Ya han terminado, las elecciones. Menos mal. Ahora toca ver como se dilucida el significado de la palabra que todos articulan con el mismo sonido pero que significa cosas contrarias según desde qué puerta se proclama, son ejemplos de esta paradoja las palabras de consenso, bien común y otras. Y ahora, Gobierno de Coalición.
El encargado de llevarnos al nirvana de la coalición ha sido Pedro Sánchez, ahora sí o sí, nos ha dicho como mensaje cifrado y ahí mismo comienza las diferentes interpretaciones, pues como mínimo la situación que nos dejan estas elecciones es un peor inicio de salida para hacer efectivo ese; sí es sí. No es que requiera el consentimiento de un sólo partido político y la abstención de otro, es que requiere el consentimiento de una orgía de partidos y la abstención de la manada de nacionalistas.
Si Pedro Sánchez vuelve a jugar a los sillones con Pablo Iglesias, lo mejor que puede hacer al cabo de unos meses, es volver a convocar elecciones con el fin de desintegrar las posibilidades de los comunistas a favor de las tesis socialistas y como posible tabla de salvación de seguir las inercias de auge populista en la derecha.
La izquierda debería ser consciente de la imposibilidad de gobierno de progreso que supone la connivencia de acceder al gobierno con la aquiescencia de los nacionalistas, a no ser que mi percepción este atravesada de mis propios prejuicios. Pero dando por buena esa relación, no deja de ser preocupante el razonamiento. Supone que no queda ya una izquierda, tampoco una derecha, de ámbito nacional, y que esta ya ha sucumbido a los diferentes nacionalismos y regionalismos, haciendo imposible un discurso integrador de propuestas de derechos generales y universales.
Es necesario decir que no existe ningún progresismo si este ha de ser adaptado a las diferentes idiosincrasias del paisaje sentimental según nacionalidades. La misma base ideológica del socialismo dentro de la socialdemocracia deja de tener valor.
Por ejemplo en Navarra, por mucho que el partido socialista de María Chivite nos diga que el aumento de los altos cargos de su gobierno no nos cuesta nada, todos sabemos que precio se ha pagado, y mucho peor, todos hemos escuchado como se justificaba.
Dos cosas más, yo no soy adivino, y en realidad tampoco importa, pero vista la dimisión de A. Rivera por los resultados de su partido, uno aventura también la de P. Sanchez de no lograr ese “ahora sí que sí”.
Una; Hasta ahora, cuando Ciudadanos ha obtenido los votos suficientes para garantizar un gobierno en España, buena parte de esos votos los ha recibido para que no garantizase ese gobierno, y cuando los votos que ha obtenido han sido para garantizar ese gobierno, no han sido suficientes para garantizarlo.
Y dos; El problema de Vox no es que sea ultraderecha, sino que hasta ahora nadie había tocado la cara del nacionalismo y estos aspiran a tocarla. Otra cosa es su demanda de desaparición de los conciertos fiscales de la comunidad autonoma Vasca y Navarra. Aquí podremos pensar que circunscribiendo a ese ámbito de la extrema derecha no será un elemento a contar, pero su verdadero caladero de votos está en lo que antes llamábamos proletariado, clases obreras y urbanas.
Muchos opinan que el significado de gobierno coalición pasa por el Partido Popular, cosa que no ha refrendado Pablo Casado que ha dicho que España no puede esperar, pero que él sí. Pero sobre este asunto no creo que nadie de la generación de mi padre lo llegue a ver vivo.
En fin, que Dios nos pille sin confesar para así poder purgar nuestros pecados.
Juan García Albericio