Todavía con la resaca dejada por el éxito de su edición de primavera, en la que se ha vuelto a colgar el cartel de «entradas agotadas», el Estaciones Sonoras de Cascante afronta la segunda mitad del año en el que celebra su décimo aniversario.
Festejar una cifra redonda permite a toda la comunidad de voluntarios que se desvive año tras año por sacar adelante este proyecto a mirar ligeramente hacia atrás para saborear la dimensión de lo trabajado y conseguido por una sencilla idea que, como recuerdan Anselmo Pinilla y Álvaro Alonso, «nació desde la ilusión y el fanatismo por la radio que dio origen a Radio Cierzo».
Origen
El proyecto surgió en un momento oportuno, reconocen Pinilla y Alonso. Las circunstancias se confabularon para que la alocada idea de sacar una emisora a la calle arropada por la música en directo trascendiera enseguida las calles de Cascante para alcanzar a toda una comarca que hoy tiene al ciclo de Estaciones Sonoras como la referencia musical de la zona.
Nunca pensamos en ser lo que somos hoy en día
«Desde luego influyó de manera determinante la escasez de salas de conciertos en la Ribera de Navarra. Tudela siempre había tenido salas muy buenas hasta ese momento pero habían cerrado. Por eso pensamos en evitar el modelo de festival al uso y apostar por un ciclo. Creo que todos los que componemos Estaciones Sonoras creemos que la música es algo que debe de estar presente todo el año», relatan. «Así nació el ciclo de Estaciones Sonoras y huimos de la palabra festival. Es cierto que nunca pensamos ser lo que somos hoy en día, pero sí tuvimos presente desde el origen que nuestra actividad debía servir para enriquecer a la comarca y a las nuevas generaciones de nuestros pueblos».
Los voluntarios
Una de las claves del éxito de Estaciones Sonoras lo encontramos en la «familia» que forman los más de 30 voluntarios que arropan cada uno de sus detalles, amigos, como le gusta destacar a Pinilla que comparten la pasión por la música y que se desviven por sacar adelante el proyecto de manera voluntaria. Hoy, 10 años después de su primer concierto, Estaciones Sonoras sigue siendo un evento gestionado al 100% por la Asociación Radio Cierzo y el colectivo de entusiastas que componen su voluntariado.
«Es cierto que somos un grupo de 30 a 40 personas muy activo pero, además, cuando es necesario echar mano de más gente del pueblo o del ayuntamiento para hacer frente a cualquier cuestión siempre responden. Podemos decir que todo Cascante está muy involucrado», explica Alonso.
Evolución
En esta década de actividad, el Estaciones Sonoras ha pasado por varias fases que han marcado su devenir. «Como en cualquier cosa en la vida creemos que hay que ir poco a poco para ir creciendo. Empezamos en los bajos del Club de Jubilados, una sala muy antigua para 150 o 200 personas como mucho. De ahí pasamos a la placeta del Tiberio y de ahí nos encontramos con la «obligación» del ayuntamiento de ir al patio del colegio porque, es cierto, que el recinto no garantizaba la seguridad del público. Aquello fue un punto de inflexión. Reconocemos que entonces no nos sentó muy bien. No nos veíamos preparados ni capaces de venir a un sitio como el patio del antiguo colegio en el que hay que meter a 1.800 personas por día cuando estábamos muy conformes sobre cómo estaban funcionando las cosas con unas 400 personas», recuerda Pinilla.
Desde esa primera edición en el patio de las antiguas escuelas en 2015 el festival no ha parado de engrandecerse como marca y referencia musical, «hemos crecido pero, sobre todo, hemos estabilizado el ciclo», aseguran sus organizadores.
Éxito de público
Pese a su tranquilo transitar por la escena musical el cariño y mimo puesto por sus organizadores no pasó desapercibido en el sector. Llegaron las nominaciones para el ciclo de conciertos y las menciones en los medios de comunicación. Casi sin querer, pero de manera inevitable, llegó su primer gran éxito de masas.
Siempre pasan cosas bonitas en Cascante
«Musicalmente la primera gran explosión de público fue el concierto que ofreció Rosendo en su gira de despedida», recuerdan Pinilla y Alonso. «Ese día nos encontramos con el recinto lleno pero aún así seguía habiendo personas locas por conseguir entradas. Fue la primera vez y, afortunadamente, se ha ido sucediendo varias veces. La primera vez de El Drogas, la primera vez de Sidonie con León Benevente, Lori Meyers… han sido momentos en los que percibimos que programando bien, haciéndolo bien y con buenas infraestructuras esto funciona y que, aunque siempre pasan cosas realmente bonitas en Cascante, también éramos capaces de atraer a las masas al festival».
Estaciones Sonoras, una marca reconocida
En estos 10 años de historia lo que más ha sorprendido ha sus organizadores ha sido la repercusión que ha ido adquiriendo y cómo ha crecido y asentado a todos los niveles. «Es cierto que lo que más nos ha sorprendido este tiempo es la marca que ha hecho el festival. Estaciones Sonoras de Cascante llama a cualquier oficina musical a nivel nacional y todo el mundo nos conoce».
La clave, aseguran, «está en el cariño con el que recibimos a todo el que llega a Cascante, cómo lo recuerdan todos los que pasan por aquí, tanto por la localidad, como por la gente o por la organización. Nosotros hacemos el trabajo de la mejor manera posible. Con mucho cariño y sin la pretensión de crecer en masa o hacernos ricos. Este cariño junto con el público y los propios músicos son los que han hecho que la marca de Estaciones sonoras y Cascante sea conocido».
Nos gusta lo que hacemos y nos matamos por hacerlo bien
El éxito de Estaciones Sonoras no ha pasado desapercibido y se ha tratado de replicar la fórmula de su éxito sin conseguirlo. La clave, consideran Pinilla y Alonso, «está en que nos mueve la ilusión y no el dinero. Tenemos muchos apoyos, eso es cierto, pero no hay una empresa detrás que esté intentando sacar un rendimiento inmediato. Nos gusta lo que hacemos y nos matamos por trabajarlo bien».
Objetivo de futuro: Mantener la esencia
Respecto al futuro, los dos miembros de la organización reconocen que Estaciones Sonoras tendría capacidad para crecer «pero consideramos que ya somos grandes y que no queremos crecer más en volumen de público. Tenemos un presupuesto por encima de los 300.000 euros al año, este año programamos 35 bandas en más de 10 días de programación. Creemos que es suficiente. Para nosotros es más importante estar más activos durante más tiempo todo un año que podamos atraer a 5.000 personas en un momento puntual del año. Ir más allá pondría en riesgo nuestra esencial, la ilusión y el control de un festival que aunque cuando está petado de gente en cuatro pasos puedes estar delante de tu cantante favorito, algo que no sería posible en un festival de grandes dimensiones».
Crecer más supondría perder nuestra esencia, la ilusión y el control
Para comprender esa esencia de la que hablan los organizadores basta escuchar la experiencia vivida por Alonso en estos años como aficionado a la música. «Personalmente poder ver bandas que para mí son una referencia y en Cascante han sido sueños cumplidos. Unos eran ídolos, otras bandas que me han encantado. Para mi ha sido algo maravillo tenerlas en el pueblo y poder verlas y a cinco metros, accesibles, charlando con gente que ha venido a las pruebas de sonido a conocerlos. Eso no pasa en otros sitios y en Cascante sí que pasa», relata.