ha sido necesario porque tienen historias con situaciones humanas similares», relataba.
También desveló cómo vive la profesión tras el éxito de «Patria». «No tengo ni 18 ni 22 años, así que lo afronto como otros sucesos de la vida. Con serenidad. A mí me ha costado libros y años serenarme. Era muy nervioso y he tenido que realizar un trabajo personal muy fuerte a lo que yo llamo serenidad y que me permite reflexionar con sosiego y mantener los pies en el suelo. No creerme ahora más de lo que soy porque no soy más de lo que soy. Ahora, yo tengo que proteger a toda costa mi trabajo literario y no puedo negar que hay un antes y después de «Patria». Su éxito no está presente y sigo escribiendo mis obras como si fueran la primera que abordo, y de hecho, he publicado un libro que no tiene nada que ver, que no es novela, pero que he escrito con el mismo empeño. La prioridad máxima para mí está en la escritura. Necesito escribir todos los días al menos un párrafo. Lo que me salva el día es que al final de la jornada exista un fragmento de texto que no existía por la mañana, y ese es el camino por el que transcurre mi vida. No reprocho a «Patria» que haya triunfado, pero en lo que respecta a mi creación literaria ya no cumple ningún papel», reconocía.
Por último, Aramburu, esbozaba algunas claves para que la lectura esté presente en los jóvenes estudiantes. «Lo primero que hay que hacer para aficionar a los jóvenes a la lectura es mostrarles que a nosotros también nos gusta la lectura. El entusiasmo humano es bastante contagiable y si yo me aficioné a los libros es porque, entre otras cosas, ví el entusiasmo de un profesor que nos prestaba libros y nos contaba sus lecturas en clase. . En segundo lugar no soy partidario de vincular la lectura a las quejas como, por ejemplo, decir que los jóvenes no leen. Y en tercer lugar es muy útil que pueda compartir sus experiencias porque es algo que hace que uno se aficione incluso a los libros. Ahora los jóvenes tienen medios tecnológicos para leer en otros formatos y creo que, en cuanto a cantidad de texto, leen más y tienen, al menos, una relación tan intensa con la lengua como en otras épocas».
«El ser humano se adapta aunque discrepe porque quiere sobrevivir»
Interrogado por lo que pudo resultar tan atractivo para la juventud de la época y que acabó dando cierto respaldo social a ETA, Aramburu considera que en Euskadi y en Navarra no se produjo ningún hecho excepcional. «Este atractivo es antiguo y la psicología lo ha estudiado. Los jóvenes no soportan la soledad, necesitan los amigos, salir, acumular experiencia personal. Si en una determinada población se impone una orientación de actividades los jóvenes se incorporan a ellas pero, a veces, esa orientación, en lugares politizados, toma un rumbo determinado. A ello se suma la presión grupal, algo muy humano. Si el pueblo es pequeño es muy difícil discrepar y disentir porque uno se queda solo. Así que uno se adapta aunque discrepe porque quiere sobrevivir. Hay más, pero una de las razones por las que yo no caí fue el hecho de criarme en una ciudad donde las posibilidades de conocer a personas son mayores y se vive más protegido. En un pueblo de 500 habitantes todo el mundo se conoce y el control es mucho más fácil. Luego hay atractivo estéticos, como la vestimenta, la música, que generan una identidad que uno puede compartir con otros. Todo esto es humano».
«Un calatán con un lazo amarillo puede ir a cualquier parte, es como un salvoconducto. Ahora, el catalán que salga con una bandera española tendrá que escuchar carros y carretas»
Estos elementos, consideraba, podrían estar jugando un factor similar en la situación que vive Cataluña. «Un catalán que se pone un lazo amarillo puede ir a cualquier parte. Es como un salvoconducto. Ahora, un catalán que salga con una bandera española, y más en un pueblo, tendrá que escuchar carros y carretas. Eso es así, ahora, eso es una sociedad enferma, una sociedad que no permite determinadas actitudes o pensamientos porque los sataniza, persigue y acorrala y en la que la vida democrática no es genuina», apuntaba.
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